Claire Keegan

 “Creo que la buena ficción viene ahí: cuando podés perder tiempo, plata, un amante, un novio, tu casa, tu dignidad o simplemente la paciencia. Finalmente todos sabemos que a la larga perdemos todo. Y cuando uno envejece lo entiende cada vez mejor. No me dejo llevar las palabras. Si así fuera escribiría libros mucho más largos. Además, las palabras no vienen generosamente; siento que son como un gato negro que se me cruza en la noche: no se revelan ante mí claramente. Yo lucho un montón por entender qué es lo que estoy buscando. No es que lo sé de entrada. No creo que tampoco se pueda llegar a apurar esa escritura. Se me puede acusar de tener una gran producción corta, pero creo que la imaginación juega a favor de quienes saben esperarla. Si hay algo de una historia que no me satisface siento que es porque está ocupando el lugar de otra cosa que sí me pueda llegar a satisfacer si tengo la paciencia suficiente.”

Claire Keegan



“En el centro de toda buena vida existe una forma de valentía.”

Claire Keegan


 “Escribo ficción porque es cómo mi imaginación responde al mundo.”

Claire Keegan



"Fue un diciembre de cornejas. La gente nunca había visto tantas, reunidas así, en grupos negros, en las afueras de la ciudad, y luego entrando y transitando las calles, ladeando la cabeza y aterrizando, con descaro, donde se les antojara, buscando cosas muertas o zambulléndose, atrevidas, en todo aquello que pareciera comestible a lo largo de los caminos, antes de ir a posarse por la noche en los enormes árboles añosos que había alrededor del convento.
El convento, en la colina que había al otro lado del río, era un lugar de aspecto imponente, con portones negros abiertos de par en par y una multitud de ventanas altas y brillantes, que daban al pueblo. Durante todo el año, el jardín del frente se mantenía cuidado, con el césped cortado, arbustos ornamentales que crecían prolijamente en hileras y los altos setos podados regularmente. A veces, allí se hacían pequeñas fogatas al aire libre cuyo extraño humo verdoso descendía sobre el río y atravesaba el pueblo o iba hacia Waterford, según cómo soplara el viento. El tiempo se había vuelto seco y la gente comentaba la imagen que ofrecía el convento, lo parecido que era a una postal navideña, con los tejos y las encinas cubiertos de escarcha, y cómo los pájaros, por alguna razón, no habían tocado una sola baya de los acebos."

Claire Keegan
Cosas pequeñas como esas



“La imaginación juega a favor de quienes saben esperarla.”

Claire Keegan


“No soy buena analizando mi propio trabajo. No me sale, trato de no hacerlo.”

Claire Keegan









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