Edith F. Helman

"Se ha repetido tantas veces que Goya no empieza a pintar como Goya hasta después de la crisis de su enfermedad de fines de 1792 y principios de 1793, que se ha llegado a ver su obra dividida en dos partes no sólo distintas, sino ajenas una a otra. La primera parte se suele considerar como la obra mediocre de un joven pintor de oficio que, al empezar a pintar cartones para tapices para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, apenas sabe pintar, y se dedica a aprender todo lo que puede de su cuñado Bayeu, que dirigía sus primeros esfuerzos, y de los compañeros o colegas con los cuales colaboraba al principio. La verdad es que desde sus primeras obras conocidas, el joven Goya manifiesta el ansia de inventar su obra propia y el afán constante por dominar los medios de expresión para poder realizarla. La crisis de la enfermedad no hace más que intensificar este afán y aumentar la tensión que siente ya desde hace años entre su deseo y la realidad, entre la obra anhelada y la realizada; el interrumpir a la fuerza la vida hecha de encargos, obligaciones y compromisos, le permite mudar de una vez el caparazón de la rutina, entregarse a las fuerzas subterráneas que hasta entonces, más o menos represadas, le asediaban, y descubrir con la percepción agudizada el nuevo rumbo que ha de seguir.
Se suele hablar de este nuevo rumbo que Goya descubre a los cuarenta y seis años de edad como si fuera el principio de su actividad auténticamente creadora y de su obra original y característica. Es sin duda la veta más goyesca vista desde nuestra perspectiva actual; por eso nos parece que antes de su enfermedad no hubiera pintado como Goya.
La verdad es que desde las primeras obras suyas que nos quedan, cuando pinta para sí mismo, como en el juvenil autorretrato que vimos, las pinceladas, miradas de cerca, su manera de pintar por manchas en vez de delinear con el pincel las formas que esboza, ya nos dejan prever al pintor de muchos años después, como ya hemos señalado. Goya estudiaba y copiaba a los maestros, desde luego, para llegar a dominar los medios de expresión que buscaba, pero desde el primer momento se esfuerza por librar, por expresar la potencia creadora desbordante que sentía dentro de sí. El duende de la invención le había acompañado siempre y se imponía donde menos se esperaba, en un concurso académico, por ejemplo, en Madrid o en Parma, en los cuales nunca se llevaba el premio. Estando en Italia en 1771, Goya manda un cuadro al concurso de pintura en Parma sobre el tema anunciado: «Aníbal contempla por primera vez Italia desde los Alpes», y la Academia de Parma, al no concederle el premio, no deja de mencionar su obra elogiosamente, pero reconviniendo al pintor por haberse apartado del tema propuesto y de la verdad en el colorido."

Edith F. Helman
Trasmundo de Goya











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