Antonio de Solís y Rivadeneira

A la muerte de Montalbán

"Joven, de la parca atroz
el golpe airado y violento
pudo extinguirte el aliento,
mas no usurparte la voz;
que de la fama veloz
el bronce la ha repetido,
y halla en el bronce el oído,
cuando a los vientos la fía,
no sé qué dulce armonía
que dura más que el sonido."

Antonio de Solís y Rivadeneyra


A la rosa

"Viene abril y, ¿qué hace? En dos razones
viste a un rosal de hojas que ha tejido 
y luego toma y dice: "Este vestido 
tiene ojales; pues démosle botones."

Dáselos, y los rompen a empujones
las hormillas, que el tiempo ha colorido, 
ascuas hoy, que la púrpura ha encendido 
de los que eran ayer verdes carbones. 

Nace la rosa pues y, apenas deja
el botón, cuando un lodo la salpica, 
un viento la sacude, otro la acosa,

ájala un lindo, huélela una vieja
y al fin viene a parar a la botica; 
si esto es ser rosa, el diablo sea rosa."

Antonio de Solís y Rivadeneyra


A una dama

"Que me tuviste amor has confesado
cuando ya me condenas a tu olvido;
no me mataras, no, de aborrecido,
dejárasme morir de enamorado.

Haber perdido el bien después de hallado,
es peor que no haberle conseguido;
no es infeliz quien dicha no ha tenido,
sólo aquel que la pierde es desdichado.

¡Oh, nunca yo supiera que me amaste!
Pues juzga mi temor, o mi fineza,
que tu mudanza es culpa de mi dicha.

bien conozco de ti que te mudaste;
pero no sé culpar a tu firmeza,
como tengo más cerca a mi desdicha."

Antonio de Solís y Rivadeneyra




GASPAR
De esta suerte
me hallé sin todos mis celos.
Salí a la calle después
de aquel accidente raro
que me sucedió en la casa
de doña Clara, aguardando
a que saliese don Diego
para apurar todo el caso,
porque juzgué que no era
posible haberle llamado
doña Clara al tiempo mismo
que a mí me estaba esperando.
Salió, pues, y a mí se vino
colérico y enojado,
porque escuchó la disculpa
que me oyó, contra el recato
de su hermana; procuré
reducirle, asegurando
sus sospechas y, en el mismo
ir ponderando mi agravio,
me dio a entender que en la casa
de doña Clara entró acaso,
que ella se enojó de verle,
que a la ventana llamaron,
que dijo que era su padre
y que él se escondió en el cuarto
del jardín, con lo cual yo
vine a hallarme asegurado
desta duda y tan gustoso,
que me agradecí mi engaño.
Mas don Diego, que ya entonces
mañoso me había sacado
de la calle, me embistió
con el acero en la mano.
Hallóme con él, y apenas
se formó el primer reparo,
cuando llegó don García
y vino a hallarse obligado
don Diego a callar delante
de su enemigo su agravio;
y así fingió que los dos
nos estábamos burlando.
Él se fue y quedeme solo
con don García y, tratando
de Isabel, me confesó
que se valió su cuidado
anoche de una criada
para entrar donde le hallamos
sin que Isabel lo supiese,
de suerte que, en breve rato,
saqué dos seguridades:
de dos celos se trocaron
dos penas en dos avisos,
en dos gustos dos cuidados
y yo en un sosiego inútil
me hallé muy desamparado
sin mi queja, que el faltar
la razón en tales casos
viene a ser ocio, y el ocio
es grandísimo trabajo.
ORTUÑO
¿Sabes lo que decir quiero?
GASPAR
¿Qué, Ortuño?
ORTUÑO
¿Qué? Que es un diablo
muy entendido el que tiene
por su cuenta tus pecados.
Ahora, señor, me vienes
de nuevo embarraganado,
cuando pensé que harías,
después de dos desengaños,
una confesión bien hecha,
pues sois los enamorados
tales, que habéis menester
reñir para confesaros,
porque cualquiera enfadillo
que os da la que estáis amando,
es un gusano que os pudre
y así, en habiendo acabado
de pudriros, suele dar
tras la conciencia el gusano.
En fin, ¿quieres a Isabel?
GASPAR
¿Eso quién puede dudarlo?
ORTUÑO
¿Y a Clara?
GASPAR
Como al principio.
ORTUÑO
A la calle hemos llegado
sin sentir. ¿Y a cuál de todas
quieres con menos engaño?
GASPAR
De mi doña Clara hermosa
estoy casi enamorado.
ORTUÑO
¿Y Juana ha apedreado el campo?
GASPAR
Juana es ripio del cuidado.
ORTUÑO
Daré voces ¿Juana es ripio?

Antonio de Solís y Rivadeneyra
Amor al uso



"Siempre que no se puede lo mejor, es prudente dividir la dificultad para vencer uno por uno los inconvenientes."

Antonio de Solís y Rivadeneyra


Soneto

"Amar a dos, y a entrambas con fineza,
amor es, y el amor más entendido;
que más firme será contra el olvido,
si en dos bases estriba su firmeza.

Niñas, si me cortáis pieza por pieza,
hay para entrambas; y pues siempre ha sido
señal de sujeción darse a partido,
partidme, y no quebradme la cabeza.

Amor y odio, ya en el campo estrecho
del corazón batallas han tenido
juntos en él, aunque entre sí distantes.

Pues si a un tiempo tal vez dentro del pecho
dos efectos contrarios han cabido,
¿por qué no han de caber dos semejantes?"

 Antonio de Solís y Rivadeneyra










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