Sin embargo, el estudio de psicópatas “ambulatorios” ―lo que
llamamos “el psicópata ordinario”― apenas acaba de comenzar. Se sabe muy poco
acerca de la psicopatía que no entra dentro del estudio criminológico. Algunos
investigadores han comenzado a considerar seriamente la idea de que es
importante estudiar la psicopatía no como una categoría patológica, sino como
un rasgo general de la personalidad en la sociedad. En otras palabras, los
psicópatas están siendo reconocidos más o menos como una clase diferente de ser
humano.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 25
Se ha hecho notar con frecuencia que los psicópatas corren
con una clara delantera sobre los seres humanos con conciencia moral y
sentimientos, ya que no poseen ninguna de estas dos cualidades. Parece ser que
la conciencia moral y los sentimientos están relacionados con los conceptos
abstractos de “futuro” y de “prójimo”. Es “espacio-temporal”. Podemos sentir
miedo, compasión, empatía, tristeza y demás porque somos capaces de imaginar el
futuro de manera abstracta, basados en nuestras propias experiencias pasadas, o
incluso sólo en “conceptos de experiencias” en variaciones innumerables.
Tenemos la capacidad de “vernos a nosotros mismos” reflejados en esas experiencias,
aunque estén “allá afuera”, lo cual evoca sentimientos en nuestro interior. No
podemos realizar actos hirientes porque somos capaces de imaginar cómo nos
sentiríamos si alguien nos hiriera lo mismo a nosotros. En otras palabras, no
sólo podemos identificarnos con otros espacialmente, por así decirlo, sino
también temporalmente. Los psicópatas no parecen gozar de esta
capacidad. Son incapaces de “imaginar”, si empleamos ese término con el
fin de describir la habilidad que posee el ser humano para acceder realmente a
imágenes directas del “ser conectándose con otro ser”, por así decirlo.
¡Ah! ¡Sí! En efecto, pueden imitar sentimientos, pero lo único que parecen
sentir verdaderamente ―lo que los impulsa y los lleva a fingir diversos dramas
para causar efecto― es una especie de “hambre predatoria” de lo que desean. Es
decir, “sienten” la necesidad/el deseo como amor, y cuando alguien no satisface
sus necesidades o exigencias, pretenden que esa persona “no los quiere”. Más
aún, esta perspectiva de “necesidad/deseo” supone que sólo el “hambre” del
psicópata es válida, y cualquier cosa, todo lo que está “allá afuera”, todo lo
que es externo al psicópata, no es real excepto en la medida en que él lo pueda
asimilar como una especie de “alimento”. La única preocupación que parece tener
el psicópata es si algo o alguien presentan el potencial de ser utilizados o
proporcionarle algo. Todo lo demás está sujeto a este impulso. En pocas
palabras, el psicópata es un depredador. Si pensamos en las interacciones de
los predadores y sus presas en el reino animal, podemos hacernos una idea de lo
que se esconde detrás de la “máscara de la cordura” del psicópata. Del mismo
modo en que un predador animal adoptará toda clase de tácticas furtivas para
acechar a su presa, separarla del rebaño, acercársele e impedir que se resista,
el psicópata construye todo tipo de elaborados camuflajes compuestos de
palabras y apariencias ―mentiras y manipulaciones― para “asimilar” a su presa.
Esto nos conduce a una pregunta importante: ¿Qué obtiene realmente el
psicópata de sus víctimas? Es fácil distinguir qué objetivo persigue cuando
miente y manipula por dinero, bienes materiales o poder. Pero en muchos casos,
como en las relaciones amorosas o en las falsas amistades, no es tan fácil ver
qué busca el psicópata. Sin desviarnos demasiado en especulaciones espirituales
―un problema al cual Cleckley también se vio confrontado― podemos decir
simplemente que el psicópata parece gozar de hacer sufrir a los demás. De la
misma forma en que los seres humanos normales disfrutan de ver a otras personas
felices, o de hacer sonreír a los demás, el psicópata se deleita en todo lo
contrario.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 29
En cierto sentido, pareciera que los psicópatas son
devoradores de almas, o “psicófagos”.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 32
La máxima de la ciencia médica que utilizaremos como lema de
esta obra: Ignoti nulla curatio morbid (“No intente curar aquello que no
comprende”).
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 42
Este conocimiento acerca de la existencia de individuos
susceptibles y de cómo manipularlos nunca dejará de constituir una herramienta
útil para conquistar el mundo mientras siga siendo el secreto más oculto de
tales “profesores”. Cuando se convierta en una ciencia hábilmente popularizada,
ayudará a las naciones a desarrollar inmunidad. Pero en aquel entonces, todos
ignorábamos esa verdad.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 50
De joven, leí un libro acerca de un naturalista que vagaba
por las tierras vírgenes de la cuenca amazónica. En un momento dado, un pequeño
animal cayó de un árbol y se deslizó por el cuello de su camisa y su nuca,
arañándole la piel, provocándole mucho dolor y chupándole la sangre. El biólogo
se lo quitó de encima con toda precaución —sin ira, pues el pequeño animal no
podía evitar alimentarse de esa manera si aquello era lo que dictaba su
naturaleza— y procedió a estudiarlo meticulosamente. Esa historia me volvió
constantemente a la mente durante aquellos tiempos tan difíciles en los que un
vampiro se nos prendió al cuello, y succionó la sangre de una nación
desdichada.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 50
Al rastrear los mecanismos del comportamiento de la génesis
del mal, uno debe mantener bajo control tanto el aborrecimiento como el miedo,
someterse a la pasión por la ciencia epistemológica y desarrollar esa postura
serena necesaria en el estudio de la Historia de la Naturaleza. Nunca debemos
perder de vista el objetivo: trazar los procesos de la ponerogénesis, ver hacia
dónde pueden conducirnos y qué amenazas tal vez supongan para nosotros en el
futuro.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 55
En mi opinión, la ponerología demuestra ser una nueva rama
de la ciencia que nace de una necesidad histórica y de los logros más recientes
en medicina y en psicología. A la luz del lenguaje objetivo naturalista,
estudia los componentes y los procesos causantes de la génesis del mal, sin
importar el alcance social de este último.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 58
La ponerogénesis de los fenómenos macrosociales —la maldad a
gran escala— que constituye el principal objeto de este libro, parece estar
sujeta a las mismas leyes naturales que gobiernan las cuestiones humanas a
nivel individual o de grupos pequeños. El papel que desempeñan las personas con
diversos defectos psicológicos y anomalías de un nivel clínicamente bajo parece
ser una característica perenne de tales fenómenos. En el fenómeno macrosocial
que más tarde denominaremos “patocracia”, cierta anomalía hereditaria que hemos
aislado y denominado “psicopatía esencial” es causativa y catalíticamente crucial
en la génesis y la supervivencia de la maldad social a gran escala.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 59
El objetivo debe ser reparar los problemas sociales; no
destruir la sociedad.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 61
En una civilización deficiente en conocimiento psicológico,
ciertos individuos hiperactivos impulsados por dudas internas, producto de la
sensación de ser “diferentes”, fácilmente hallan eco en la consciencia poco
desarrollada de otras personas. Esos individuos sueñan con imponer su poder y
sus diferentes formas de experimentar el mundo, tanto dentro de su entorno como
en el seno de la sociedad. Desafortunadamente, en una sociedad psicológicamente
ignorante, estos sueños cuentan con una gran probabilidad de convertirse en
realidad para estos individuos, y en una pesadilla para los demás.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 69
Cuanto más comprendemos la causalidad de la personalidad
humana, más fuerte será la impresión de que la humanidad forma parte de la
naturaleza y de la sociedad, y está sujeta a dependencias que estaremos en
mejores condiciones de entender. Sobrellevados por la nostalgia humana, nos
preguntamos si realmente no hay cabida para un ámbito de libertad, para un
Purusha. Cuanto mayor progreso realizamos en nuestro arte de entender la
causalidad humana, mayor es nuestra capacidad para liberar a las personas que
confían en nosotros de los efectos tóxicos del condicionamiento, que ha
restringido innecesariamente su libertad para comprender y tomar decisiones de
manera adecuada. De esta forma, estamos en posición de hallar la mejor solución
a los problemas de nuestros pacientes. Si caemos en la tentación de emplear la
estructura natural de los conceptos psicológicos con este fin, el consejo que
les brindemos sonará bastante similar a las muchas aseveraciones que nunca les
han resultado totalmente productivas ni los han ayudado a liberarse de su
problema.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 72
Al afirmar su propia personalidad, el hombre suele reprimir
del campo de su consciencia cualquier asociación que indique un
condicionamiento causativo externo de su propia visión del mundo y de su
comportamiento. Especialmente los jóvenes prefieren creer que poseen libertad a
la hora de efectuar elecciones y tomar decisiones. Sin embargo, resulta
relativamente simple para un analista experimentado hallar las condiciones
causativas de esas elecciones. Gran parte de este condicionamiento se oculta en
nuestra infancia; aunque los recuerdos puedan tal vez esfumarse, los resultados
de nuestras experiencias tempranas nos acompañan toda la vida.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 72
Ningún individuo es capaz de desarrollarse sin la influencia
de otras personas (y de sus personalidades respectivas), o los valores que han
sido inculcados por su civilización y sus tradiciones morales y religiosas. Es
por esta razón que los seres humanos nunca poseen una visión natural del mundo
lo suficientemente universal o completamente acertada. Las diferencias entre
los individuos y las naciones son producto tanto de predisposiciones heredadas
como de la ontogénesis de las personalidades.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 73
Siempre que encontramos a una persona cuya visión individual
del mundo se ha desarrollado bajo la influencia de condiciones atípicas,
tendemos a emitir un juicio moral en nombre de nuestra propia manera de
concebir el mundo, que es más convencional. En pocas palabras, cada vez que un
factor psicopatológico no identificado entra en juego, se vuelve imposible
aplicar la visión natural del mundo.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 76
Vale la pena señalar que, si amamos a un hombre, amamos
sobre todo su instinto humano.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 84
Nuestro afán por mantener bajo control a cualquiera que nos
dañe a nosotros o a nuestro grupo es una necesidad casi refleja tan primitiva
que no deja lugar a dudas de que también está codificada a un nivel instintivo.
Sin embargo, nuestro instinto no diferencia entre el comportamiento que se
produce a causa de una simple falla humana, y aquél que adoptan los individuos
con aberraciones patológicas. Por el contrario, instintivamente tendemos a
juzgar en forma más severa a estos últimos, escuchando la voz de la naturaleza
que se esfuerza por eliminar a los individuos con defectos biológicos o
psicológicos. Nuestra tendencia a cometer semejante error generador del mal se
encuentra, por tanto, condicionada a nivel instintivo.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 84
El hombre también ha desarrollado una función psicológica
que no está presente entre los animales. Sólo el ser humano es capaz de
aprehender una cierta cantidad de material o imaginación abstracta dentro de su
campo de atención, inspeccionándolos internamente a fin de poder realizar
eventualmente otras actividades mentales al respecto. Esto nos permite afrontar
hechos, realizar operaciones constructivas y técnicas, y predecir resultados
futuros. Si los hechos que son sometidos a la proyección interna y a la
inspección conciernen la propia personalidad del hombre, éste lleva a cabo un
acto de introspección esencial para monitorear el estado de su personalidad y
los significados de su propia conducta. Este acto de proyección interna y de
inspección complementa nuestra consciencia; es una característica única a la
especie humana. Sin embargo, existen divergencias excepcionalmente importantes
entre los individuos, en lo que atañe a la capacidad de realizar dichos actos
mentales. El grado de eficiencia de esta función cognitiva ha demostrado tener
una correlación estadística relativamente baja con respecto al nivel de
inteligencia general. Por lo tanto, si hablamos de la inteligencia
general del hombre, debemos considerar tanto su estructura interna como las
diferencias individuales que ocurren a cada nivel de la estructura. Al fin y al
cabo, el sustrato de nuestra inteligencia contiene el patrimonio instintivo
natural de la sabiduría y del error, lo cual genera la inteligencia básica para
procesar las experiencias de vida. Superpuesta a esta estructura, y gracias a
la memoria y a la capacidad asociativa, se encuentra nuestra habilidad para
efectuar operaciones cognitivas complejas, coronadas por el acto de la
proyección interna que mejora constantemente su grado de precisión. Todos
estamos dotados en diferente grado de estas facultades, lo cual forma un
mosaico de múltiples talentos individuales. La inteligencia básica crece
a partir de este sustrato instintivo que se encuentra bajo la influencia de un
entorno amistoso y un compendio accesible de experiencias humanas; se
interrelaciona con el afecto superior, lo cual nos permite comprender a otras
personas e intuir su estado psicológico por medio de cierto realismo ingenuo.
Todo eso condiciona el desarrollo del razonamiento moral. Esta capa de nuestra
inteligencia se encuentra distribuida entre toda la sociedad; la abrumadora
mayoría de la gente la posee, lo cual explica por qué, con frecuencia, quedamos
admirados ante el tacto, la intuición y la sensatez en las relaciones sociales
de quienes simplemente poseen una inteligencia promedio. También vemos a
personas con un intelecto sobresaliente que carecen de estos mismos valores
naturales. Tal y como sucede con las deficiencias en el sustrato instintivo,
los déficits en esta estructura básica de la inteligencia se expresan con
frecuencia en características que percibimos como patológicas.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 86
Es una ley universal de la naturaleza que entre más elevada
sea la organización psicológica de una especie, mayores serán las diferencias
psicológicas entre los individuos que la compongan. El ser humano constituye la
especie más organizada; por lo tanto, estas variaciones son mayores.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 88
Esta aparente injusticia de la naturaleza es, de hecho, un
gran obsequio a la humanidad, ya que permite a las sociedades humanas
desarrollar sus complejas estructuras y ser creativas tanto a nivel individual
como colectivo. Gracias a la variedad psicológica, el potencial creativo de
cualquier sociedad es mucho más elevado de lo que podría serlo si nuestra
especie fuese psicológicamente más homogénea. Además, estas variaciones
facilitan el desarrollo de la estructura implícita en el interior de la
sociedad. El destino de las sociedades humanas depende de una adaptación
adecuada de los individuos dentro de esta estructura, y de la manera en que se
da uso a los diversos talentos. Nuestra experiencia nos enseña que las
diferencias psicológicas entre las personas son una causa de malos entendidos y
de problemas. Sólo nos es posible superar estos conflictos si aceptamos las
diferencias psicológicas como una ley de la naturaleza y apreciamos su valor
creativo. Eso además nos permitiría comprender objetivamente al hombre y las
sociedades humanas. Desafortunadamente, también nos enseñaría que la igualdad
bajo la ley de los hombres equivale a una desigualdad bajo la ley de la
naturaleza.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 89
Si observamos nuestra personalidad humana explorando de
forma consistente la causalidad psicológica interna, y si somos capaces de
explorar lo suficientemente esta cuestión, nos aproximaremos cada vez más a los
fenómenos caracterizados por un bajo nivel de energía bíopsicológica, que
comienzan a presentársenos con cierta sutileza. Tras haber descubierto este
fenómeno, intentamos rastrear particularmente nuestras relaciones, debido a que
hemos agotado la plataforma analítica disponible. Finalmente, debemos admitir
que en nuestro interior notamos el producto de una causación supra-sensorial.
Es posible que este camino sea el más difícil de todos, pero nos conducirá a la
mayor certeza material acerca de la existencia de aquello que mencionan las
principales religiones. Obtener una pequeña dosis de verdad mediante este
proceder nos hace adquirir respeto por las enseñanzas de los antiguos filósofos
en lo que se refiere a la existencia de algo que existe más allá del universo
material. Y si deseamos comprender la humanidad, al hombre como un todo,
sin abandonar las leyes del pensamiento que el lenguaje objetivo requiere, nos
veremos finalmente obligados a asumir esta realidad que se halla dentro de cada
uno de nosotros, sea normal o no, la hayamos aceptado porque así fuimos criados
o bien por iniciativa propia, o la hayamos rechazado por razones materialistas
o científicas. A fin de cuentas, cuando analizamos las actitudes psicológicas
negativas, invariablemente siempre discernimos una afirmación que ha sido
reprimida del campo de la consciencia. Como consecuencia de dicha represión, el
constante esfuerzo subconsciente por negar conceptos acerca de la existencia de
ciertos elementos de la realidad genera un afán por eliminarlos en otras
personas. Es por esta razón que abrir con confianza nuestra mente a fin
de percibir esta realidad es indispensable para todo aquél cuya tarea consista
en comprender a otras personas, y a su vez, es una sugerencia recomendable para
todos. Gracias a esa actitud, nuestra mente se libera de tensiones internas y
de estrés, así como de la tendencia a seleccionar y sustituir información,
incluyendo aquellas áreas que son más fácilmente accesibles a una comprensión
naturalista.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 89
… es extremadamente difícil para los psicólogos creer en el
valor de cualquier ideología social basada en premisas psicológicas
simplificadas o incluso ingenuas. Esto se aplica a cualquier conjunto de ideas
que intente simplificar excesivamente la realidad psicológica, ya sea que se
trate de una ideología utilizada por un sistema totalitario o,
desafortunadamente, también por la democracia. Las personas son diferentes.
Todo aquello que es cualitativamente distinto y se encuentra en un estado de
permanente evolución, no puede ser igual.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 92
Forma parte del destino del hombre cooperar activamente para
darle forma al destino de la sociedad mediante dos caminos principales que
consisten, respectivamente, en construir su vida individual y familiar dentro
de la comunidad, y convertirse en un miembro activo de todos los asuntos
sociales. Para ello se basa en su comprensión (con un poco de suerte,
suficiente) de lo que se necesita hacer, lo que se debe hacer y si es capaz o
no de hacerlo. Esto requiere que un individuo desarrolle dos áreas de
conocimiento algo superpuestas acerca de varios temas. No sólo su vida, sino
también la de su nación y la de toda la humanidad, dependen de la calidad de
este desarrollo.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 96
El nivel de exactitud con que nos comprendemos a nosotros
mismos y a los demás caracteriza los componentes que condicionan nuestras
decisiones y elecciones, sean mundanas o importantes, tanto en nuestra vida
privada como en nuestra participación social.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 98
Es sólo cuando somos capaces de comprender a una persona en
relación con sus verdaderos contenidos internos, sin sustituirlos con rótulos
externos, que estamos en condiciones de ayudarla en su camino de adaptación a
la vida social, lo cual la beneficiará y facilitará la construcción de una
sociedad estable y creativa.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 99
El único destino posible de una democracia compuesta por
individuos con un conocimiento psicológico inadecuado es el deterioro
evolutivo.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 104
Así como un marinero que tiene en su posesión un mapa
náutico preciso disfruta de una mayor libertad a la hora de escoger el rumbo
que tomará y la manera en que maniobrará entre las islas y las bahías, una
persona dotada con una mejor comprensión de sí misma, de los demás, y de las
complejas interdependencias de la vida social, adquiere una mayor independencia
ante las diferentes circunstancias de la vida, lo cual le permite superar
situaciones difíciles de comprender. Al mismo tiempo, dicho conocimiento
profundo hace que un individuo acepte más probablemente sus obligaciones para
con la sociedad y se subordine a la disciplina que se vuelve evidentemente
necesaria. Las sociedades que están mejor informadas logran alcanzar, a su vez,
un orden y criterios internos para realizar esfuerzos colectivos. Este libro
está dedicado a reforzar este conocimiento por medio de una comprensión
naturalista de los fenómenos, algo que hasta el momento ha sido comprendido
sólo por medio de categorías excesivamente moralistas de la visión natural del
mundo. En una perspectiva más amplia, el aumento constante del
conocimiento acerca de las leyes que gobiernan la vida social y sus apartados
recesos atípicos, debe llevarnos a reflexionar acerca de los errores y las
deficiencias de aquellas doctrinas sociales estudiadas detalladamente hasta el
día de hoy, que se basaron en una comprensión extremadamente primitiva de estas
leyes y fenómenos. No existe gran distancia entre tales consideraciones y el
conocimiento de cómo operan estas dependencias en los sistemas sociales
antiguos y actuales; lo mismo se aplica a las críticas sustanciales con
respecto a estos mismos. Basada en esta comprensión cada vez más profunda de
las leyes naturales, hoy está a punto de nacer una nueva idea, es decir, la
construcción de un nuevo sistema social para las naciones. Dicho sistema
podría ser mejor que cualquiera de los que lo ha precedido. Construirlo es
tanto posible como necesario, y no se trata simplemente de una vaga visión
futurista. Al fin y al cabo, una gran cantidad de países están siendo dominados
por condiciones que han destruido las formas estructurales diseñadas por la
historia, y que las han remplazado por sistemas sociales adversos al
funcionamiento creativo. Son sistemas que pueden sobrevivir únicamente por
medio de la fuerza. Por ende, tenemos frente a nosotros un gran proyecto de
construcción que exige un emprendimiento bien organizado y de gran envergadura.
Cuanto antes pongamos en marcha esta tarea, más tiempo tendremos para llevarla
a cabo.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 111
Así como un marinero que tiene en su posesión un mapa
náutico preciso disfruta de una mayor libertad a la hora de escoger el rumbo
que tomará y la manera en que maniobrará entre las islas y las bahías, una
persona dotada con una mejor comprensión de sí misma, de los demás, y de las
complejas interdependencias de la vida social, adquiere una mayor independencia
ante las diferentes circunstancias de la vida, lo cual le permite superar
situaciones difíciles de comprender. Al mismo tiempo, dicho conocimiento
profundo hace que un individuo acepte más probablemente sus obligaciones para
con la sociedad y se subordine a la disciplina que se vuelve evidentemente
necesaria. Las sociedades que están mejor informadas logran alcanzar, a su vez,
un orden y criterios internos para realizar esfuerzos colectivos.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 111
Durante los “buenos” tiempos, percibir la verdad acerca de
nuestro entorno y, en especial, comprender la personalidad humana y sus
valores, dejan de ser una virtud; todo aquél que se haga preguntas y plantee
dudas es menospreciado y se le juzga de ser un entrometido incapaz de dejar el
bienestar tranquilo. A su vez, esa actitud conlleva al empobrecimiento del
conocimiento psicológico, así como de la capacidad para diferenciar las
propiedades de la naturaleza humana y de la personalidad, y de la habilidad
para moldear la mente de manera creativa. El culto del poder reemplaza así
aquellos valores mentales tan esenciales para mantener las leyes y el orden de
manera pacífica. Podríamos decir que el enriquecimiento de una nación con
respecto a la visión psicológica del mundo, o por el contrario, su involución,
permiten predecir si su futuro será bueno o malo. La búsqueda de la
verdad resulta problemática durante los tiempos “buenos” debido a que revela
hechos incómodos. Es preferible albergar pensamientos más sencillos y
placenteros. La eliminación inconsciente de información a simple vista
innecesaria se convierte en un hábito, y gradualmente pasa a ser una costumbre
aceptada por la sociedad en general. El problema es que resulta difícil sacar
conclusiones correctas mediante el uso de un proceso de pensamiento basado en
información tan parcializada, que con el tiempo reemplaza de manera
inconsciente aquellas premisas incómodas por otras más convenientes,
aproximándose de ese modo a los límites de la psicopatología. Dichas
épocas felices para un grupo (frecuentemente alcanzadas a raíz de injusticias
hacia otros pueblos o naciones) comienzan a coartar la capacidad de desarrollar
una consciencia individual y social; los factores subconscientes asumen un rol
decisivo en la vida. Una sociedad de este tipo, que ya ha sido infectada por
ese estado histeroide [54], considera que toda percepción derivada de una
verdad incómoda es señal de “mala educación”. Tomando prestada la analogía de
J.G. Herder [55], el iceberg se hunde en un mar de inconsciencia falsificada, y
sólo se percibe su punta por encima de las olas de la vida. La catástrofe se
mantiene al acecho. En esos tiempos, la capacidad para reflexionar de manera
lógica y disciplinada, que nace durante las épocas difíciles, comienza a
desvanecerse. Cuando las comunidades pierden la capacidad de desarrollar el
razonamiento psicológico y la crítica moral, se intensifican los procesos de
creación del mal en todas las escalas sociales, ya sea a nivel individual o
macrosocial, hasta que todo vuelve a dar lugar a los malos tiempos.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 121
Durante el ciclo de los tiempos de felicidad y de paz, se
empobrece la visión del mundo y aumenta el egotismo; las sociedades pasan a
someterse a una histeria progresiva, hasta llegar a la etapa final, bien
descrita por los historiadores, que conduce a las épocas de desaliento y
confusión que llevan milenios existiendo, y que vivimos incluso hoy día. El
grado de retroceso de la mente y de la personalidad, una característica de los
tiempos de aparente felicidad, varía de una nación a otra; mientras que algunos
países logran sobrevivir al resultado de aquellas crisis con daños menores,
otros pierden naciones e imperios enteros. Los factores geopolíticos también
han desempeñado un papel decisivo en esos acontecimientos.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 126
A pesar de las diferencias cualitativas arriba mencionadas,
estos ciclos suelen ser de duración similar. Si asumimos que el extremo de
histeria en Europa ocurrió alrededor del año 1900 y que retorna cada menos de
dos siglos, encontraremos condiciones similares. Esa isocronicidad cíclica
puede alcanzar tanto una civilización como países vecinos…
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página127
Debemos tomar consciencia de que las dificultades y
tensiones sociales más dramáticas ocurren al menos diez años después de las
primeras señales visibles de haber salido de una crisis psicológica. Al ser una
consecuencia, constituyen además una reacción tardía a la causa o son animadas
por el mismo proceso de activación psicológica. Por lo tanto, el período en que
es posible tomar medidas eficaces para contrarrestar el proceso es
relativamente breve.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 130
A medida que fui adquiriendo experiencia, comprendí que la
naturaleza del mal es similar a la de la enfermedad, si bien posiblemente sea
más compleja y capaz de eludir más fácilmente nuestra comprensión. Su origen
revela muchos factores patológicos, en especial psicopatológicos, en la
personalidad, cuya esencia ya ha sido estudiada por la medicina y la
psicología, o bien requieren que se lleven a cabo nuevas investigaciones para
poder comprenderlos.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 141
Todos los investigadores que se dedican al estudio de la
psicopatía subrayan principalmente tres cualidades con respecto a esta variedad
más típica: la ausencia de sentimiento de culpa tras haber cometido actos
antisociales, la incapacidad de amar verdaderamente, y su tendencia a la
charlatanería, que les permite desviarse de la realidad con facilidad.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 180
Un paciente neurótico es generalmente taciturno y tiene
dificultades para explicar lo que más le duele. Un psicólogo debe saber cómo
superar estos obstáculos actuando sin herir al paciente. Los neuróticos tienden
a sentir una culpa excesiva por acciones fáciles de perdonar. Esos pacientes
son capaces de amar en forma honesta y duradera, si bien les cuesta expresarlo
o lograr hacer realidad sus sueños. El comportamiento de un psicópata es
diametralmente opuesto a dichos fenómenos y dificultades.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 180
Para el psicópata, la vida consiste en alcanzar aquello que
le atrae en el momento, situaciones de placer y sensaciones temporarias de
poder. A menudo se topan con el fracaso en su camino, así como con la fuerza y
la condena moral por parte de la sociedad de esas otras personas
incomprensibles.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 182
Si algún día “las condiciones cambian” y “el mal deja de
reinar”, será gracias a que el progreso en el estudio de los fenómenos
patológicos y de su papel ponerogénico habrá permitido a las sociedades aceptar
en forma serena la existencia de estos fenómenos, y comprenderlos como
categorías de la naturaleza. En ese caso, la visión de una nueva estructura
social justa podrá volverse realidad, bajo el dominio de personas normales.
Tras habernos reconciliado nosotros mismos con el hecho de que esas personas son
diferentes y poseen una capacidad limitada para adaptarse a la sociedad,
debemos crear un sistema que les ofrezca protección permanente dentro del marco
de la razón y del conocimiento adecuado; un sistema que convertirá parcialmente
sus sueños en realidad.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 186
El poder debería estar en manos de personas normales. Un
ponerólogo simplemente pide que se eduque apropiadamente a esa autoridad para
que comprenda a aquellas personas “menos normales”, y que la ley se base en
dicha comprensión.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 189
Cuando una persona normal se subordina a individuos
psicológicamente anormales, sufre graves consecuencias en su personalidad: le
genera trauma y neurosis. Por lo general, eso se lleva a cabo de una manera que
evade todo control consciente. Una situación semejante despoja a la persona de
sus derechos naturales: la práctica de su propia higiene mental, el desarrollo
de una personalidad lo suficientemente autónoma y el uso de su sentido común.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 191
El egotismo: Llamamos egotismo a la actitud, generalmente
condicionada en forma subconsciente, que consiste en atribuir un valor excesivo
a nuestros reflejos instintivos, a nuestros pensamientos ilusorios y hábitos
adquiridos durante la temprana edad, y a nuestra visión individual del mundo.
El egotismo obstaculiza la evolución normal de la personalidad porque fomenta
el dominio de la vida subconsciente y dificulta la aceptación de ciertos
estados desintegrativos que pueden ser de mucha utilidad para el crecimiento y
el desarrollo. A su vez, este egotismo y rechazo de la desintegración [125]
favorece el surgimiento de reacciones para-apropiadas como las que mencionamos
anteriormente. Una persona egotista mide a los demás con su propia vara, y
considera que sus propios conceptos y experiencias constituyen criterios
objetivos. Desearían obligar a los demás a sentir y a reflexionar en forma muy
similar. Las naciones egotistas albergan el propósito subconsciente de enseñar
e imponer sus propias categorías de pensamiento a otras naciones, lo que las
incapacita a la hora de comprender a otras personas y naciones, o de
familiarizarse con los valores culturales que éstas han adoptado.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 199
Cada vez que imponemos una interpretación moralista a las
faltas y los errores del comportamiento humano, nos cerramos a la posibilidad
de comprender las causas que originan los fenómenos, y abrimos paso a emociones
de venganza y a juicios psicológicos erróneos. En realidad, estos errores en la
conducta humana derivan en gran medida de la influencia de los factores
patológicos que, ya sea los que hemos mencionado u otros, suelen verse confusos
en las mentes que no han sido instruidas en esta área. Por tanto, es así como
permitimos que esos factores prosigan sus actividades ponerogénicas, tanto en
nuestro interior como en los demás. No existe nada que envenene más el alma
humana y nos despoje de la capacidad para comprender la realidad en forma más
objetiva, que nuestra obediencia a esa tendencia tan común entre nosotros, a
adoptar una postura moralista con respecto al comportamiento humano.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 203
Este podría ser un buen momento para postular la hipótesis
de que la verdadera ley moral nace y existe independientemente de nuestros
juicios al respecto, e incluso de nuestra habilidad para reconocerla. Y que, por
tanto, para llegar a comprender esto es necesario adoptar una postura
científica, no una actitud creativa: debemos subordinar humildemente nuestra
mente a la realidad que nos concierne. Es así como descubrimos la verdad acerca
del hombre (tanto sus debilidades como sus valores), que nos enseña qué
constituye un comportamiento decente y adecuado hacia otros individuos y
sociedades.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 206
El fascismo parece estar diametralmente opuesto al comunismo
y al marxismo, tanto en el sentido filosófico como político, y también se opuso
a la economía capitalista democrática, al socialismo y a la democracia liberal.
Según esta doctrina, el Estado se asemejaba a una entidad orgánica vista de
manera positiva, más que a una institución diseñada para proteger los derechos
colectivos e individuales, o como un ente que requería ser mantenido bajo
control. El fascismo se caracteriza también por los intentos totalitarios por
imponer un control estatal sobre todos los aspectos de la vida, es decir, en el
plano político, social, cultural y económico. Eso describe exactamente lo que
se aceptó bajo el nombre del comunismo. El Estado fascista regula y controla los
medios de producción (en lugar de nacionalizarlos). El fascismo considera que
la nación, el Estado y la raza son superiores a los individuos, grupos o
instituciones que los componen. Además, emplea una retórica populista
explícita. Incita a un heroico esfuerzo popular para rescatar la grandeza del
pasado, y exige lealtad a un único líder, al punto en que a veces se convierte
en un culto a la personalidad. Una vez más, vemos que el fascismo se hizo pasar
por el comunismo. Por ende, lo que parece haber sucedido es que los ideales
originales del proletariado fueron astutamente incorporados al corporativismo
de Estado. Muchos occidentales lo ignoran, debido a la propaganda anticomunista
que han recibido. La palabra “fascista” se ha convertido en un insulto mundial
a raíz de la derrota desastrosa de los poderes del Eje en la Segunda Guerra
Mundial. En el discurso político contemporáneo, los defensores de algunas
ideologías políticas tienden a asociar el fascismo con sus enemigos, o a
definirlo como una visión opuesta a la suya. No existen partidos u
organizaciones que se autodenominen fascistas en ningún lugar del mundo. Sin
embargo, en Estados Unidos, hoy día el sistema es mucho más fascista que
democrático, lo cual probablemente explique la existencia de los años de
propaganda anticomunista. Eso podría ser indicativo de un estadio temprano de
ponerización en la democracia occidental, que casi ha completado la
transformación hacia un fascismo absoluto. – NdE: Del latín: “La ley es dura,
pero es la ley.”
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 262
Las ideologías no necesitan fascinadores. Son estos últimos
quienes necesitan ideologías a fin de someterlas a sus propios objetivos
trastornados.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 226
Denominaremos “asociación ponerogénica” a todo grupo de personas que se caracteriza por procesos ponerogénicos de una intensidad social por encima del promedio, dentro del cual los portadores de diferentes factores patológicos cumplen la función de inspiradores, fascinadores o líderes, y donde se genera una estructura social patológica interna. Hablaremos de “grupos” o “uniones” para referirnos a asociaciones más pequeñas y menos permanentes.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 215
La ponerología se sirve del progreso científico de las
últimas décadas, especialmente en el campo de la biología, la psicopatología y
la psicología clínica. Aclara los lazos causativos desconocidos y analiza los
procesos de la génesis del mal sin ignorar aquellos factores que han sido
menospreciados hasta el momento. Al crear esta nueva disciplina, también me
basé en mi experiencia profesional en estas áreas y en los resultados de mi
propia investigación. Un enfoque ponerológico facilita la comprensión de
algunas de las dificultades más dramáticas de la humanidad tanto a nivel
macrosocial como individual. Esta nueva disciplina hará posible desarrollar
soluciones (teóricas en primera instancia, y prácticas en segunda) a los
problemas que hemos intentado resolver a través de medios tradicionales
ineficaces, lo cual nos ha dejado una sensación de impotencia frente a las
corrientes de la historia. Estos métodos antiguos se basan en conceptos
historiográficos y en actitudes excesivamente moralizantes, que conducen a
sobrestimar la fuerza como la mejor arma para combatir el mal. La ponerología
puede ayudarnos a reducir esa unilateralidad gracias al pensamiento moderno
naturalista, aumentando nuestra comprensión de las causas y la génesis del mal
con los hechos necesarios para establecer una base más sólida que permita
inhibir de manera práctica los procesos de creación de la ponerogénesis, y
contrarrestar sus efectos.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 240
En su artículo “Construct Validity of Psychopathy in a Community Sample: A Nomological Net Approach” (op. cit. supra nota 6), Salekin, Trobst, y Krioukova escriben: “ La psicopatía, según fue concebida originalmente por Cleckley (1941), no se limita al involucramiento en actos ilícitos sino que abarca rasgos de la personalidad tales como la manipulación, la insinceridad, el egocentrismo, y la falta de culpa, características claramente presentes en los criminales, pero también en esposos, abogados, políticos y jefes, entre otros (Bursten, 1973; Stewart, 1991). […] Como tal, podemos decir que la psicopatía incluye una tendencia hacia la dominación y la frialdad. Al resumir numerosos descubrimientos previos, Wiggins (1995) […] señala que estos individuos son propensos a enfurecerse e irritarse, y que están dispuestos a explotar a los demás. Son arrogantes, manipuladores, cínicos, exhibicionistas, adictos a sensaciones fuertes, maquiavélicos, vengativos e interesados. Con respecto a sus patrones de interacción social (Foa & Foa, 1974), se atribuyen a sí mismos amor y estatus, ya que se consideran importantes y muy valiosos, pero no conceden amor ni estatus a los demás, ya que los estiman insignificantes e indignos. Esta caracterización es claramente consistente con la esencia de la psicopatía según se la describe comúnmente. […] Lo que queda claro a partir de nuestras investigaciones es que (a) los criterios convergen en un prototipo de psicopatía que supone una combinación de características con tendencia hacia el autoritarismo y la frialdad, (b) la psicopatía parece tener una incidencia mayor que la previamente sospechada en la comunidad y (c) aparentemente, la psicopatía se superpone poco con los demás trastornos de la personalidad, excepto por el trastorno antisocial de la personalidad.”
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 255
En el tercer capítulo, esbocé un ciclo temporal que describí
como “histeroide” porque puede decirse que su mayor rasgo característico es la
intensificación o la disminución de la histeria en una sociedad. Por supuesto,
ésta no constituye la única cualidad que está sujeta al cambio dentro de un
determinado periodo. Este capítulo tratará el fenómeno que puede surgir a raíz
de la fase de máxima intensificación de la histeria. Dicha secuencia no parece
ser producto de ninguna de las leyes relativamente constantes de la historia.
Por el contrario, para que la razón y la estructura social se deterioren al
punto de permitir el brote espontáneo de esta enfermedad tan terrible para la
sociedad (la peor que pueda sufrir), deben entrar en juego otras circunstancias
y factores adicionales durante un periodo semejante de crisis social,
espiritual y generalizada. Denominaremos “patocracia” a este fenómeno
caracterizado por dicha enfermedad social; no es la primera vez que se desata
en la historia de nuestro planeta. Resulta que este fenómeno, cuyas
causas también parecen estar latentes en toda sociedad, surge tras un proceso
de génesis propia, el cual está sólo parcialmente condicionado por, y oculto
detrás del pico de histeria del ciclo anteriormente descrito. Como resultado,
los tiempos de infelicidad se vuelven excepcionalmente crueles y duraderos, y
sus causas son difíciles de comprender dentro de las categorías de los
conceptos humanos naturales. Propongo entonces que estudiemos el origen de este
proceso con detenimiento, separándolo metódicamente de otros fenómenos
reconocibles, ya sea porque son resultados, o bien ocurrencias paralelas a
éste.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 266
No ha de ser permanente el dominio absoluto de los
patócratas en el gobierno de un país, pues los grandes sectores de la sociedad
acaban rebelándose contra ese régimen y finalmente hallan el camino propicio
para derrocarlo. Esto forma parte del ciclo histórico, fácilmente discernible
cuando leemos la historia desde el punto de vista ponerológico. El hecho de que
la patocracia se halle en la cima de la organización gubernamental no
constituye un cuadro completo del “fenómeno maduro”. Un sistema de gobierno
semejante no puede hacer más que caer.
En una patocracia, todos los puestos de liderazgo (desde los
más elevados hasta el del intendente de un pueblo y los gerentes de
cooperativas comunitarias, por no mencionar a los jefes de las centrales de
policía, personal policial de brigadas especiales y activistas en el partido
patocrático) deben ser ocupados por individuos con trastornos psicológicos que,
por lo general, son hereditarios. No obstante, estas personas constituyen un
porcentaje muy pequeño de la población, lo que las hace aún más valiosas para
los patócratas. Su nivel intelectual o sus aptitudes profesionales no conforman
un criterio de selección útil, ya que resulta todavía más difícil encontrar
personas con habilidades superiores dentro de esa minoría. Para cuando este
sistema lleva ya varios años gobernando, el 100% de los individuos que
presentan una psicopatía esencial están involucrados en la actividad
patocrática; se les considera los más leales, aun si algunos de ellos formaron
parte del partido opuesto en el pasado.
En semejantes condiciones, ningún área de la vida social
puede desarrollarse con normalidad, ya sea la economía, la ciencia, la
tecnología, la administración, u otras. La patocracia lo paraliza todo
progresivamente. Las personas normales se ven obligadas a desarrollar un grado
de paciencia superior al de cualquiera que viva en un sistema del hombre
normal, simplemente para poder explicar qué se debe hacer o cómo hacerlo a un
trastornado psicológico de obtusa mediocridad que ha sido colocado al mando de
algún proyecto que no logra comprender, y mucho menos manejar. Esta clase
especial de pedagogía que consiste en instruir a individuos con trastornos al
mismo tiempo que se intenta evitar su ira, demanda mucho tiempo y esfuerzo,
pero de lo contrario sería imposible mantener condiciones de vida tolerables y
llevar a cabo los logros económicos o intelectuales necesarios para la
sociedad. Lamentablemente, aún a pesar de esos esfuerzos, poco a poco la patocracia
lo invade y lo debilita todo.
Aquellas personas que en su momento se sintieron atraídas
por la ideología original, comienzan a darse cuenta de que, en realidad, están
lidiando con algo distinto que la ha remplazado a pesar de que sigue llamándose
del mismo modo. Estos antiguos defensores de la ideología original sienten una
desilusión extremadamente amarga. Por ende, los intentos de la minoría
patológica por retener el poder se verán amenazados por la sociedad de personas
normales, cuyas críticas se harán oír cada vez más.
Por consiguiente, a fin de atenuar la amenaza contra su
poder, los patócratas deberán emplear cualquier método que imparta terror y
medidas de exterminio en contra de aquellos individuos conocidos por sus
sentimientos patrióticos y su entrenamiento militar. También se utilizarán
otras actividades específicas de “adoctrinamiento” como aquellas que ya hemos
descrito. A la hora de aplicar dichas medidas, quienes carecen del sentimiento
natural de pertenecer a la sociedad normal se vuelven irremplazables.
Nuevamente, los psicópatas esenciales ocupan el primer plano en estas
actividades, seguidos por individuos con anomalías similares y, por último, por
personas que han sido alienadas de la sociedad en cuestión como consecuencia de
diferencias raciales y nacionales.
El fenómeno de la patocracia madura durante este período: se
construye un amplio sistema de adoctrinamiento activo con una ideología
adecuadamente rediseñada, que constituye el vehículo o el caballo de Troya cuyo
propósito consiste en volver patológico el proceso de pensamiento de los
individuos y de las sociedades. Nunca se admite abiertamente el objetivo:
obligar a las mentes humanas a que incorporen maneras patológicas de
experimentar la realidad, y patrones de pensamiento enfermos, hasta que
finalmente acepten aquel régimen. El egotismo patológico condiciona esta meta,
y los patócratas no sólo consideran la posibilidad de alcanzarla como algo
indispensable, sino además posible. Por tanto, se requiere que millones de activistas
participen en esta tarea. No obstante, el tiempo y la experiencia confirman lo
que un psicólogo podría haber pronosticado hace rato: todo ese esfuerzo produce
resultados tan insignificantes que se asemeja a una labor sisifiana. Sólo
resulta en una disminución general del desarrollo intelectual y en una protesta
profunda contra la “hipocresía” que siembra conflictos. Los autores y
ejecutores de este programa son incapaces de comprender que el factor que más
dificulta su tarea radica en la naturaleza fundamental de los seres humanos (la
mayoría).
Todo ese sistema basado en la violencia, el terror, el
adoctrinamiento forzado o, más precisamente, la “patologización”, acaba
demostrando ser realmente imposible de lograr, lo cual despierta gran sorpresa
entre los patócratas. La realidad los obliga a cuestionar su convicción de que
aquellos métodos pueden cambiar a las personas de manera tan fundamental que
finalmente reconozcan esta clase patocrática de gobierno como un “estado
normal”.
Durante el choque emocional inicial, las personas normales
pierden la sensación de poseer vínculos sociales. Sin embargo, la gran mayoría
de la gente manifiesta los primeros fenómenos propios de inmunización
psicológica. Simultáneamente, la sociedad comienza a acumular conocimiento
práctico acerca de esta nueva realidad y de sus propiedades psicológicas.
Las personas normales aprenden lentamente a percibir los
puntos débiles de este tipo de sistema, y utilizan las posibilidades que tienen
a su alcance para reacomodar sus vidas de manera apropiada. Comienzan a
aconsejarse mutuamente con respecto a estos temas, reavivando así lentamente
los vínculos sociales y la confianza recíproca. Esto da lugar a un nuevo
fenómeno: la división entre los patócratas y la sociedad de personas normales.
Esta última cuenta con ventajas en lo que concierne a su talento, sus aptitudes
profesionales y su sano sentido común. Por tanto, tiene determinadas cartas a
su favor. Finalmente, la patocracia toma consciencia de que le es necesario
encontrar un modus vivendi, o entablar relaciones con la mayoría de la
sociedad: “Después de todo, alguien debe trabajar para nosotros.”
Los patócratas sienten otras necesidades y presiones,
especialmente externas. Les es imprescindible hallar la manera de mantener
oculta su verdadera cara patológica, ya que, si el mundo se percatara de que
está bajo un gobierno patológico, la opinión pública desataría una catástrofe
para su mandato. Y en ese caso, la propaganda ideológica por sí sola sería un
disfraz inadecuado. Dado el interés principal de la nueva elite y de sus planes
expansionistas, un estado patocrático deberá mantener las relaciones comerciales
con países de individuos normales. El gobierno de la patocracia tiene como
objetivo lograr el reconocimiento internacional distinguiéndose como “una
determinada clase” de estructura política; y le aterra llegar a ser reconocido
en términos de un verdadero diagnóstico clínico.
Todo esto conduce a los patócratas a limitar sus medidas
represivas (maquillando relativamente la propaganda y los métodos de
adoctrinamiento) y a conceder a la sociedad que controlan un cierto margen de
autonomía en sus actividades, en especial con respecto a la vida cultural. Los
patócratas más liberales no serían reacios a otorgarle también un mínimo de
prosperidad económica con el fin de reducir el nivel de irritación, pero su
propia corrupción y su incapacidad para administrar la economía les impide
hacerlo.
Y así, cuando la patocracia vuelca su atención mayormente en
esas consideraciones, esta gran enfermedad continúa su curso a través de una
nueva fase: los métodos con que procede se vuelven más leves, y coexiste con
los países cuya estructura está compuesta por personas normales.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 278
La patocracia es una enfermedad de grandes movimientos
sociales que luego contagia sociedades, naciones e imperios enteros. En el
transcurso de la historia de la humanidad, ha afectado movimientos sociales,
políticos y religiosos, además de las ideologías subyacentes propias a la época
y las condiciones etnológicas en que tuvieron lugar, hasta convertirlos en
caricaturas de sí mismos. Esto es producto de factores etiológicos en el
fenómeno, similares a los de una enfermedad física (en este caso la
participación de agentes patológicos en un proceso patodinámico similar). Así
se explica la similitud que siempre ha existido en los rasgos esenciales entre
todas las patocracias mundiales. Las más contemporáneas encuentran fácilmente
un lenguaje común, aun cuando las ideologías que las nutren y los contenidos
patológicos que las protegen de quedar expuestas difieren ampliamente.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 285
La ideología de la patocracia es creada a partir de la
caricaturización de la ideología original de un movimiento social en forma
característica a ese fenómeno patológico en particular. Los ya mencionados
estados de histeria de las sociedades también distorsionan las ideologías
contemporáneas, utilizando un estilo característico a cada época. Del mismo
modo en que los médicos se interesan en las enfermedades, yo me he interesado
principalmente en el fenómeno patocrático y en su análisis. Asimismo, la
principal preocupación de aquellas personas que han asumido la responsabilidad
del destino de las naciones, debería consistir en curar el mundo de esta
enfermedad que hasta hoy resulta misteriosa. Ya llegará el momento adecuado
para adoptar actitudes críticas y analíticas hacia las ideologías que se han
convertido en los “sistemas de delirio” de esos fenómenos en tiempos
históricos. De momento, deberíamos volcar nuestra atención en la esencia misma
de los fenómenos patológicos macrosociales.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 290
La mera comprensión de la naturaleza de la enfermedad
comienza a curar las mentes y las almas humanas.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 291
Comprender la naturaleza de una enfermedad es un paso básico
cuando se busca desarrollar métodos adecuados de tratamiento. Lo mismo se
aplica por analogía al fenómeno patológico macrosocial, en especial porque, en
lo que se refiere a este último, la mera comprensión de la naturaleza de la
enfermedad comienza a curar las mentes y las almas humanas. A lo largo de todo
el proceso, aproximar el razonamiento al estilo elaborado por la medicina es el
método adecuado para desatar el nudo gordiano moderno.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 290
Los psicópatas saben que son seres diferentes de los
individuos normales. Esta es la razón por la cual el “sistema político”
inspirado por su naturaleza es capaz de ocultar este hecho. Llevan puesta una
máscara personal de cordura y saben cómo crear una máscara macrosocial de la
misma naturaleza para disimular la verdad. Cuando observamos el papel que
desempeña la ideología en este fenómeno macrosocial, y si guardamos en mente la
existencia de este conocimiento específico de los psicópatas, seremos entonces
capaces de comprender por qué la ideología queda relegada al rol de
herramienta: es de gran utilidad al tratar con personas y naciones ingenuas. No
obstante, los patócratas están obligados a valorar la función de la ideología
como elemento esencial en cualquier grupo ponerogénico, y en especial en el
fenómeno macrosocial que han convertido en su “patria”. Este factor en su
conocimiento constituye simultáneamente una determinada diferencia cualitativa
entre las dos relaciones que ya hemos mencionado. Los patócratas saben que su
verdadera ideología es producto de su naturaleza trastornada, y tratan a la
“otra” (la ideología con la máscara de la cordura) con un desprecio que apenas
ocultan. Eso hace que las personas normales acaben percibiéndolo, como ya lo hemos
hecho notar.
Por consiguiente, un sistema patocrático bien desarrollado
ya no sostiene una relación clara y directa con su ideología original, que tan
solo mantiene como su herramienta original y tradicional para la acción y el
encubrimiento. Otras ideologías pueden ser útiles para propósitos prácticos
expansionistas, aun si contradicen la original y la denuncian moralmente una y
otra vez. Sin embargo, estas otras ideologías deberán ser utilizadas con
cautela, evitando reconocerlas oficialmente dentro de entornos en los cuales
puede quedar la impresión de que se ha alienado, desacreditado y considerado
inútil la ideología original.
La ideología principal sucumbe a una distorsión sintomática,
conforme al estilo propio de esta misma enfermedad y a lo que ya hemos
mencionado acerca del tema. Se mantienen los nombres y los contenidos
oficiales, pero se insinúa por debajo de la superficie otro contenido
completamente diferente, dando lugar al bien conocido fenómeno del doble
discurso dentro del cual algunos nombres tienen dos significados: uno para los
iniciados, y otro para el resto de la gente. El segundo deriva de la ideología
original; el primero tiene un significado específicamente patocrático conocido
no sólo por los mismos patócratas, sino también por aquellas personas que viven
sometidas a este régimen durante un tiempo prolongado.
El doble discurso no es más que uno de los tantos síntomas.
Otro es la facilidad de crear nuevos nombres que generan efectos sugestivos y
son aceptados prácticamente sin crítica alguna, en especial por quienes se
encuentran fuera del alcance inmediato de aquel sistema de gobierno. Debemos
pues señalar el carácter paramoralista y las cualidades paranoides que
contienen, con frecuencia, estos nombres. La acción de los paralogismos y
paramoralismos dentro de esta ideología tergiversada es fácil de comprender si
nos basamos en la información proporcionada en el capítulo 4. Todo aquello que
amenaza el régimen patocrático se vuelve profundamente “inmoral”. Esto se
aplica también a la idea de perdonar a los patócratas mismos; es extremadamente
peligroso y, por tanto, “inmoral”.
Tenemos entonces derecho a crear una nomenclatura adecuada
que demuestre la naturaleza de los fenómenos de la mejor manera posible, conforme
al reconocimiento y al respeto por las leyes de la metodología científica y de
la semántica. Dichos términos adecuados también servirán para proteger nuestras
mentes de los efectos sugestivos de aquellos otros nombres y paralogismos,
incluyendo el material patológico que contienen estos últimos.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 291
Los patócratas son muy conscientes del destino que les
depara a nivel personal si el sistema del hombre normal volviera a asumir el
poder.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 294
La patocracia sobrevive gracias a que se siente amenazada
por la sociedad de personas normales, y por otros países donde persisten las
diversas formas del sistema del hombre normal. Por lo tanto, para los
gobernantes, permanecer en la cima constituye el clásico dilema de “ser o no
ser”. Podemos entonces formular un interrogante más prudente: ¿Puede
acaso un sistema como ese renunciar a la expansión política y territorial, y
conformarse con lo que ya posee? De ser posible, ¿qué sucedería si eso
asegurara la paz interna, con el orden y la prosperidad correspondientes dentro
de la nación? La abrumadora mayoría de la población explotaría de manera
habilidosa las posibilidades que surgieran, aprovechando sus cualidades
superiores para luchar por realizar tareas de un alcance cada vez mayor.
Gracias a su índice de natalidad superior, su poder aumentaría. Algunos hijos
de la clase privilegiada que no han heredado los genes patológicos se unirían a
esa mayoría. El dominio de la patocracia se debilitaría de manera imperceptible
pero constante, y finalmente la sociedad de personas normales alcanzaría el
poder. Pensar en esta posibilidad resulta una pesadilla para los psicópatas.
Por lo tanto, la destrucción biológica, psicológica, moral y económica
de la mayoría de las personas normales se convierte en una necesidad
“biológica” para los patócratas.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 295
La génesis de la patocracia en cualquier país es un proceso
tan largo que es difícil determinar la fecha en que comenzó. Si consideramos
aquellos ejemplos históricos que deben ser calificados en estos términos,
observaremos con frecuencia la figura de un líder autocrático cuya mediocridad
mental y personalidad infantil acabó abriendo las puertas a la ponerogénesis
del fenómeno. Dondequiera que el sentido común de una sociedad ejerza una
influencia suficiente, su instinto de auto-preservación superará bastante
temprano el proceso ponerogénico. La situación es diferente cuando ya existe un
núcleo activo de esta enfermedad y es capaz de dominar mediante la infección o
la imposición de la fuerza.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 302
Dejando de lado nuestra evaluación personal acerca de la
ideología comunista o de los partidos, creo que estamos justificados al creer
que los comunistas del comienzo eran lo suficientemente competentes como para
distinguir lo que formaba o no parte de su ideología y sus creencias. Sus
declaraciones sumamente enfáticas sobre el tema, muy populares en los antiguos
círculos de comunistas polacos, son admirables e incluso persuasivas . Sin
embargo, debido al lenguaje que utilizan para expresarse, debemos tomarlas como
interpretaciones demasiado moralizantes y no compatibles con el carácter del
trabajo presentado en este libro. Al mismo tiempo, cabe admitir que la mayoría
de los comunistas polacos de la preguerra no eran psicópatas. Desde el
punto de vista de la economía y de la realidad, cualquier sistema donde el
Estado es dueño de la mayoría de las propiedades y de los puestos de trabajo
es, de jure y de facto, un capitalismo de estado y no comunismo. Un sistema
como tal contiene rasgos similares a los de cualquier explotador capitalista
del siglo XIX que no comprendía lo suficientemente su rol en la sociedad, y la
forma en que sus intereses estaban ligados al bienestar de sus trabajadores.
Los obreros son bastante conscientes de estas características, en especial si
han ido acumulado una determinada cantidad de conocimiento relacionado con sus
actividades políticas. Un socialista razonable que apunta a reemplazar
el capitalismo con algún sistema afín a su idea, basado en la participación del
trabajador dentro de la administración tanto de su lugar de trabajo como de las
ganancias, rechazará tal sistema y lo considerará la “peor variedad de
capitalismo”. Después de todo, concentrar el capital y el gobierno en un mismo
sitio siempre conduce a la degeneración. El capital debe ser administrado de
manera justa. Por lo tanto, eliminar una forma de degeneración capitalista
semejante debería ser una tarea prioritaria para cualquier socialista. No
obstante, efectuar este razonamiento dentro de categorías sociales y económicas
obviamente nos impide percibir el meollo del problema. La historia nos
enseña que cualquier intento por llevar a cabo la idea comunista mediante el
uso de métodos revolucionarios, ya sea de manera violenta o encubierta, conduce
a desviar este proceso en dirección hacia formas anacrónicas y patológicas de
gobierno, cuya esencia y contenido permanecen inaccesibles a las mentes que
emplean conceptos de una visión natural del mundo. La evolución construye y
transforma el sistema más rápidamente que la revolución, y sin semejantes
complicaciones trágicas.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 343
Cuando me arrestaron por primera vez en 1951, la violencia,
la arrogancia, y los métodos psicopáticos de confesión forzada inhibieron casi
por completo mi capacidad de autodefensa. Mi cerebro dejó de funcionar tras
apenas algunos días de no haber ingerido agua, a tal punto que me resultaba
imposible recordar claramente el incidente que había dado lugar a mi arresto
repentino. Ni siquiera era consciente de que éste había sido intencionalmente
provocado y que, en realidad, las condiciones permitían que me defendiera. Me
hicieron prácticamente todo lo que quisieron. Cuando me arrestaron por
última vez en 1968, fui interrogado por cinco agentes de seguridad de
apariencia feroz. En un momento, después de cavilar acerca de sus reacciones
predecibles, dejé que mi mirada inspeccionara con detenimiento cada uno de los
rostros, uno tras otro. El líder del grupo me preguntó: “¿En qué estás
pensando, cabrón, que nos miras de esa forma?” Le respondí sin temer las
consecuencias: “Me preguntaba por qué muchos de los caballeros que realizan el
mismo trabajo que ustedes, terminan en un hospital psiquiátrico.” Se quedaron
atónicos por un instante, y luego el mismo hombre exclamó: “¡Porque éste es un
trabajo de mierda!” “Yo opino que es todo lo contrario”, respondí tranquilamente.
Luego me retornaron a mi celda. Tres días más tarde, tuve la oportunidad
de hablarle de nuevo a aquel hombre, y esta vez se mostró mucho más respetuoso
conmigo. Luego ordenó que me llevaran. Resultó ser que había ordenado que me
dejaran en libertad. Tomé el tranvía de regreso a mi casa, y mientras
atravesaba un gran parque aún seguía sin poder creerlo. Una vez en mi cuarto,
me recosté en la cama; el mundo todavía no me parecía del todo real, pero las
personas extenuadas se duermen rápidamente. Cuando desperté, grité: “¡¿Dios
mío, no se supone acaso que estás a cargo de este mundo?!”
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 351
Si alguna vez llegara a existir un país con una estructura
comunista según la concibió Karl Marx, en el cual la ideología izquierdista de
la clase obrera sentara las bases del gobierno (que, en mi opinión, resultaría
rígido, pero no estaría desprovisto de un pensamiento humanístico saludable),
se valorarían las ciencias sociales, biohumanísticas y médicas contemporáneas,
que se desarrollarían apropiadamente por el bien de la clase trabajadora.
Naturalmente, el gobierno y la sociedad entera se esforzarían por brindar
asesoramiento psicológico a la juventud y a todos aquellos que sufrieran
diversos problemas personales. Los pacientes con enfermedades graves serían
atendidos adecuadamente por profesionales competentes.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 365
En 1950, la Academia Rusa de Ciencias determinó que todos
deberían adoptar la teoría del profesor Andrei Snezhnevsky de Moscú, que
sostenía que “cualquiera podía sufrir de esquizofrenia de lento desarrollo.
Todos podían padecerla sin siquiera saberlo, pero una vez que alguien era
diagnosticado por Snezhnevsky o por alguno de sus seguidores, de inmediato se
ordenaba que se lo mantuviera encerrado y dopado con sedantes o, de lo
contrario, la enfermedad ‘avanzaría’. […] La manera simple de deshacerse de
disidentes es internarlos en un hospital psiquiátrico y declararlos enfermos.”
Hasta su muerte en 1978, Snezhnevsky negó que su teoría estuviese siendo abusada
por el régimen soviético. Pero hoy sus primeros asistentes admiten que él sabía
“demasiado bien” lo que estaba sucediendo. El único problema es que dichos
asistentes aún se limitan a hablar del tema únicamente en secreto. Trabajaban
en los institutos de Moscú, donde todavía están a cargo los científicos
sucesores de Snezhnevsky. Este círculo de alrededor de treinta o cuarenta
psiquiatras solía controlar en aquella época todos los institutos importantes
dedicados a la investigación científica en Moscú y, lo sigue haciendo. El fruto
amargo de las ideas de Snezhnevsky, además del hecho de que han sido utilizadas
como medios de represión, es que la psiquiatría en la ex Unión Soviética “sufre
un atraso de aproximadamente cincuenta años”. La literatura occidental sobre
psiquiatría fue prohibida en la Unión Soviética; los psiquiatras que
manifestaron su oposición al abuso político de su ciencia, acabaron entre rejas
o fueron declarados “traidores esquizofrénicos”. [Fuente: “A Mess in
Psychiatry”
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 378
Necesitamos comprender la naturaleza del fenómeno
macrosocial, además de la relación y la controversia que existen entre el
sistema patológico y aquellas áreas de la ciencia que describen los fenómenos
psicológicos y psicopatológicos. De lo contrario, no podremos tomar
verdaderamente consciencia de las razones que rigen el comportamiento de un
gobierno, y que datan de hace ya mucho tiempo.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 375
Muy a menudo, los individuos anormales perciben las acciones
y las reacciones de una persona normal, junto con sus ideas y criterios morales,
como algo por su parte anormal. Porque si una persona con algún trastorno
psicológico se considera a sí misma normal (lo cual, evidentemente, se ve
facilitado si se halla en un puesto de autoridad), entonces lógicamente
considerará diferente, y por ende anormal, a una persona normal, ya sea que
este juicio sea correcto o producto del pensamiento conversivo. Esto explica
por qué un gobierno semejante siempre tendrá tendencia a tratar a cualquier
disidente como a alguien “mentalmente anormal”.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 376
La religión es un fenómeno eterno. Una imaginación a veces
demasiado activa complementa, al principio, lo que la percepción esotérica no
es capaz de tolerar. Una vez que la civilización y su correspondiente
disciplina de pensamiento alcanzan un determinado nivel de desarrollo, tiende a
surgir una idea monoteísta, generalmente a raíz de la convicción de una
determinada elite intelectual. Ese desarrollo del pensamiento religioso puede
ser visto como una ley histórica más que como el descubrimiento individual de
personas como Zaratustra o Sócrates. El avance del pensamiento religioso a lo
largo de la historia constituye un factor indispensable en la formación de la
consciencia humana.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 383
Debemos estar convencidos de que la Verdad es capaz de
soportar un lavado intenso con un detergente moderno; no sólo no perderá sus
valores eternos, sino que, de hecho, recuperará su frescura original y sus
colores nobles.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 392
La patocracia siempre encontrará un terreno propenso a su
expansión si algún país independiente padece un estado infeccioso avanzado de
histerización, o si una pequeña casta privilegiada oprime y explota a otros
ciudadanos, marginándolos y manteniéndolos en la oscuridad; siempre se puede
perseguir a quienquiera que esté dispuesto a curar el mundo, e incluso se
cuestionará su derecho moral de hacerlo. De hecho, la maldad en el mundo
constituye un continuo: una clase de mal da cabida a otra, sin importar cuál
sea su esencia cualitativa o los lemas ideológicos que la disfrazan.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 399
Las sociedades contemporáneas fueron empujadas a un estado
de decadencia moral a finales del siglo XIX y principios del siglo XX; el mayor
deber de nuestra generación consiste en guiarlas hacia la salida, algo que
siempre debería constituir una actividad de trasfondo. La postura básica
debería basarse en intentar cumplir con el mandamiento de amar al prójimo,
incluyendo a aquellos que han cometido un mal considerable, y aun cuando este
amor nos guíe a adoptar medidas profilácticas para proteger a otros de ese mal.
Sólo es posible tener éxito en un gran emprendimiento terapéutico cuando al
embarcarnos en la tarea, lo hacemos bajo el control honesto de la conciencia
moral, moderando nuestras palabras y meditando largo y tendido antes de actuar.
Cuando lo consigamos, la ponerología demostrará su utilidad práctica a la hora
de realizar esta tarea. La gente y los valores maduran mientras están en
acción. Por tanto, una síntesis de las enseñanzas morales tradicionales y de
este nuevo enfoque naturalista sólo puede lograrse mediante una conducta
razonada.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 500
La neurosis es la respuesta normal de la naturaleza humana
ante el sometimiento a un sistema patocrático.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 402
Para poder salir de esta crisis, debemos orientar todos
nuestros esfuerzos hacia la búsqueda de un nuevo camino que sea a la vez más
humanitario y capaz de proteger efectivamente a los individuos y las sociedades
indefensas. Esta posibilidad existe y puede implementarse si nos basamos en la
comprensión del origen del mal.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 411
Quienes se aferran al pasado pierden gradualmente el
contacto con el presente y, por ende, se vuelven incapaces de aportar algo
positivo al futuro.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 430
Ningún gobierno con un sistema basado en la comprensión de
las leyes de la naturaleza, ya sea en cuanto a los fenómenos físicos y
biológicos o a la naturaleza del hombre, puede reclamar “soberanía” según el
significado que ha heredado este término desde el siglo XIX y de los
posteriores sistemas nacionalistas o totalitarios. Compartimos el mismo aire y
la misma agua en el planeta. Los valores culturales comunes y los criterios
morales básicos están esparciéndose por toda la humanidad. El mundo se
encuentra intercomunicado gracias a los medios de transporte y de comunicación,
y el comercio se ha convertido en “nuestro planeta” (sin exclusión de ningún
país). En estas condiciones, la interdependencia y la cooperación con otras
naciones e instituciones supranacionales, así como la responsabilidad moral de
preservar el destino de toda la humanidad, se han convertido en una ley de la
naturaleza. Cada nación se vuelve autónoma pero no independiente. Esto deberá
ser regulado mediante tratados internacionales apropiados, e incorporados a
cada constitución nacional. Un sistema como el que estamos visualizando
aquí sería superior a todos los anteriores, ya que se basaría en la comprensión
de las leyes de la naturaleza que operan dentro de los individuos y de las
sociedades, y contendría un conocimiento objetivo que remplazaría
progresivamente las opiniones basadas en las respuestas naturales a estos
fenómenos. Deberíamos llamarlo “LOGOCRACIA”. Gracias a sus propiedades y
su conformidad a las leyes de la naturaleza y de la evolución, los sistemas
logocráticos podrían garantizar a largo plazo el orden social e internacional.
Acordes con su naturaleza, se transformarían en sistemas cada vez más
perfectos, si bien hoy es sólo una visión lejana y vaga que nos atrae.
Yo he sobrevivido a diversos peligros y me he sentido desilusionado con muchas
personas e instituciones. No obstante, la providencia de Dios nunca me
decepcionó, ni siquiera en las circunstancias más difíciles. Esto me basta para
asegurar que será posible elaborar un bosquejo detallado de ese sistema mejor y
tan necesario.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 438
Un pogromo (del ruso погром, pogrom: «devastación») consiste
en el linchamiento multitudinario, espontáneo o premeditado, de un grupo particular,
étnico, religioso u otro, acompañado de la destrucción o el expolio de sus
bienes (casas, tiendas, centros religiosos, etcétera). El término ha sido
empleado para denotar actos de violencia sobre todo contra los judíos, aunque
también se ha aplicado para otros grupos.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 447
UN EPÍLOGO, DE
ANDRZEJ ŁOBACZEWSKI: PROBLEMAS DE LA
PONEROLOGÍA
Basándome en mi experiencia como psicólogo clínico e
investigador de la naturaleza del mal en el terreno de la psicopatología,
estimo que casi la mitad de los factores patológicos que influyen en el proceso
del origen del mal —lo cual denomino ponerogénesis— son el resultado de
diversos tipos de lesiones en el tejido cerebral. Las psicopatías conforman la
minoría. A eso se suman otros factores, como lo que comúnmente se conoce como
“personalidades múltiples”. Focalizarnos únicamente en la psicopatía sólo puede
conducirnos a una comprensión unilateral del problema en general, y a errores
en la práctica, en especial durante la psicoterapia. La situación en lo que
respecta a los casos de psicopatía es mucho más confusa. Empero, tengo la
esperanza de que un conocimiento exhaustivo acerca de la naturaleza biológica y
las propiedades genéticas de cada tipo de psicopatía en particular permita
abrirnos el camino hacia la comprensión. Es por esta razón que me permito hacer
notar estos puntos, basándome en mi entrenamiento y mi experiencia en el crisol
de este tipo de eventos que esperamos —o mejor dicho, debemos— comprender.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 450
Nuestro objetivo debería consistir en reducir la
participación de la patología en la génesis del mal dentro de la sociedad, así
como sus trágicos resultados a todo nivel, desde los casos individuales (ej.
mujeres que caen presas de psicópatas) hasta los familiares, o los grupos y
movimientos sociales, y los sucesos políticos de mayor escala. A fin de lograr
dicho objetivo, necesitamos una base firme de conocimiento profundo y detallado
acerca de la naturaleza de todas las anomalías. Debemos tomar en cuenta los
resultados de los psiquiatras del pasado y los logros contemporáneos, y
utilizarlos para una mayor exploración. El estado del conocimiento actual
quizás nos alcance para comprender el fenómeno macrosocial, pero aún no es
adecuado para tomar verdaderamente consciencia del deber que nos espera,
incluso en casos individuales.
Creo que la principal tarea debería consistir en distinguir
entre aquellas anomalías que son provocadas por un daño en el tejido cerebral,
y las que son producto de la herencia. Esto también constituye el pan diario
del psicólogo. Estimar la ubicación y la clase de daño no es realmente difícil
si empleamos el análisis y la tecnología estándar. Podemos observar que
aquellos cuyas patologías resultan de trastornos mecánicos son más
frecuentemente los instigadores de los procesos macrosociales que conducen al sufrimiento
humano a gran escala. Abren las puertas a una mayor influencia por parte de los
factores patológicos heredados genéticamente. Con la ayuda de la psicoterapia,
estas condiciones parecen ser más fáciles de mantener bajo control. Dado que
las lesiones cerebrales no son hereditarias, el terapeuta no se halla bajo la
obligación de informar al paciente y sus familiares que existe cierto peligro
de un problema hereditario. Por ende, el tratamiento será diferente de un caso
en que la herencia desempeña algún papel.
Los casos más activos en términos de la acción ponerológica
(y aquí no me refiero necesariamente a conductas evidentemente criminales, si
bien también pueden influir disimuladamente) resultaron ser aquellos que se
trataban de una caracteropatía frontal. (Creo que, en el occidente, a menudo se
describe las caracteropatías como “trastornos de la personalidad”)
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 451
La ciencia de la ponerología cumple con los requisitos del
principio de la medicina: Ignoti nulla curatio morbid, o “uno no ha de intentar
curar lo que no comprende”.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 464
El método que emplea la ponerología para abordar la
psicología y la psicoterapia también tiene el potencial de aportar correcciones
detalladas a las ciencias de la ética. Al reconocer la causalidad y los
procesos malinterpretados de la ponerogénesis, la ponerología introduce un
mecanismo para clasificar las facetas psicológicas y psicopatológicas de los
problemas macrosociales. Debemos tenerlo permanentemente en cuenta. De esa
manera, podremos dejar atrás las interpretaciones tradicionales del mal, en
términos morales únicamente, y considerarlas reliquias arcaicas y pasadas de
moda, pertenecientes a un pasado no científico.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 464
Generalmente hablando, los resultados de la ciencia
ponerológica suelen corroborar algunas convicciones de los antiguos filósofos
de la moral, reforzándolas desde el lado del razonamiento naturalista. Dado que
se sirve de datos que hasta hoy no habían sido tenidos en cuenta, o que sólo
fueron descubiertos en las últimas décadas, la ponerología nos permite comprender
y resolver muchos problemas misteriosos y enigmáticos acerca de la vida,
incluyendo aquellos que plagan a los individuos, las familias, las comunidades
y las naciones. En un futuro cercano, esta ciencia bien podría llegar a
prevenir otra tragedia como las ocurridas en la historia del siglo pasado.
El método que emplea la ponerología para abordar la
psicología y la psicoterapia también tiene el potencial de aportar correcciones
detalladas a las ciencias de la ética. Al reconocer la causalidad y los procesos
malinterpretados de la ponerogénesis, la ponerología introduce un mecanismo
para clasificar las facetas psicológicas y psicopatológicas de los problemas
macrosociales. Debemos tenerlo permanentemente en cuenta. De esa manera,
podremos dejar atrás las interpretaciones tradicionales del mal, en términos
morales únicamente, y considerarlas reliquias arcaicas y pasadas de moda,
pertenecientes a un pasado no científico. Existe una buena razón para preferir
este enfoque: las interpretaciones moralizantes no facilitan el desarrollo de
medidas suficientes para contrarrestar y neutralizar el mal que surge con
disfraces diferentes según las circunstancias. Además, podría decirse que el
razonamiento puramente ético, sin la contribución de la ponerología, ha sido
igualmente inmoral. Pero eso ha venido sucediendo durante siglos. A fin de ir
más allá de esta larga tradición, hemos de hacer frente a la resistencia que
sintieron los filósofos; pero ese es nuestro deber.
El enfoque ponerológico parece ser muy prometedor para
muchas áreas de la ciencia y la práctica. Su interpretación de los sucesos
dramáticos de la historia, tanto en el pasado como en las épocas más recientes,
puede remplazar las narraciones desapasionadas de los historiógrafos con una
imagen vívida de las verdaderas dinámicas, enseñándonos así las verdaderas
causas de lo que ocurrió, y ofreciéndonos nuevas posibilidades para prevenir la
génesis del mal, o al menos lidiar mejor con sus resultados. La historia de la
humanidad debería ser escrita nuevamente y relatada por historiadores que hayan
estudiado la ciencia de la ponerología.
La ponerología nació en el mismo momento en que se
realizaron intentos por comprender de manera científica un fenómeno social de
lo que sólo podemos describir como maldad extrema y excesiva: el fascismo y el
comunismo soviético. Tras un período de adversidad intelectual, durante el cual
el lenguaje corriente de las ciencias sociales demostró ser inadecuado para
describir lo que se estaba viviendo, resultó evidente que primero sería
necesario crear una nueva rama científica y un lenguaje que permitiera designar
categorías y una nomenclatura apropiadas para lidiar con un fenómeno de
semejante magnitud. Dicha elaboración finalmente nos permitió hallar respuestas
adecuadas y formular descripciones científicas correctas sobre la verdadera
naturaleza del fenómeno. Aquel sistema macrosocial manifestaba las mismas
características que las de un individuo patológico, sólo que, a gran escala,
tal y como lo he descrito en mi libro. Yo ya sabía que fenómenos similares
habían ocurrido en la historia de la humanidad una y otra vez, de alcance
diferente, y en diversos contextos históricos, siempre llevados a la sociedad
como un caballo de Troya, envueltos en la ideología perteneciente a algún
movimiento social idealista y heterogéneo. Esto aún se aplica hoy día.
En muchos países, el Gobierno de la Ley ha ayudado a la
sociedad a lidiar con esas patologías, hasta cierto punto y en diversas
escalas. Pero sin premisas objetivas, y fines basados en los principios que
revela la ciencia de la ponerología, la Ley sólo funciona con suerte; y con
muchos tanteos. Nada cambiará hasta que sea respaldada por la ciencia
ponerológica. ¡Pero ese cambio no será fácil! La aplicación de esta ciencia y
de aquello que revela desatará un terremoto en la mente de los juristas que
prefieren la tradición. Mejorar la ley requerirá mucho trabajo y una
determinada cantidad de tiempo. Más que simples planes de castigo, lo que
necesitamos son nuevos modos y métodos para combatir el mal en la sociedad.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 464
¡No se dejen frenar por la magnitud de la tarea! Tómenla
como una obra que debe realizarse paso a paso, y conserven la esperanza de que
muchos otros acudan a su ayuda, lo cual garantizará el progreso.
Andrzej Łobaczewski
La ponerología política, página 467
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