Juan Vicente González

"Después de la derrota de Campo-Elías en la Puerta, el 3 de Febrero, Bolívar ordenó (día 8) por tercera vez, desde su cuartel general de Valencia, que se pasase por las armas a cuantos españoles y canarios había en las cárceles de Caracas y la Guaira y a cuantos pudieran haberse a las manos. Esta orden, que en 19 de Noviembre y en 17 de Octubre había sido abiertamente desobedecida por Ribas, sin descender a justificar su conducta, fue ejecutada por Arismendi con voluptuoso placer, excediéndola en el modo, espantando a Bolívar y a todos los patriotas.
Los degüellos comenzaron el 12 y continuaron algunos días. En La Guaria se les sacaba en fila, dos a dos, unidos por un par de grillos, y así se les conducía entre gritos e insultos, coronado cada uno con un haz de leña que había de consumir sus cuerpos palpitantes. Pocos lograban se les matase a balazos; los más eran entregados a asesinos gratuitos que se ejercitaban al machete, al puñal, y que probaban a veces su fuerza arrojando sobre el cerebro del moribundo una piedra inmensa. Que sepa la posteridad los nombres de esos héroes del asesinato: Nicolás Lamas, Francisco Javier Martínez, Zacarías Navarro.
¡Memorables sitios el del castillo del Cantón y del Cardonal! Aún una historia. Estaba preso don Antonio Oramas, isleño estimado por su cultura y bondad; su amigo D. José Ventura Santana logra de Bolívar una recomendación para Arismendi y Mendoza y un pasaporte para las colonias; Mendoza conviene fácilmente; tres mil pesos ablandan a Arismendi, y Oramas es guiado por su amigo hasta La Guaria; el marino había columbrado entre la niebla del horizonte una pequeña barca; ruega al comandante de la plaza, coronel Leandro Palacio, le deje ir a su encuentro; y abrazando a su amigo, huye el proscripto de una muerte inevitable. Pero su esposa doña Isabel Bencoechea, incierta de su destino, inquieta, loca, teme una desgracia, y vuela a La Guaira para saber si se ha salvado su marido. En vano le protesta Palacio que había marchado esa misma tarde; como nadie le repite la noticia, se va en la noche al Cardonal, con un farol en la mano y una criada, y recorre los cadáveres, y examina sus facciones lívidas, y tropieza y cae sobre uno que creyó, en medio de su tormento, semejante al de su esposo. Manos amigas la arrancan de aquella escena, pero con la muerte en el corazón; a los trece días abandonaba, huérfanos, a sus hijos, para ir a dormir eternamente en la Iglesia Metropolitana, al pie de San Bernardino. Dejaba a los suyos por herencia una vida breve y la fatalidad."

Juan Vicente González
Biografía de José Félix Ribas


"Entonces yo veía a Falcón de perfil; ahora lo veo de frente."

Juan Vicente González 



"Fuera del gobierno no hay salvación para nosotros; el que no recurriese a él como el Arca de Noé, perecerá entre las ondas de la anarquía. Soñar en un cambiamento de cualquier género que sea, es conspirar contra la República. Las formas todas están gastadas; el cuerpo social es incapaz de sufrir nuevas crisis políticas; con ánimo de volar al cielo, caeríamos en el infierno del desorden y de la demagogia".

Juan Vicente González
El Heraldo. 55 Caracas, 11 de mayo de 1860, número 143



"Los Godos o Jutos eran los más civilizados de los Bárbaros: los Visigodos que invadieron la España no eran los mismos que atravesando el Danubio delante de los Hunos, se habían domiciliado setenta y dos años antes en el imperio de Oriente. Sea por su permanencia en países civilizados o por su amor al reposo, los distinguía el espíritu de justicia, que, según Grocio, les había hecho dar el nombre de Godos.
La verdad es que ellos contemplaron con admiración y respeto la obra prodigiosa de la civilización romana, y que se sometieron, sencillos y dóciles, a la disciplina de los vencidos. Para sus jefes no había más bello título que el de restauradores del imperio.
San Gerónimo contaba en su gruta de Belén al sacerdote Orosio, que Ataúlfo decía frecuentemente: "Mi ambición mayor fue borrar el nombre romano de la tierra, y sustituir al imperio de los Césares el imperio de los Godos, bajo el nombre de Goda; pero conociendo por experiencia que mis compatriotas no soportarían jamás el yugo de las leyes, he cambiado de resolución y resuelto restaurar el imperio en vez de destruirlo".
Los Borgoñones ganaron con las armas las bellas y feraces riberas del Ródano sobre el Jura y el alto y medio Rhin, fundando el reino de los Borgoñones, que comprendía la Suiza occidental y la Galia oriental, y se extendía desde el Mediterráneo hasta los Vogeses.
Los Borgoñones o Burgondas eran sencillos e ingenuos, y todos cultivaban un arte y ganaban su vida al trabajo en los intervalos de paz, extraños al doble orgullo del guerrero y el propietario ocioso, que alimentaba la insolencia de los otros conquistadores Bárbaros.
Desde el 28 de Setiembre de 409 los Alanos, Vándalos y Suevos, habían ocupado la parte occidental de la península pirenaica, los Vándalos bajo Gonderico y bajo Ermerico los Suevos. Sorteadas las provincias, Galicia tocó a los Suevos en el norte; a los Alanos en el oeste, la Lusitania ; y a los Vándalos en el sur, la Bética, de donde tomó el nombre de Vandalucia.
Tal fue la miseria pública en esos pueblos, que según el obispo Idacio, los hombres se alimentaban con carne humana, y hubo madres que devoraron a sus hijos. Las fieras, acostumbradas a la carne de los muertos, se arrojaban sobre los vivos.
Veinte años después, en 429, Genserico, hermano natural de Gonderico, que acababa de morir, se hace a la vela para África, a instigación de Bonifacio. Al llegar a Cartago, los hombres corrían por las calles coronados de flores, esparciendo a lo lejos el olor de los perfumes, con velos y trajes mujeriles.
Fuera de la ciudad el estrépito de las armas y dentro el ruido de los juegos: confundíase la voz de los moribundos y la de un populacho ebrio: apenas podía distinguirse el grito de las víctimas de la guerra de las aclamaciones de la multitud en el circo.
Genserico ordenó a los ciudadanos de Cartago le entregasen, bajo pena de muerte, todas sus riquezas, y dividió las tierras de la provincia entre sus compañeros, reservándose el territorio de Bizancio y tierras fértiles en Numidia y Getulia."

Juan Vicente González
Manual de Historia Universal



"Nacido un año después que Venezuela dio su grito de independencia, criado en medio de los furores de la Guerra a Muerte y el ruido de sus combates, crecido entre las tempestades que precedieron a su organización definitiva y a su breve edad de oro, testigo y actor de los últimos acontecimientos, pertenezco a todas sus épocas por algún punto, conozco sus hombres y las pasiones e intereses que los movieron."

Juan Vicente González 



"Una mujer del pueblo formó mis entrañas, y una mujer que amaba al pobre, que era compañera del que sufría, cuidó de mis primeros años."

Juan Vicente González 




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