Emiliano Hernández

A los héroes anónimos de la Independencia

No el Himno en bravas notas i compases de guerra
dirá como el Olvido: “blanda os sea la tierra”

(...)

Los lívidos cansancios, las tortuosas subidas,
los mutilados brazos i las rojas heridas,

apenas si son chispas en la fulgente llama,
números en el álgebra misteriosa del drama.

(...)

de vuestros Manes tristes, de vuestra humilde pena,
la Libertad surgía, como una azucena.

Abono de epopeya, de vuestra sangre al riego
brotó libre esta Patria, como una flor de fuego.

(...)

Vuestros osarios tienen para la Gloria mucho:
millares de vosotros os llamáis Ayacucho.

(...)

rayos en Carabobo i aludes en Pichincha,
frente al cañón que truena i el potro que relincha,

(...)

i los rostros curtidos i rasgadas las blusas,
i rodad a la huesa, en falanges confusas.

¡Os basta el Ideal que defendísteis! Pura
estrella en vuestra calle doliente de amargura!
I todos vuestros nombres bien valen este nombre:
¡Bolívar, el más alto derecho de ser hombre!8

Emiliano Hernández



A mi madre

Apenas si te conocí! Recuerdo
de tu mano gentil los dedos finos
i la luz de tus ojos casi azules,
como hechos de crepúsculos marinos.

Yá muerta te besé con ese llanto
de quien no sabe por qué llora. Era
Mayo con sus parábolas de rosas
i todo menos tú, la Primavera.

Si un áspid envenena mi esperanza,
dentro de mí mi espíritu me dice
que es el olvido la mejor venganza.

I amo ¡oh madre! por ti, los dedos finos
i las manos gentiles i los ojos
como hechos de crepúsculos marinos.

Emiliano Hernández




A una ausente

Torvo peñón que en la ribera fría
proyecta su cabeza mutilada,
yo sé de una gaviota enamorada
que va a besarlo cuando muere el día.

Carnal hechizo que adoró el ausente;
cuando mi verso, en la Siberia ignota
de la vida, fulgura de repente,

Y una dulzura extática me anega,
es tu raro cariño de gaviota,
tu viejo amor que a visitarme llega.

Emiliano Hernández



Esta Musa que tengo, serpentina piadosa,
con algo de Teresa de Jesús i Mignon,
es mi copa de acíbar, i de almíbar i rosa.

Es la loca divina de la estrella i la flor,
i del canto i del llanto i la carne sabrosa
que saludan las Hadas i las fieras y el Sol.

Emiliano Hernández



Madre Melancolía!
Madre de taciturnos! Madre mía!
Ni en la niebla de la filosofía,
ni en el disfraz de la literatura,
ni en la brisa de la caricatura,
ni en el abismo de las bibliotecas
adiviné tu lívida figura
de senos castos i de manos secas,

(...)

Madre Melancolía!
Madre de Don Quijote! Te ví un día
la figura seguir del Caballero
i merendar con él junto a una aldea;
abroquelar su destemplado acero;
su yelmo recoger en la pelea;
i en sus ojos fijar, tristes i vagos,
la lejana visión de Dulcinea!

(...)

Madre Melancolía!
La Primavera me dejó en el alma
un mundo de quimeras
que agoniza en el borde de estos muros
con sus aves parleras
i sus besos impuros!
La Primavera me dejó una dulce
inquietud, como un desasosiego
de amor; una lejana incertidumbre
i una sangre de fuego!

(...)

Un remoto dolor de Prometeo
i un olvido sutil de telaraña.1

Emiliano Hernández




¿Marchar? ¿A dónde?
¿En que ribera extraña
no se ha de oír el oleaje impío,
de la aventura huraña
i del eterno hastío?

(…)

Carne triste que vas sobre la arena
con el anhelo i el fastidio eternos,
bajo el rencor de todos los inviernos,
con cantos de sirena
i enconos de medusa,
¿qué ven tus ojos en la lid confusa?

Emiliano Hernández



No oro por mí.
La gran melancolía
de mi azar nebuloso,
es letanía que implora por los débiles,
en nombre
de todos los vencidos en la insana
arena donde gana
el rencor de los hombres contra el hombre.
Por ellos piden mis tristezas todas
cuando en mi ruta lírica destellas
oh noche! tus estrellas

Emiliano Hernández













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