Eric Jager

"Conocí la historia de Marguerite en una crónica medieval de Jean Froissart, que dedicó seis o siete páginas a este episodio. Me maravilló el relato y de hecho pensé que sería una gran película. Luego me pregunté si había algún libro sobre el caso, porque quería conocer más detalles. Sentí que estas seis o siete páginas de la crónica, aunque eran muy interesantes, dejaban muchas preguntas sin responder. Omisiones, quizá, cosas que había dejado afuera como antecedentes, etc. Quiénes eran estas personas y cuáles eran sus historias, por ejemplo. Así que empecé a investigar. La idea de que Marguerite de Carrouges podía haber mentido, que era lo que muchos decían, me parecía muy improbable porque su historia, como se puede leer en su testimonio detallado en el sumario del caso que redactó el Parlamento de París, fue muy convincente. Después de leer su declaración me convencí de que había dicho la verdad. Ahora, para ser justos con Jacques Le Gris, en el libro se puede ver que le doy a Marguerite la oportunidad de ser la primera en contar su historia: leemos qué le pasó en el capítulo cuatro. Pero más adelante, en el capítulo seis durante el juicio en el que Le Gris presenta una coartada, quería darle su oportunidad y que los lectores tuvieran toda la información que sobrevivió con el tiempo. Para mí esa información lleva a la clara conclusión de que Marguerite decía la verdad, y sentí que este libro servía para rectificar de alguna manera la injusticia."

Eric Jager


"Creo que si no hubiera estado convencido de que Marguerite de Carrouges decía la verdad, no hubiera escrito el libro. Pero estaba convencido, así que seguí investigado y se convirtió en un proyecto de varias aristas. Al principio sentí que era importante transitar los lugares en los que habían tenido lugar los acontecimientos reales hace siglos, el paisaje y los castillos de Normandía, los palacios y templos de París, o lo que había sobrevivido de ellos. Hice varios viajes a Francia con mi esposa, Peg, que me ayudó en la investigación y también como consultora editorial del libro. Visitamos archivos y bibliotecas en Normandía y París que conservan documentos y libros valiosos, incluidos: (1) fuentes primarias como crónicas, registros legales, títulos de propiedad y recibos militares, (2) Fuentes secundarias como opiniones de académicos legales sobre el caso, historiales militares, planos de arquitectura y mapas históricos, (3) opiniones y comentarios de historiadores regionales o populares, con diversos grados de fidelidad, y (4) trabajos de ficción histórica que intentan “resolver” los misterios del caso con tramas altamente creativas e incluso el agregado de personajes. Todas las fuentes primarias estaban en latín o francés, y las traduje yo mismo mientras investigaba y escribía el libro. Por ejemplo, pude ver el registro original manuscrito de la declaración legal, a la que antes había podido acceder a través de una copia impresa por primera vez en la década de 1820. Los documentos originales estaban muy bien conservados y no eran difíciles de leer para una persona que conoce la caligrafía de la época, aunque siempre es útil tener una lupa a mano. El papel o pergamino que usaban en el siglo XIV era muy resistente, por eso la mayoría de los documentos originales son legibles todavía hoy.

Parte de la información la obtuve de las crónicas, como la de Froissart, que caracteriza a estos hombres y ofrece descripciones físicas muy reales. Parte la obtuve de artículos posteriores, incluidos los de algunos historiadores franceses del siglo XIX, y que es un poco más cuestionable. Parte viene de los registros de tribunales, pero teniendo en cuenta que no todo lo dicho podría ser verdad, aunque siempre hay algo de verdad, incluso si está exagerada. Luego también está lo que podríamos llamar inferencia, por ejemplo el hecho de que Jean de Carrouges estuviera tan obsesionado con una tierra en particular y la pusiera en juego al momento de casarse. Aparece en el caso judicial e incluso después del duelo, cuando sigue intentando comprar esta tierra con el dinero que recibió de los bienes de Jacques Le Gris. Eso nos dice algo del hombre y sus obsesiones y obstinación, que son parte de él a lo largo de su vida. Así que fui armando la historia a partir de diferentes fuentes, intentando descifrar qué era cierto y qué eran habladurías. La gente puede mentir sobre lo que sucede en privado, pero no tienden a falsificar demasiado lo que sucede en público, porque pudo haber testigos y las consecuencias de mentir pueden ser graves. Un palacio como el del conde Pierre estaba lleno de cortesanos y, con Le Gris, Carrouges sabía perfectamente bien que si decía que se había encontrado con Jacques en algún momento, esto podía ser corroborado más tarde con testigos."

Eric Jager



"Mientras revisaba las transcripciones publicadas de los registros del Parlamento contra los documentos originales en París, me encontré al menos un error importante que de hecho cambiaba la historia, y que nadie había detectado en 200 años. Encontré algunos errores y omisiones. También encontré documentos que habían sido completamente ignorados o que estaban mencionados solo en lugares muy ocultos y que no parecían ser parte de lo que los historiadores y académicos conocían sobre el caso. Algunos de estos descubrimientos me ayudaron a llenar los vacíos de la historia y me aportaron elementos dramáticos para la trama. Por ejemplo, por un error en la transcripción de un registro, los académicos creyeron que la decisión de posponer el duelo del 27 de noviembre al 29 de diciembre se había tomado a fines de septiembre, más de dos meses antes del día señalado. Pero de hecho la postergación se anunció el 24 de noviembre, solo tres días antes de la primera fecha prevista, lo que supone un acontecimiento dramático importante. Sin embargo, más importante es que los historiadores parecían haberle otorgado menos peso a muchos de los detalles de la declaración de Marguerite en los tribunales que al relato de Le Gris. Hay diversas razones por las que pudo haber pasado esto, incluido el hecho de sencillamente a las mujeres no se les creía en situaciones como esta. Un detalle muy importante de su testimonio, creo, es que dice que Jacques Le Gris primero intentó seducirla con dinero y cumplidos, y que cuando eso no funcionó las cosas se pusieron violentas. Esa parte de su testimonio había sido ignorada casi por completo. El libro incluye muchos otros detalles, y en el apéndice incorporo una argumentación muy detallada de por qué el testimonio de Marguerite es el más creíble.

Los juramentos y promesas de Carrouges y Le Gris en la escena del enfrentamiento están bien documentados, pero no necesariamente en los registros de este caso en particular. Sabemos que se usaban esas palabras, esos gestos y esas ceremonias gracias a un documento muy importante de 1306 que había sido promulgado por un rey francés anterior. Felipe IV había tratado de abolir los duelos y la nobleza se opuso, porque quería seguir honrando esta antigua tradición. Entonces el rey dijo que podían seguir teniendo duelos, pero solo en caso de acusaciones por estos crímenes: traición, violación, asesinato y unos pocos más, y solo entre nobles. Así que en 1306 promulgó un largo decreto en el que especificaba todas las ceremonias formales, incluido el reto, el llamado y las ceremonias en el campo, y los juramentos solemnes de los combatientes antes del duelo, que podían ser hasta tres juramentos separados en algunos casos. Así que teníamos una especie de guion sobre cómo se decían estas cosas, que consta en un decreto real.

Uno podría pensar que los archivos regionales fuera de Paris son territorio de los académicos, pero no, hay personas corrientes que se dedican a investigar los legados de sus propias historias familiares. Los historiadores locales y los miembros de la sociedad regional hacen investigaciones y escriben artículos para revistas históricas locales. Algunos de ellos, de Normandía, me han escrito a lo largo de los años y hemos intercambiado correspondencia. De hecho uno de ellos tiene una porción de tierras que fue propiedad de Jacques Le Gris, donde restauró cuidadosamente y con mucha precisión un pequeño fuerte normando que sigue en pie."

Eric Jager













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