José Herrera Petere

A méxico

¡Oh claridad que veía,
oh dulzura que acababa
en México!

Hay sentimientos
que cortan las esperanzas.
Te vi como roca queda
—¡las claridades pasadas!—
a ti, amiga, amiga, amiga
—¡Las claridades que amaba!—

En México, en las alturas
se perdieron las mañanas.
En México, en los jardines
se perdieron las palabras.
¡Oh alturas de plata fría,
oh amiga de plata amarga!

¡Oh luces las que veía!
¡Jardines, albores, nada!

*

Lo que se ve con los ojos
y se pierde es una idea
que a veces ha de tenernos
aherrojados de cadenas.
A veces ha de ser agua
en una mansa arboleda
de sueños.

A veces ha de ser monte
de más allá de la niebla.
A veces ha de ser nube
lo que se ve con los ojos
y se pierde: nube, idea.

*

Quísete como te quise
por las negras chimeneas,
quísete como te quise
por las terrazas sin puertas:
sobre una negra ventana
había una palma negra,
una bandera de luto
que cerró todas las puertas,
una bandera de sangre
que quemó las chimeneas,
una bandera de viento
que trajo el sol de la guerra.
Quísete como te quise,
México amigo, sin puertas.

*

Cumbres que tuvieran alas,
nieblas que tuvieran pies;
entre cumbre y niebla mía,
fantasma o máquina: ser.

¡Oh colores de la especie,
niño dorado, mujer!
Entre mujer y cabeza,
cumbre que tuviera pies.

Entre las alas de niebla,
llama que tuviera sed.

Sobre la sed, la distancia,
sobre la distancia, hiel.
Cumbres de niebla y de tiempo,
¡México ya no se ve!

José Herrera Petere


A mi padre muerto en destierro

Yo he tenido un Padre Honrado
se llamaba Emilio Herrera
que yace junto a mi casa,
en exilio, bajo tierra.

Las luces ya se retiran
fuegos fatuos, un misterio
alba del amanecer
resucitará a los muertos.

“Padre mío, padre mío
¿por qué me has abandonado…?”
Ya no tienes ojos verdes
¡Ya no hay tu ciencia en tus labios…!

Pero tu Dios es clemente
y tiene mirada blanca
y a través de las estrellas
admira tu alma clara.

Tu inteligencia palpita,
aún, en el cementerio,
diciendo, aquí yace un sabio
que peleó junto al pueblo

José Herrera Petere



Cuatro batallones

Hombres de Madrid: oídme
los hombres de pelo en pecho,
albañiles, tranviarios,
metalúrgicos, canteros,
comerciantes y empleados…
¡Habla el Quinto Regimiento!
Hombres de Madrid: escuchadme,
que vuestro oído esté atento,
que ni una mosca se mueva,
tened los ojos abiertos,
aquel y el otro, acercaros;
para irse no hay pretexto,
no hay prisa, novia, ni cine…
¡Habla el Quinto Regimiento!

El de la Victoria y Thaelmann,
el Regimiento de Acero,
el de Líster y Galán,
el de García y Modesto.

Por vosotros vengo, amigos;
por vuestro bien, compañeros.
Póngase falda el cobarde,
que el neutral se chupe el dedo
¡Adelante, a la batalla!:
Habla el Quinto Regimiento.
Que los moros mercenarios,
los chulos de tal del Tercio,
los señoritos parásitos
y los curas y banqueros,
no se metan en Madrid
a tiranizar al pueblo.

Para esto os llamo, españoles.
¡Habla el Quinto Regimiento!

Cuatro batallones rojos
organizados tenemos.
El de «Leningrado» es uno,
en memoria de aquel pueblo
que exterminó a los cosacos
de Yudenicht como a perros,
y hoy vive feliz y libre
sin burgueses ni usureros.

El de «La Comuna» es otro,
de París, heroico pueblo
de manos encallecidas
que se sublevó el primero.
Viene luego el de «Cronstadt»,
los muy bravos marineros
que a Petrogrado salvaron
hace diecinueve inviernos.
Y el de «Madrid», finalmente.
Madrid, el Madrid que es nuestro,
cuna del antifascismo
de España y del mundo entero.

Para esto os llamo, españoles,
a combatir cuerpo a cuerpo
para aplastar al fascismo.
¡No venga ningún enfermo,
débiles, viejos o niños;
hombres sanos sólo quiero,
seguros por sus ideas
y para las armas diestros!

Alistaos, trabajadores,
sangre de sangre de hierro
en los rojos batallones
del Regimiento de Acero,
por vuestro pan y salario,
por el pueblo madrileño,
por vuestras mujeres e hijos.
¡Viva el Quinto Regimiento!

José Herrera Petere



"Dentro del local se sucedieron los gritos de arriba España, Dios, Patria, Rey…, etc., y los saludos a la italiana.
Les entregaron un paquete de setenta a cada uno y les cosieron en la guerrera un escapulario: «Detente bala, el corazón de Jesús está conmigo».
El coronel Maza Pelliza volvió otra vez a poner los labios en forma de trompeta, para hablar del «resurgimiento nacional», «la resolución de España», «el glorioso ejército» y otras cosas, pero sin decir claramente en qué consistían. También llamó a los soldados «soldaditos», cosa que a Esteban le dio muy mala espina.
A continuación tomó la palabra Lucas Suso.
Habló del sol, del amanecer, del cielo azul, de los imperios españoles, de la «cultura occidental», puesta en peligro por los bolcheviques.
Tenía una voz aguda, que se convirtió en chillona cuando dio el grito de arriba España. Sus ojos parpadeaban febrilmente detrás de las gafas.
A continuación habló Aspiroz, el requeté, con voz profunda y entrecortada. En su cabeza, un poco calva, brillaban algunas gotas de sudor, como si la hubiesen regado con un sifón. La boina, colorada y amarilla, le había dado un calor espantoso durante toda la mañana.
Su discurso fue el menos lírico y el más breve. Nada de amaneceres, de soles nacientes ni dorados imperios. Nada de «cultura occidental». La cultura occidental era liberal y atea.
En resumen, no dijo más sino que, como los antepasados, había que volver a luchar por la Fe.
Después tomó la palabra un sacerdote gordo, sin duda un obispo o canónigo muy importante.
Fue acogido con grandes aplausos. Tenía el rostro cuidadosamente afeitado, las carnes blancas, los ojillos azules e inocentes, como cargados de una bondad pesada, semejante a un sueño reparador.
Su voz era suave, dulce, como la mantequilla de Soria.
Los momentos eran graves para España, pues hijos desgraciados y pobrecillos ignorantes, dignos de compasión, y a los que deseaba que Dios, en su infinita misericordia, les perdonase, habían puesto en peligro la «paz social», por seguir las prédicas del enemigo.
Tal vez habría que luchar, tal vez habría que derramar sangre; pero no importaba, porque Dios estaba con sus fieles como un pastor con sus ovejas, y al fin les daría a todos la bienaventuranza.
Las carnes blancas se iban tiñendo de un vivísimo carmín a medida que hablaba, y sus ojillos, antes apagados, soltaban chispas de alegría o de malicia.
Parecía que iba a romper a reír a carcajadas.
Su color blanco, sus mejillas sonrosadas, sus ojos azul purísimo, se mezclaban y se borraban con la distancia. Parecía un cielo amaneciente primaveral.
¡El verdadero amanecer de España!
A modo de un cargamento de carne fría, fueron metidos a las dos de la tarde en camiones.
El obispo o canónigo dio, antes de partir, la bendición a la carne fría y la regó de agua bendita."

José Herrera Petere
Acero de Madrid



El quinto regimiento

Lava de Madrid que corre,
lava por barrios enteros;
lava de Madrid que vuela,
lava por campos y cerros,
que al Guadarrama se llega
por los caminos ardiendo,
donde la negra culebra
del fascismo silba al viento;
lava que, líquida, corre,
ha de trocarse en acero,
que el Partido Comunista,
cuando en julio ardía el pueblo,
para vencer al fascismo
fundó el Quinto Regimiento.

José Herrera Aguilera más conocido como José Herrera Petere




Entra en Madrid

Entra en Madrid, faccioso que has vendido
al pueblo que hace siglos te alimenta;
ven y busca tu círculo y tu renta,
que es sólo lo que aquí se te ha perdido.

Sueño fatal a párpado encendido
tuviste en julio, nube de tormenta,
delirio opaco, fantasía cruenta,
a noche negra, dientes y crujido.

Entra y escucha, observa y enloquece,
Madrid perfecto, en pie sobre Castilla;
mira cómo resiste y cómo crece.
Su vista daña; tu soberbia humilla.

¡Entra traidor, y tapa contra el suelo
tu cara verde de vergüenza y duelo!

José Herrera Petere



"Es inconcebible los sueños de disparates que vemos escritos hoy con el nombre de poemas; para que nuestros lectores puedan estar al corriente […] de la actual poesía, copiamos algunas gemas, manifestaciones de esta producción, que en España tiene su principal florecimiento."

José Herrera Petere


Quinto regimiento

Lava de Madrid que corre,
lava por barrios enteros;
lava de Madrid que vuela,
lava por campos y cerros,
que al Guadarrama se llega
por los caminos ardiendo,
donde la negra culebra
del fascismo silba al viento;
lava que, líquida, corre,
ha de trocarse en acero,
que el Partido Comunista,
cuando en julio ardía el pueblo,
para vencer al fascismo
fundó el Quinto Regimiento.

Cuartel de Francos Rodríguez,
solar bajo el sol de fuego,
roja iglesia, rojos muros
de ladrillo y cemento,
filas de obreros se instruyen,
filas y filas de acero,
a falta de los fusiles,
al hombro llevan maderos;
a falta de bayonetas,
brazos y puños de hierro.

En la arena soleada
forman las filas de obreros,
pasos firmes, roncas voces,
fuertes brazos, ojos fieros,
Allá por el horizonte
se ven asomar los cerros
donde la negra serpiente
del fascismo silba al viento.

Cuartel de Francos Rodríguez
cuartel bajo el sol de fuego,
fuerte solar de cultura,
de fuerza del mundo nuevo,
en tus arenas ardientes
se instruyeron madrileños,
se fundió su ira roja
para trocarse en acero,
que el Partido Comunista
formó el Quinto Regimiento.

Batallones los de Thaelmann,
batallones los de Acero,
brigada de la Victoria,
Líster, Galán y Modesto,
Benito, Arellano, Heredia,
Cortijo y Paolo muertos,
vuestra sangre corrió unida
por el Quinto Regimiento,
por España antifascista,
alto, muy alto, el acero,
cómo se organiza y lucha
con consignas del momento,
cómo es cada vez más fuerte
el gran Quinto Regimiento;
cómo un pueblo ha transformado
en muro de firme acero.

¡Gran Regimiento de España,
gran Regimiento del pueblo,
que tu fuerte savia pase
contigo al único Ejército!
Si esto ocurre, de seguro
pronto el fascio será muerto.
Que tus hombres organicen
el gran Ejército nuevo,
único y libre de España,
grande, potente y certero;
sólo entonces, como tú,
podrá llamarse de acero.

José Herrera Petere











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