Michel Henry

“Cuando la pertinencia del concepto formal y vacío del aparecer se extiende, en un primer momento al menos, a todo fenómeno posible, a toda forma de manifestación o de revelación concebible, pudiendo servir de guía a nuevos cuestionamientos, ya no sucede lo mismo cuando el aparecer se reduce al del mundo. Una limitación decisiva se ha colado fraudulentamente en la investigación.”

Michel Henry



"El marxismo ha muerto en Francia como en tantos otros lugares. Sin embargo, quien no ha muerto es Marx, y soy, por así decirlo, uno de los artífices de esta tesis. Marx es el Aristóteles de los tiempos modernos, el único pensador cuya mirada de águila atraviesa los diversos estratos sociales para remontarse al principio que los explica verdaderamente. Y este principio es precisamente la vida, calificada incansablemente por Marx, a través de toda su obra económica y no solo en La ideología alemana, como algo «subjetivo» e «individual». Él define la realidad por medio de esta vida subjetiva e individual, la sitúa como fundamento de la historia y de la sociedad, es sobre ella y su subjetividad, de manera más precisa sobre el estatuto fenomenológico propio de esta vida, sobe la que reposa toda su «crítica de la economía política», crítica a la que consagra prácticamente toda su actividad de investigador tras 1846.

Esbozo para usted de manera muy rápida los articulaciones decisivas de su crítica: la relación primitiva del hombre con el universo es una relación práctica, es una actividad por la que la vida transforma el universo para hacerlo adecuado a sus necesidades. Lo que determina a priori la fisonomía de toda sociedad como sociedad de producción y de consumo es la repetición incesante en la vida de su necesidad y del trabajo para satisfacerla. En pocas palabras, los hombres deben intercambiar los bienes producidos por su actividad. Dado que en realidad el intercambio de estos bienes resulta ser el de los trabajos que los han producido, se impone como necesario mensurar estos trabajos a fin de determinar la proporción según la cual serán intercambiados. A este respecto la fenomenología de la vida resulta decisiva para comprender todo el análisis de Marx: dado que el trabajo real es subjetivo e individual, de ello se deriva que no es posible medirlo cuantitativamente ni incluso apreciarlo cualitativamente. Esta es la razón por la que la economía construye equivalentes objetivos ideales de este trabajo subjetivo vivo, equivalentes que son el trabajo «abstracto», «social» del que hablan los economistas, el valor de cambio, el dinero, el capital, la plusvalía, sus tasas, sus formas de reparto, etc. La economía es el conjunto de equivalentes objetivos ideales abstractos que han sustituido a la vida para intentar cuantificarla y calcularla. De ello se sigue, por una parte, que dichos equivalentes son inadecuados de principio, pues uno no puede comprenderlos ni comprender su fluctuación sino a partir de la vida. Las leyes de la vida, su relación con ella, sobre el plano subjetivo puro, sus necesidades y sus capacidades subjetivas de trabajo, son las únicas que explican todos los fenómenos económicos aparentemente objetivos. Intentar comprender dichos fenómenos de manera objetiva es un error de principio, el error fundamental de todo objetivismo. Resulta evidente que semejante crítica de la economía política se opone frontalmente tanto a la teoría marxista como al liberalismo económico, «la economía de mercado» que se pretende oponer a aquella. Puesto que el pensamiento genial de Marx, al que podemos considerar como uno de los primeros ejemplos de una fenomenología radical de la vida aplicada a la economía, se opone punto por punto al objetivismo científico del marxismo oficial, de ello podemos deducir que, lejos de verse afectado por la ruina de este último, este pensamiento por contra nos permite captar con rigor el carácter ineluctable del fracaso del marxismo."

Michel Henry



"El «retorno a Marx» no significa de entrada leer la obra de Marx a la luz de los fracasos históricos de la Europa del Este. Me atrevo a decir que la fenomenología de la vida que intento construir ha practicado este retorno a Marx mucho antes de los fracasos históricos de los países comunistas. Esta es la razón por la que los análisis intentados bajo la perspectiva de esta fenomenología tienen un valor difícilmente discutible, precisamente porque han sido anteriores al hundimiento económico de los países del Este y porque proponían una explicación teórica de dicho hundimiento –a diferencia de todas las pseudo- explicaciones que florecen hoy en día y que no hacen sino «prever» estos acontecimientos a posteriori, sin ser capaces por otra parte de superar el nivel de las simples causas empíricas para remontarse a un verdadero principio de comprensión. Es verdad que el marxismo del pasado tenía una estrategia de transformaciones sociales y que, por esta razón entre otras, ha sido reducido a una suerte de catecismo político que se cree eficaz y en el que se han trastocado o perdido las intuiciones decisivas de Marx."

Michel Henry


“El trabajo se presenta como el poder mismo de crear valor y, por lo tanto, no puede, en sí mismo, compararse con ningún otro valor en particular. Es precisamente el lugar donde la economía puede pensarse a sí misma desde un afuera donde se produce el ser de la acción misma. Estamos aquí en lo contrario del análisis económico del trabajo, según el cual es un valor entre otros, pero tratado como una magnitud negativa –de ahí la noción de desutilidad, o utilidad negativa, en economía. . (...) Para Henry, en cambio, el trabajo se concibe como la condición de posibilidad de todas las formas de organización de la economía, así como del propio universo económico.”

Michel Henry




"La estatua no era más que una figura de la subjetividad pura. Sin embargo, actúa. Sus movimientos han devenido los de su mano, órgano objetivo que se dirige a otros cuerpos objetivos externos tocándolos, experimentando en ese contacto una serie de sensaciones. El movimiento que nacía en la esfera de las sensaciones, producido en cierto modo por ellas, es ahora el que las produce, el que las despierta en la medida que, movida por él, la mano toca los cuerpos que encuentra y recorre sus formas. Aparecido en la esfera de la subjetividad pura reducida, el movimiento debería ser también subjetivo en un sentido radical. Devenido el movimiento de un órgano objetivo, es decir, la mano, debería ser objetivo como ella. Por otra parte, sólo así podría desempeñar el papel que le confía Condillac: poner en contacto sensaciones de solidez -sensaciones de las que espera que den a la estatua la idea de un cuerpo impenetrable, externo a ella-. La sensación de solidez que debe producir la idea de exterioridad descansa sobre ésta, sobre la exterioridad previa de una mano objetiva en contacto objetivo con los cuerpos objetivos."

Michel Henry
Encarnación: una filosofía de la carne



"Mi formación ha sido tributaria de la filosofía que se enseñaba en los liceos y clases preparatorias de París en la época de la última guerra. Dicha filosofía se articulaba en torno a la recepción francesa, entre 1870 y 1940, del pensamiento kantiano con una serie de filósofos como Lachelier, Lagneau, Boutroux, Alain, Nabert, Lachiéze-Rey, etc. Pese al carácter notable de sus análisis, advertí enseguida mi desacuerdo con ellos. Para mí, este pensamiento -a menudo idealista- dejaba escapar lo concreto, aquello que soy en el fondo de mí mismo: mi vida real.

La época de la guerra estuvo marcada por la irrupción en París –especialmente gracias a Jean Hyppolite, Alexandre Kojève y Jean Paul Sartre- de la filosofía hegeliana y, sobre todo, de la fenomenología alemana. La fenomenología ha ejercido sobre mí un gran atractivo, y puedo decir que por aquella época me convertí en fenomenólogo. No obstante, y pese a que estudiaba la fenomenología con pasión, sentía hacia ella un malestar parejo al que había experimentado en presencia de la filosofía clásica: dejaba escapar lo esencial. Sin embargo, ahora estaba ya en condiciones de aprehender de manera rigurosa, fenomenológicamente, lo esencial, y de comprender por qué el pensamiento clásico, pero también la fenomenología contemporánea, dejaba escapar lo esencial. Comprendí en efecto, desde ese preciso momento, que desde Grecia la filosofía siempre ha presupuesto cierta concepción de la fenomenicidad, aquella que remite el fenómeno a un horizonte de visibilidad en el que este aparece fuera de nosotros, de tal modo que esta Exterioridad define la forma en la que aquel se nos muestra, su «fenomenicidad». En el pensamiento moderno podemos advertir este concepto de fenomenicidad en la interpretación que aquel hace de la «conciencia» o del «sujeto» como representación, es decir, como un acto de poner-ante, una filosofía de la representación que tiene su punto culminante en Kant.

Ahora bien, la fenomenología clásica presupone de hecho el mismo concepto de fenómeno. La intencionalidad de Husserl, al igual que el Ser-en-el-mundo de Heidegger en la época de Ser y tiempo y más tarde la «verdad extática del Ser», no son sino formas diversas de interpretar la posibilidad que tienen las cosas de mostrársenos como su venida en un «Fuera» primitivo que es el «mundo» comprendido como ese horizonte de visibilidad del que acabo de hablar. Esta venida «afuera» funda la «objetividad» del objeto y finalmente todo conocimiento, incluido el científico.

Sin embargo, aquello que soy en el fondo de mí mismo, mi vida, es algo en sí ajeno a este horizonte de visibilidad del mundo. Mi vida, tal como la experimento originalmente en mí mismo, jamás es un objeto, jamás es susceptible de ser vista en el «mundo». Su esencia consiste precisamente en el hecho de experimentarse inmediatamente a sí misma, sin distancia, en una «auto-afección» en sentido original. Esto quiere decir que la vida no se ve afectada de manera primordial por otra cosa, por objetos o por el horizonte del mundo. Ella es afectada por sí; el contenido de su afección es ella misma y solo de esta forma puede ser un «vivir». Vivir consiste en experimentarse a sí mismo, y no en otra cosa. La fenomenicidad de esta pura experiencia de sí es una afectividad original, un puro «pathos» que distancia alguna separa de sí. Debido a que la vida se encuentra aplastada contra sí en la inmediatez de este pathos, no puede separarse de sí ni deshacerse de sí. Cargada de sí para siempre, condenada a soportarse, a sufrirse sin poder romper el vínculo que la une a sí misma, la vida es por ello lo que accede a sí en este «sufrir», siendo al mismo tiempo y a una con ese sufrir un gozar. La oscilación incesante entre sufrimiento y dicha es una nota que podemos encontrar a lo largo de toda su historia, historia que primordialmente es pulsional y patética.

Mi itinerario filosófico se resume pues en un trayecto a través de la fenomenología que me ha llevado a rechazar los supuestos de la fenomenología clásica, tanto husserliana como heideggeriana, supuestos que consisten en una concepción intencional, «mundana», de la fenomenicidad, para descubrir una fenomenicidad más original, la de la vida en el abrazo invisible de sus pulsiones y de su pathos."

Michel Henry



"Nuestra pregunta no es sino el presentimiento en el orden del Logos de la naturaleza misma de las cosas, la cual no está constituida por realidades autónomas cerradas sobre sí, sino más bien por estructuras dialécticas, siendo el propio hombre una de tales estructuras.
Ésta, en la medida que establece una relación entre el espíritu y el cuerpo, es la más "dialéctica" de todas, es justamente una paradoja que podemos considerar con Kirkegaard como fundamental, ya que ejerce verdaderamente la función del momento. Lo trágico, lo cómico, el sentimiento de tener un cuerpo, el exhibicionismo o la timidez, y muchas otras determinaciones existenciales o afectivas, no son sentimientos o actitudes que advengan a la naturaleza humana y de los que no podamos dar cuenta a partir de ella. La realidad humana debe por el contrario ser determinada a partir de las exigencias implicadas por preguntas como: "¿Qué debe ser el hombre si es susceptible de sentimientos tales como...?". Pues, por debajo de tales sentimientos, se extiende una especie de tonalidad más profunda, que determina las diferentes modalidades afectivas y existenciales por las que pasa la historia humana individual y colectiva."

Michel Henry
Filosofía y fenomenología del cuerpo



“Toda intuición en que se da algo originariamente es un fundamento de derecho del conocimiento; (…) todo lo que se nos brinda originariamente (…) en la ‘intuición’, hay que tomarlo simplemente como se da, pero también sólo dentro de los límites en que se da.”

Michel Henry



"Una fenomenología de la vida no solo abre a la investigación el inmenso dominio de la vida subjetiva concreta que define el ser verdadero de los hombres, ser que la filosofía y la fenomenología clásicas reducen a su relación con el mundo, a la simple profundización de la relación de conocimiento clásica entre Sujeto / Objeto de la que se favorece un término a expensas del otro según que uno sea idealista o materialista. La esencia interior de la vida escapa por entero a una relación de este orden. Sobre la relación con el mundo y sobre el mundo mismo, la fenomenología de la vida arroja un esclarecimiento nuevo al desvelar las causas de la miseria actual del Este y próximamente del Oeste, miseria que depende en ambos casos de la subestimación y eliminación de la vida real de los hombres y sus exigencias propias. Solo la toma en consideración de estas puede trazar los caminos y las soluciones del mañana."

Michel Henry













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