Vivian Gornick

 "A veces hay que releer los libros para desentrañar los misterios."

Vivian Gornick


"¿Cómo se aprende a estar consigo mismo para que se experimente el estar solo, que es bueno, pero no la soledad, que es mala? No hay receta. Solo tienes que vivirlo para adquirir la habilidad, lidiar con ello y no dejar que te destruya."

Vivian Gornick



"Crecí rodeada de mujeres independientes que decían: 'es un mundo de hombres y yo no quiero saber nada de él'. Pronunciar esa frase significaba ser una mujer rebelde. Había muchas cuando yo era joven, crecí teniendo una visión romántica de estas mujeres como si fueran algo inalcanzable para mí. Pensaba que esa no iba a ser yo, que era una excepción brillante. Pero el feminismo no es para las excepciones brillantes, el feminismo es para las mujeres ordinarias y estupendas, que somos todas. Es para la mujer de a pie, la que quiere experimentar la vida en las condiciones en las que ella no se sienta exiliada de sí misma."

Vivian Gornick


"Cuando me convertí en feminista, estaba a punto de querer divorciarme de mi segundo marido, pero aún no había llegado a ese punto. El feminismo me hizo comprender lo que me molestaba y quise divorciarme. Él era un hombre perfectamente decente, pero actuaba como un hombre, de una forma que me vulneraba. Muchos matrimonios se rompieron y mucha gente tuvo peleas terribles con sus familias. Caminamos sobre cáscaras de huevo mucho tiempo, pero te sentías fortalecida porque había un movimiento que te hacía compañía."

Vivian Gornick



"De pronto, me siento desgraciada. Sumamente desgraciada. Una oleada de derrota me atraviesa. Me siento desolada, sin dirección ni objetivo en la vida, todos mis afanes diarios son confusos e insignificantes."

Vivian Gornick



"Durante años mis elecciones estuvieron fuertemente condicionadas por lo que yo consideraba una preocupación colosal: me mantenía en guardia contra el miedo a la soledad. (…) El  miedo a la soledad, defendía yo por entonces, era responsable de tantos pactos con el diablo hechos por tantas mujeres que luchar contra esa angustia se convirtió en mí en una cuestión política."

Vivian Gornick



"El lenguaje literario se ha visto afectado por internet y a mí me resulta muy extraño. No lo entiendo y es por eso que no me siento capacitada para hacer una crítica. No me reconozco en ese lenguaje. En cualquier caso, todos los escritores que leo me influyen, en alguna parte de mi cabeza siempre queda algo registrado y lo voy a recordar en otros momentos. Incluso a día de hoy, si me pusiera a escribir un segundo volumen de Cuentas pendientes, encontraría muchos más escritores que releer. Acabo de dar el ejemplo de relectura de Elizabeth Hardwick, esta crítica americana a la que desprecié hace cuarenta años y a la que, a día de hoy, he releído y he visto virtudes que fui incapaz de ver entonces.

Mucha gente, cuando envejece, deja de leer o lee cada vez menos. A mí esto no me ha pasado: yo leo cuatro horas al día y leo todo tipo de cosas, de forma sistemática. Leer es una relación vibrante que está en constante evolución, que emociona, activa las manos, el cerebro… El hábito de la lectura se ha visto enfatizado por el confinamiento. Entre el final de la tarde y la cena es cuando me pongo a leer, y durante estos últimos tiempos ha sido muy importante para mí porque era lo único que me relajaba y me daba paz. Aquí, en Nueva York, en los primeros meses de la pandemia, veía la avenida vacía, sin movimiento, en silencio, ni una persona, ni un coche, nada, como si viviera en un paisaje de ciencia ficción, una peli de ciencia ficción surrealista. Aun así, no dejé de andar nunca, cada día salía a pasear. Me ponía la mascarilla, los guantes, y así lo hacía a diario, y luego volvía a casa y leía, y cuando leía me sentía aliviada, sentía un alivio tremendo. Seguro que mucha gente se ha reencontrado con la lectura a causa de la pandemia."

Vivian Gornick



"En los primeros años del feminismo, muchos matrimonios se fueron a pique porque tenían tantos conflictos por las cuestiones que ella planteaba que no aguantaron. Todo el mundo se dio cuenta de que la ideología es muy sencilla, pero la realidad emocional es muy complicada. Existe pues esa brecha, no hay manera de sortearla. Ni tampoco hay una receta. Cada cual tiene que lidiar con esto a su manera. He visto a mucha gente pelear y conseguir narrativas muy buenas, y luego he visto a mucha gente, incluida yo misma, a quien el marido le dijo una vez —yo estaba en mi treintena y él tenía cuarenta—: «Mira, me ha llevado cuarenta años aprender las reglas y ahora me dices que esto ya no vale». Es así como estaban las cosas en aquel entonces y resultó que aquello no era suficiente para mantenernos juntos. Así que nos separamos y muchas otras parejas también lo hicieron. No hay una receta mágica. Depende enormemente de cada persona, y no sólo de hombres o mujeres. Esa brecha entre la teoría y la práctica afecta a otros muchos campos, como puede ser también la amistad."

Vivian Gornick


"En los primeros años del feminismo y en mi generación de feministas vi muchos matrimonios que se fueron a pique. No porque el hombre o la mujer fueran malas personas, sino porque había tanto conflicto con las cuestiones que ella planteaba que el matrimonio no aguantaba. Entre la ideología que era sencilla y la realidad emocional, que es muy complicada, existe esa brecha.  No hay manera de sortearla ni hay una receta mágica. Cuando yo tenía 30 y él tenía 40 mi marido me dijo: 'mira, me ha llevado 30 años aprender las reglas, ¿y ahora esto ya no vale?'. Y resultó que aquello no era suficientete para mantenernos juntos."

Vivian Gornick




"En nuestros días escribir una carta es una decisión, mientras que cando yo era pequeña era una forma de vida. (…) Si me dan a elegir entre llamar por teléfono y escribir una carta, tengo que concluir que prefiero la llamada porque es por lo que opto nueve de cada diez veces. Pero no es que lo prefiera, es simplemente lo que hago. Es lo que todo el mundo hace: la respuesta habitual del mundo en que me ha tocado vivir, uno que no exige voluntad activa.

El mundo que me ha tocado vivir. Eso sí que es una frase para pararse a pensar. Una frase que me hace fruncir el ceño; que provoca un eco desagradable en la cabeza; que incluso me entristece."

Vivian Gornick



"Existen ventajas en envejecer. No hay nada que me dé miedo perderme."

Vivian Gornick



"Hay libros que exigen una experiencia vital para ser leídos, por eso algunos no se les puede dar a los jóvenes."

Vivian Gornick



"La cultura de la cancelación surgió de lo políticamente correcto. Los movimientos de liberación en los años setenta y ochenta eran sencillos, simples, directos: identificaron a las mujeres, los negros y los homosexuales como desposeídos. Queríamos igualdad política, social, cultural. Las demandas por la igualdad y los derechos para todos asustaron a la clase media y heterosexual, blanca y liberal, y de ahí surgió la corrección política. De lo políticamente correcto creció la cultura de la cancelación. Internet lo ha cambiado todo. El asunto está fuera de control, es tan puritano… Es horrible cómo la gente puede perder su trabajo por decir una palabra de más. Deploro la cultura de la cancelación, pero nunca saldría en su contra porque entiendo sus raíces. Vivimos un momento en el que enormes grupos de personas se enfrentan entre sí de manera muy activa, como no lo hacían cuando era joven. Nadie entenderá realmente lo que está sucediendo hasta que todos estemos muertos, hasta que la próxima generación tome el relevo. Nadie entiende nada mientras lo vive."

Vivian Gornick


“La única manera de que el amor romántico tenga éxito es aceptar al otro en todo su ser, más allá de su potencial sexual.”

Vivian Gornick



"Lo que hay que hacer es ser una misma, y encontrar un lugar bajo el sol."

Vivian Gornick




"Nació con el nombre de Mary Britton Miller en New London, Connecticut, en 1883, en el seno de una familia protestante acomodada, y llegó a convertirse en una de las Mujeres Singulares. Quién sabe por qué. Su infancia estuvo marcada por un melodrama no muy distinto a otros melodramas: a los tres años se quedó huérfana; a los catorce, su hermana gemela se ahogó; se especula que a los dieciocho pudo haber dado a luz a un hijo ilegítimo. Pero ¿qué es lo que hace que una sensibilidad se forme a partir de una serie de experiencias y no de otras; o, incluso, qué puede explicar que una serie de acontecimientos y no otros se conviertan en experiencia? Lo que no obstante sí es seguro es que indefectiblemente uno acaba siempre sorprendido –«¡Esto no es lo que tenía en mente!»– por cómo ocurren las cosas; y que, indefectiblemente también, esa sorpresa se convierte en materia prima para cada uno de nosotros.
Fueran cuales fuesen sus circunstancias reales, en 1911, a la edad de veintiocho años, Mary Miller se estableció en la ciudad de Nueva York, donde trabajó y vivió, bastante sola, durante el resto de su vida. Y fue en el apartamento del Greenwich Village que había ocupado durante más de cuarenta años donde murió en 1975. Nunca se casó, y al parecer nunca se le conoció ningún amante. Lo que sí tenía era amigos, algunos de los cuales la describen como una mujer ingeniosa y malevolente, altiva, divertida y, pese a ser autodidacta, muy culta.
Durante años, Mary B. Miller escribió poemas y cuentos convencionales que se publicaban, aunque pasaban desapercibidos. Entonces, entre 1946 y 1952, cuando tenía entre sesenta y tres y sesenta y nueve años, bajo el pseudónimo de Isabel Bolton, escribió tres novelas cortas modernas que, en el momento de su publicación, la colocaron en un lugar significativo del panorama literario. Edmund Wilson alabó su obra en The New Yorker, al igual que lo hizo Diana Trilling en The Nation. Ambos críticos pensaron que habían descubierto a un notable nuevo talento.
Estas novelas son todo voz, y en ellas no hay apenas trama. El lector está en la cabeza de una mujer –en esencia, en todos los libros se trata de la misma mujer– durante un día (o unos pocos días) en Nueva York, que reflexiona, medita, recuerda, tratando de comprender su vida en una prosa que es un reflejo de su mundo interior: libre, intermitente, propensa a la ensoñación. La acción siempre queda en un segundo plano; lo importante es la ensoñación."

Vivian Gornick
La mujer singular y la ciudad



"No uso redes sociales ni leo a ningún autor contemporáneo. Leo de forma no sistemática y sin metas. De repente, revisas tus propias estanterías y hay algo que te habla: “Ajá, es a ti a quien quiero leer”. Y eso hago."

Vivian Gornick


 "Nunca creí que viviría para ver cómo las mujeres devolvían el golpe. Yo quería que los grupos de mujeres hablaran entre ellos y se reconocieran las unas con las otras. No podía abandonar a mi madre porque me había convertido en mi madre. Yo no escribía para expresar mis sentimientos sino para perfilar esos apegos feroces."

Vivian Gornick



"Una memoria es una pieza de experiencia compartida. La diferencia principal entre una memoria y una novela —aunque la novela esté contada en primera persona, aunque el narrador sea yo— es que el lector sabe que en una memoria el narrador es el escritor, es decir, que la narración emana del escritor. El trabajo del narrador es crear dramas sobre sí mismo. En una novela tenemos más personajes que interactúan entre ellos y que son los que generan el drama necesario para que la narrativa avance; en una memoria solo te tienes a ti misma para producir dicho drama. A menudo tienes que verte a ti misma en aquello que se esté debatiendo, que se esté tratando. Te tienes que implicar. Primero tienes que aislar la experiencia, que es lo más complicado. Cuando empecé a escribir, pensaba que estaba todo en el pasado, que yo estaba escribiendo una historia sobre mi madre y que era agua pasada. Al cabo de cuarenta páginas, me di cuenta de que tenía muchas cuentas pendientes con mi madre y que no podía simplemente escribir sobre el pasado. Recordaréis el libro: paseo con mi madre por Nueva York y luego hablo de mi madre, mi hermano y yo cuando éramos pequeños. Me di cuenta de que quería que las mujeres hablaran entre ellas, que se reconocieran las unas y las otras, y ahí entendí que era una pieza sobre la experiencia, una parte de la experiencia que yo tenía que perfilar, y la esencia de dicha experiencia era que yo no podía abandonar a mi madre porque me había convertido en mi madre. Las memorias han sustituido más o menos a las novelas, ahora mismo. Sin duda, tiene que ver con el hecho de que desde la Segunda Guerra Mundial, por el Holocausto, los testimonios se hicieron muy necesarios. Primo Levi es el escritor que lo hizo mejor. No se puso a escribir ficción, se puso a describir lo que había pasado durante la guerra, se puso a escribir testimonios crudos, desnudos, para perfilarlos. Levi es un ejemplo perfecto: encontró la vía para escribir y para materializar su experiencia, y se puede resumir en una frase, en la que dice: «La primera vez que un hombre mire a otro hombre como una cosa, terminará en un holocausto». Esto es lo que él entendió al final y es lo que predomina en toda su escritura, este reconocimiento profundo treinta años después de la guerra. Todo el mundo, de repente, estaba dando testimonio de algo. Vino el movimiento de liberación, del que yo formé parte en los años setenta u ochenta del siglo pasado, y nos pareció normal dar testimonio al mundo de lo que era ser nosotras: es de aquí de dónde vienen estas obras y por eso está reflejado en las memorias. Para terminar, os insto a todos a recordar que una memoria tiene que poder contarle algo al lector desinteresado, no a la familia ni a los amigos. Al final, escribes para un lector desinteresado, lo que significa que tienes la misma responsabilidad que con cualquier otro tipo de lector."

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