Pablo Guevara

Cristina

Y es en el oval de la mejilla que camina,
hija a mi lado, el esquife más pequeño
que tengo, el más dorado de todos,
donde está la proa de mi amor.

Y en el tan dulce pelo que es,
dorado del Botticelli, trigo de Teruel, Jauja o Kiev,
y en el pórtico oval gótico por donde brillan
ojos ojivados del Van der Goes o del Memling
ventanitas son de monasterio oscuro, oscuro,
irisados bajo la garúa nacen y mueren,
rojos, verdes, azules en pugna con el gris
de calamidad de Lima, y el marchito tiempo
al fondo, tiempo que lloro, plúmbeo marco
como los de Leonardo…
En tanto sostengo el remo, el bracito nacarado,
el cáñamo japonés, el tallo de la flor de Rhodesia,
en el mar desencadenado y en la albúmina excesiva
como de tuberculoso de Lima, y en la alegría
de su boca, música del Corelli, campanita
solar del valle mientras tiembla mi corazón
y llegar al puñal no oso, y por fin mi vida es
junto con la de la imaginación aunque sólo
sean unos segundos -siempre son unos segundos,
estos que son la vida de los que no han perdido
su libertad ni jamás se la dejarían arrebatar
por sobre todas las cosas y pueden predecir
la sequía o la cosecha de la gavilla,
aunque los pueblos estén de duelo
por los gavilanes y los guerrilleros,
ah Nacimiento, ah Muerte, volver a partir
desarrebujando las velas, aún más remendadas,
ah Niñez, ah Juventud, ah Gravidez, ah Vejez
del Amor, y los astutos dioses haciéndonos
las espaldas y las olas creciendo, siempre creciendo. 

Jaime Pablo Guevara Mirava


GIRA EL BARCO HACIA EL CENTRO DEL GUIÑAPO DE SEDA DONDE EL GRAN VIENTO LE BUSCA LAS HILACHAS

   PARECIERA COSA IMPOSIBLE QUE UN GIGANTE marino acoderara
en los muelles del Callao se recostara allí – echara ahí
anclas en la rada   – en esos treintaitantos años
de nuestra contemporaneidad más abisal.. .

Al Callao le faltaban dragas para los barridos
de los diversos cúmulos / esos bancos de arenas remociones
de rocas inmensas de las cordilleras y fosas debajo temblando
¡nunca dejarán de hacernos cosquillas en los pies...
En la barriguita como a sus bebés queridos...

ELLOS los maravillosos trasatlánticos parecieran estar aquí
fuera de sitio o de lugar – parecieran no poder estar
aquí pasando un día aunque sea de enfilada como en
las películas tachonados de luces... o peces
celajes por el mar o por los platos
raudos vueltos pescados fritos...

Y al descender un buen día de la Westphalia o
La Renania septentrional en pez salmón del norte
el Westphalen se iba se iba volviendo cada vez más
y más enigmático al señalar impertérritamente el norte
que va al sur... (el norte magnético de su poesía) fue
la paradoja de esos años ser un pez de las aguas frías
que viaja al Mar del Sur para subir a contracorriente
los ríos costeros tras un mar de huaycos viene del Atlántico
al Pacífico Sur para ovar sabroso pez de entrambas aguas...

Y nada me asombra más ni nada menos que
que los hombres que nadan en el mar a contracorriente
como amantes peces trinitarios de las aguas
frias y tibias y calientes... y no mueren...

Ovando como ovó de golpe esas dos hueveras magníficas
casi  hermafrodíticamente...
   LAS ÍNSULAS... y ABOLICIÓN del joven-viejo Tiresias
y años después
  BELLEZA DE UNA ESPADA CLAVADA EN LA LENGUA /
  HA VUELTO LA DIOSA AMBARINA
del viejo-joven Tiresias

Con miradas desorbitadas del pájaro parado
sobre un árbol mitológico multicolor silbando
también en las cimas de las palmeras-rey de la avenida Arequipa
viendo pasar los micros ir volver ir volver ir y volver
    TAL MULTITUD FLUÍA SOBRE LA AVENIDA AREQUIPA,
     QUE NO PODÍA CREER QUE FUERAN TANTOS LOS QUE LA MUERTE ARREBATARA
[parafraseando a Eliot]

Ya no va mucho a la ciudad pero vuelve de la
ciudad de memoria atraviesa los aires él no llevó nunca
carteles publicitarios sobrevuela el Estadio Nacional solitario
algunas veces la Plaza Mayor de Gobierno
los Mercados Central o Mayorista y Minorista devela
enigmas que come la Esfinge ¿qué comerá una Esfinge?
¿secretos? ¿misterios? ¿vaticinios? ¿enigmas?
desciende en el santuario costero wari de Pachacámac
y todo parece volverse a veces locura locura

re-volver re-volver re-volver ¡revólver!

Pablo Guevara



LA GUERRA DE LOS HIELOS NO ES UNA GUERRA CUALQUIERA

                                                                                              “CUERPO NO HABEMOS”

     Aunque se ensayen miles de explicaciones descriptivas o
situaciones casi persuasivas... no hay difunto no hay fallecido
no hay detenido          NO HAY CUERPO HABIDO DETENIDO NON
CORPORA...

–«NO SABEMOS NADA NO PODEMOS SABER DE SU PARADERO PORQUE AQUÍ CON ESTOS NOMBRES QUE USTED SEÑALA (SR. SRA. STA.) NO TENEMOS NINGÚN DETENIDO NADIE CON ESAS SEÑAS ESTÁ REGISTRADO AQUÍ NO SEÑORA NO SEÑOR NO SEÑORITA NO JOVEN NO INSISTA NO TENEMOS ESOS APELLIDOS NI SEMEJANTES NI DIFERENTES HOMÓNIMOS O NO – NO INSISTA USTED SEÑORA NO INSISTA USTED SEÑOR ¿NO ENTIENDE USTED SEÑORITA? ¿NO ENTIENDEN USTEDES QUE NO PODEMOS DAR LO QUE NO TENEMOS? NO PODEMOS DECIR NADA A NADIE... SON ÓRDENES... ADEMAS NO FIGURAN AQUÍ
EN LAS RELACIONES...       NO SOMOS NOSOTROS LOS QUE HACEMOS LAS
LISTAS LOS FORMULARIOS LO LLENA EL OFICIAL Y LO FIRMA EL DETENIDO O LO FIRMAMOS NOSOTROS DANDO FE DEL DETENIDO Y AQUÍ NO ESTÁ EL SUYO
PORQUE POR EL QUE USTED PREGUNTA NO ESTÁ AQUÍ NO FIGURA ACÁ EN LA
RELACIÓN VÉALA USTED MISMA VAYA A OTRA DELEGACIÓN PORQUE AQUÍ SU
PARIENTE O SU SER QUERIDO NO ESTÁ... NO SE
ENCUENTRA AQUÍ... NO LO CONOCEMOS...

No los veremos nunca más aunque estén a pocos metros
de nosotros vivos todavía aunque sea sólo una cuestión de metros
de paredes de medio el abismo está ahí inmenso hueco negro
que se ensancha como un maelstrom especie de embudo feroz
gigantesco al costado entre el ser y el no-ser en sociedades que se
dicen modernas civilizadas que son también brechas insondables
en los glaciares por donde caen los andinistas o los alpinistas
hasta los guías himalayos más experimentados montañistas
por esos abismos inesperados que se reabren cada verano y
cada invierno se cierran precariamente además de las
avalanchas de nieve que borran en fracciones de segundo valles
con caseríos todo cambia de rostro de un momento para otro...

Así como un aluvión o wayco o huayco baja de repente
del Ande ola enorme pared desciende llena
de barro troncos y rocas gigantas y lo arrasa todo a su paso
todo desaparece en menos de lo que dura un suspiro...

Aunque esté detenido a pocos metros de usted
paredes de por medio o al fondo del edificio en el subsuelo
nadie le va a decir nadie le va a dar razón ni le van
a dejar ver a usted un centímetro o milímetro de su piel
todavía existente porque son órdenes superiores de la
superioridad no mostrar a nadie ningún detenido
quien entra ya no sale vivo por ningún motivo...

Ah esa testarudez de caprino que tiene el Poder en su testuz
testaruda que es tan trágico una vez comenzado a ejercer
sobre seres humanos no termina y sigue y sigue y sigue
con los que tanto amamos con quienes se crea amenazan
su permanencia y de quienes ya empezamos a sospechar que
desaparecerán y no reaparecerán nunca más como en ese poema
famoso de Edgar Allan Poe... «Never more»

Pablo Guevara



Mi padre

Tenía un gran taller. Era parte del orbe.
Entre cueros y sueños y gritos y zarpazos,
él cantaba y cantaba o se ahogaba en la vida.
Con Forero y Arteche. Siempre Forero, siempre
con Bazetti y mi padre navegando en el patio
y el amable licor como un reino sin fin.

Fue bueno, y yo lo supe a pesar de las ruinas
que alcancé a acariciar. Fue pobre como muchos,
luego creció y creció rodeado de zapatos que luego
fueron botas. Gran monarca su oficio, todo creció
con él. La casa y mi alcancía y esta humanidad.

Pero algo fue muriendo, lentamente al principio;
su fe o su valor, los frágiles trofeos, acaso su pasión,
algo se fue muriendo con esa gran constancia
del que mucho ha deseado.

Y se quedó un día, retorcido en mis brazos,
como una cosa usada, un zapato o un traje,
raíz inolvidable quedó solo y conmigo.

Nadie estaba a su lado. Nadie.
Más allá de la alcoba, amigos y familia,
qué sé yo, lo estrujaban.

Murió solo y conmigo. Nadie se acuerda de él. 

Pablo Guevara



¿Qué tan profundo es el océano?

Para Jane y Pablo

¿Qué tan profundo es el océano?
¿Qué tan altas las estrellas?
¿Cuántas rosas traes contigo ahora?
¿Cuánto es lo que, esta vez, he de llorar?
Canta Billy. Tú recoges.
La aproximas como una manta
para cubrirte.
Aunque el frío sea interior.
Y también el temor.
Anoche visité un poeta
en su lecho de enfermo.
Me dice que pudo escribir Hospital.
Que si no hubiese ido allí
no habría podido escribir aquello.
Que en un momento, y por algunos interminables días,
colocaron a cuatro enfermos dentro de un reducida habitación.
Uno a cada lado del poeta
y otro a sus pies.
Que ninguno dormía por las noches.
Que el de la derecha deliraba con culos
y tetas. Y que el de la izquierda
le silbaba, para acallarlo,
ya que no tenía fuerzas para ponerse en pie.
Que el que estaba a sus pies
era la viva representación
de uno de los grabados de Doré.
Que en aquella habitación, aun sin las ventanas,
sentía que cruzaba la vía láctea con ellos.
Un ancho tirabuzón
hecho de felicidad y dolor
incomprensibles.
Y que su esposa lo rescataba de allí
todos los días. Que lo había rescatado de allí
desde el principio.
Que de ello íntimamente se percató.

Pablo Guevara



Quietud en el Polo Sur

Son espejismos las ciudades
    no corren los trenes, nadie camina por las calles
    todo está en silencio
    como si hubiese huelga general
Pero porque todo está hecho para tu olvido
    y yo mismo dudo, si soy muerto o viviente
   tal vez ni mis brazos puedan cruzarse sobre mi pecho
   acostumbrados como estaban al contorno de tu cuerpo
Pero aunque no sobrevivirán muchas cosas
Y es cierto que mis ojos no serán mis ojos
   ni mi carne será mi carne
   y que Chile entero te está olvidando
Que se me derritan los ojos en el rostro
   si yo me olvido de ti
 Que se crucen los milenios y los ríos se hagan azufre
   y mis lágrimas ácido quemándome la cara
   si me obligan a olvidarte
Porque aunque hay miles de mujeres en quién poder
   alegrarse y basta un golpe de manos
   para que vuelvan a poblarse las calles
   no reverdecerán los pastos
   ni sonarán los teléfonos ni correrán los trenes si
   no te alzas tú la renacida entre los muertos
   ¡Despiértate tú, desmayada, y dime que me quieres!

Pablo Guevara










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