Évald Iliénkov

"Arrancando de tal género de premisas, Hegel llegó a la conclusión de que el pensamiento verdadero transcurre en realidad en otras formas y se guía por otras leyes, que aquellas que la lógica considera como únicas determinaciones del pensamiento. Es evidente que el pensamiento debe ser investigado como una actividad colectiva cooperadora, en el curso de la cual el individuo ejecuta, con sus esquemas de pensamiento consciente, sólo funciones particulares. Pero al cumplirlas, siempre se ve obligado simultáneamente a realizar acciones que de ningún modo encajan en los esquemas de la lógica habitual. Participando realmente en el trabajo común, él se subordina en todo tiempo a las leyes y formas del pensamiento universal, sin comprenderlas en este sentido. De aquí resulta aquella situación “trastornada”, cuando las formas verdaderas y las leyes del pensamiento se interpretan y comprenden como una cierta necesidad exterior, como una determinación fuera de lógica de las acciones. Y sólo sobre la base de que no han sido todavía reveladas ni comprendidas como lógica, no han sido legitimadas en tratados de lógica.
No es difícil percatarnos de que Hegel adelanta la crítica de la lógica tradicional y del pensamiento que corresponde a ella con el mismo “método inmanente” que, precisamente, constituyó una de sus conquistas principales. A saber: a las afirmaciones, reglamentos y principios de la lógica no opone una réplica de los mismos, sino el proceso de realización práctica de sus propios principios en el pensamiento real. Le muestra su propia imagen, señalando aquellos rasgos de su fisonomía que ella prefiere no advertir, no interpretar. Hegel exige del pensamiento, de acuerdo con la lógica, sólo una cosa: una consecuencia sin compromiso en la realización de los principios expuestos. Y muestra que precisamente la realización consecuente de los principios (y no la desviación de ellos) conduce inevitablemente, con fuerza inexorable, a la negación de los mismos principios, por unilaterales, incompletos y abstractos."

Évald Iliénkov
Lógica dialéctica 



"Desde el primer momento, la educación de un joven debe contar no sólo con una persona inteligente, sino también con un instructor que entienda de arte. El arte no sólo forma la capacidad de entender otras obras de arte, sino la sensibilidad humana universal, la capacidad de ver y percibir el mundo con los ojos desarrollados de toda la humanidad, de toda la cultura. Y esta capacidad es importante en todos los ámbitos de actividad, sin excepción."

Évald Iliénkov


"El educador también necesita ser educado, como decía Karl Marx. Tanto Meshcheryakov como yo y muchos otros hemos aprendido mucho en este proceso de formación de niños sordociegos. Considero esto como la mayor felicidad, porque como filósofo, trabajar con niños me ha dado infinitamente más de lo que yo podría darles. Pude leer con otros ojos muchas cosas de Descartes, Spinoza, Leibniz, Kant y Marx.
En particular, con el gran problema filosófico «¿Qué es el pensamiento como facultad humana?» Haz una pregunta tan aparentemente simple a cualquier persona con la que te encuentres, incluso a un académico de filosofía y psicología… y me habría resultado difícil responder antes de conocerlos. Después de este trabajo estoy convencido, basándome en los hechos: se trata de la capacidad de un cuerpo humano para actuar y comportarse con los cuerpos del mundo exterior según su propia lógica. Todo niño, no sólo el sordociego, se convierte en un ser pensante cuando aprende a actuar con objetos creados por el hombre para el hombre: una cuchara, un plato, un juguete, una manta, etc. Cuando asimila este mundo y comienza a actuar de forma humana, obtiene lo que llamamos pensamiento humano, mentalidad."

Évald Iliénkov




El ideal

El ideal (del gr. idea, prototipo) es una imagen que determina el modo de pensamiento y la actividad del hombre o de una clase social. La formación de los objetos naturales de conformidad con un ideal constituye la forma humana específica de actividad, pues supone la creación especial de una imagen del fin de esta actividad antes de su realización práctica.

El problema del ideal fue elaborado en la filosofía clásica alemana. Kant lo planteó, ante todo, en relación con el problema del “fin interior”.

En opinión de Kant, los fenómenos que carecen de un fin que pueda ser representado en la forma de una imagen, tampoco pueden tener un ideal. El único ser que actúa según un “fin interior” es el hombre. En el animal, la finalidad interior se realiza de un modo inconsciente y, por ello, no adquiere la forma de un ideal, de una imagen particular del fin.


El ideal, como la perfección imaginada (alcanzada en la imaginación del género humano), se caracteriza por la superación total y absoluta de todas las contradicciones entre el individuo y la sociedad, es decir, entre los individuos que conforman el “género”. De modo que la realización del ideal coincidiría con el fin de la historia. A causa de esto, según Kant, el ideal es inalcanzable en principio y solo constituye una “idea” de orden regulador. Más que crear la imagen del propio fin, el ideal indica la dirección que conduce a él, y por ello, más bien guía al hombre como un sentimiento de la dirección correcta, que como una imagen clara del resultado. El ideal sólo puede y debe ser representado en el arte, en la forma de lo hermoso. El ideal de la ciencia (de la “razón pura”) se presenta en la forma del principio de “no contradicción”, y el ideal moral (el ideal de la “razón práctica”), en la forma del imperativo categórico. Sin embargo, en ambos casos es imposible representarse claramente una situación que corresponda al ideal, pues éste es irrealizable en el transcurso de un tiempo finito, por duradero que sea. Por eso el ideal y “lo bello” se convierten en sinónimos, y sólo en el arte se le concede una vida real. Estas ideas de Kant fueron desarrolladas en las obras de Schiller, Fichte, Schelling y de los románticos alemanes.

Hegel, quien comprendiera agudamente la debilidad de la concepción kantiana del ideal, la desacreditó como una abstracción que expresa uno de los momentos de la realidad en desarrollo del “espíritu” (es decir, de la historia de la cultura espiritual de la humanidad), contrapuesta a otra abstracción del mismo género: “la realidad empírica”, que se supone esencialmente hostil al ideal e incompatible con él. En la obra de Hegel, el ideal se convierte en un momento de la realidad, en una imagen del espíritu humano en eterno desarrollo a través de sus contradicciones inmanentes, del espíritu que supera sus propios frutos, sus estados “enajenados”. Por ello, el ideal de la ciencia (del pensamiento científico) puede y debe darse en la forma del sistema de la lógica, y el ideal de la razón práctica, en la forma de exigencias imperativas abstractas dirigidas al individuo e irrealizables en esencia. Por esta razón, el ideal como tal es siempre concreto y se realiza paulatinamente en la historia. Cada nivel de desarrollo alcanzado se presenta, desde este punto de vista, como el ideal parcialmente realizado, como una fase de la subordinación de lo empírico al poder del pensamiento, a la fuerza de la idea, a la potencia creadora del concepto. En la forma del ideal se crea siempre una imagen de un fin concreto de la actividad del “género”, es decir, de la humanidad en un peldaño dado de su desarrollo intelectual y moral. En la forma de un ideal se configura siempre la imagen de un objetivo concreto de la actividad del “género”, es decir, de la humanidad en un nivel dado de su desarrollo intelectual y moral. En la composición del ideal se presentan como resueltas efectivamente las principales contradicciones universales, las más agudas, aquellas que han alcanzado su madurez de manera definitiva. “El espíritu” siempre se propone resolver problemas efectivos, no alcanzar el fin formal abstracto de una “perfección absoluta”, entendida como un estado inmóvil, carente de vida y, por lo tanto, de contradicciones.

Por cuanto, en el espíritu de las tradiciones de la filosofía clásica alemana, Hegel define el ideal como una imagen del fin claramente concebida, la elaboración ulterior del problema en cuestión pasa a la Estética, al sistema de determinaciones de “lo bello”. Sin embargo, Hegel no vincula la realización del ideal como belleza con el futuro, sino con el pasado, con la época del antiguo “reino de la individualidad hermosa”. Ello está relacionado con el hecho de que, según Hegel, la forma burguesa del desarrollo de la cultura, que él idealiza, es la culminación de la historia social de los seres humanos. Al eternizar teóricamente la división capitalista del trabajo, considera un sueño romántico —es decir, un ideal reaccionario— la idea del desarrollo integral y multilateral del individuo. Pero sin esto la idea de la “individualidad bella” resulta impensable incluso desde una perspectiva puramente teórica. Por esta razón, “lo bello” (y por tanto, el ideal como tal) resulta en la obra de Hegel más bien una imagen del pasado de la cultura humana que una imagen de su futuro.

Al someter a crítica el idealismo de Hegel, los fundadores del marxismo reelaboraron de un modo materialista sus ideas dialécticas sobre el ideal, su composición, su papel en la vida de la sociedad y las posibilidades de su realización concreta. Al entender por ideal la imagen del fin de la actividad de los hombres unificada en torno a una tarea común, Carlos Marx y Federico Engels centraron su atención en la investigación de las condiciones reales de vida de las clases fundamentales de la sociedad en que vivían (la sociedad burguesa), en el análisis de las necesidades universales reales que inducen a actuar a estas clases y que se refractan en su conciencia en la forma de un ideal. Por primera vez, el ideal se concibió desde el punto de vista del reflejo de las contradicciones de la realidad social en desarrollo en la cabeza de los hombres oprimidos por estas contradicciones.

En la forma del ideal, en la conciencia se refleja siempre una situación socio-histórica contradictoria, preñada de necesidades, maduras pero no satisfechas, de masas de hombres, clases sociales y grupos más o menos amplios. Precisamente en la forma de un ideal estos hombres se crean la imagen de una realidad en cuyos marcos las contradicciones existentes que los oprimen se representan como superadas, “negadas” y la realidad aparece “depurada” de estas contradicciones, libre de ellas. El ideal se presenta como una fuerza activa que organiza la conciencia de los hombres y los unifica alrededor de la solución de tareas plenamente definidas y concretas que han madurado en el curso del desarrollo histórico.

Es característico de las clases dominantes que intentan eternizar un orden social caduco la idealización del estado social existente. Las clases de cuya actividad depende el progreso de toda la sociedad se forman, en correspondencia con ello, ideales progresistas que reúnen bajo sus banderas a todos los hombres activos que buscan una salida de las situaciones de crisis. Tales fueron, por ejemplo, las ideas de la Gran Revolución Francesa. Tales son en la época contemporánea las ideas de la Revolución de Octubre de 1917.

En nuestros días, el único sistema de ideas que representa un ideal progresista es la concepción comunista del mundo, precisamente porque indica a los hombres la única salida posible hacia el futuro a partir del callejón sin salida de las contradicciones que han madurado en el capitalismo: la construcción del comunismo, en cuyas condiciones se realiza el desarrollo libre y multilateral del ser humano.
 
Évald Iliénkov
Tomado de Filosofskii entsiclopedicheskii slovar, Editorial Soviétskaia Entsiclopedia, Moscú, 1983
Traducción del ruso: Rubén Zardoya Loureda



"Es necesario [educar] a un hombre calculador que no desperdicie sus preciosos momentos en sentimientos vacíos. Esta actitud proviene de una visión mecanicista de la mente, de no comprender que un verdadero gran intelecto está asociado a un desarrollo igualmente elevado del sentido moral y a la capacidad de percibir la verdadera belleza. La verdadera inteligencia es siempre moral, siempre se basa en un sentimiento humano genuino.

Por lo tanto, las afirmaciones de algunos intérpretes acerca de los logros de la cibernética de que se puede crear una inteligencia artificial inconmensurablemente superior a las habilidades humanas es ingenua e impotente. Podemos hablar de la capacidad de los ordenadores para pensar únicamente en un sentido determinado y condicional.

Es importante comprender que las capacidades universales –el pensamiento, la percepción de la belleza y la bondad– no sólo están conectadas externamente, sino que se definen profundamente, internamente. Si equipas a un hombre con el pensamiento según los cánones de la lógica matemática, pero no le haces pensar en la diferencia entre el bien y el mal, tendrá una mente defectuosa. Lo mismo puede decirse del desarrollo de las capacidades morales y estéticas. Sólo la armonía de la razón, la bondad y la belleza crea una persona integral y completa. Esto sólo es posible cuando el sistema de relaciones humanas se organiza de forma comunista. Sólo aquel, probablemente, que ha alcanzado una norma en su desarrollo, es decir, la fase del talento, puede ser verdaderamente feliz. ¿Qué es la felicidad? Ampliar y ensanchar tus horizontes, tu comunicación con la naturaleza, con otras personas con cada minuto, cada hora, cada año. Para que el mundo sea más rico e interesante para ti…

Hemos entrado en una era en la que las relaciones sociales socialistas se transforman gradualmente en relaciones comunistas. Nuestro mañana comienza ahora, hoy. Cada uno de nosotros puede y debe ejercer el derecho a elegir una profesión y a trabajar según su vocación. El derecho a la autoafirmación, a la creatividad."

Évald Iliénkov




"Hay teorías según las cuales sólo el cinco o el seis por ciento de las personas del mundo «nacidas bajo el sol» tienen verdadero talento. El resto es una masa gris, sin rostro, cuyo destino es un trabajo automático e igualmente gris. No hay nada de qué quejarse. No es difícil ver que toda esta «lógica» sustenta la existencia de la desigualdad social, la estructura social establecida en la que la mayoría de la gente se contenta con ganar el suficiente dinero para un pedazo de pan y un techo en el que cobijarse, sin intentar pensar en algún «asunto elevado» como la creatividad o la autorrealización. Los que tienen tiempo para pensar en ello forman parte de los «elegidos».
Esta apología de la desigualdad social se apoya supuestamente en las pruebas científicas de la estadística, la genética y la fisiología de la actividad nerviosa superior, y se convierte en una superstición de tipo científico, que cala en la conciencia de la gente común, que cree firmemente en el talento innato."

Évald Iliénkov



"La sociedad burguesa y la cultura burguesa se basan en esto: lograr el éxito, por todos los medios, a expensas de otro, a expensas de su humillación, supresión. Este ha sido siempre el caso, en todas las formaciones antagónicas. Eso es lo que estamos superando."

Évald Iliénkov



"No se pueden dominar todas las especialidades. Pero la sociedad está obligada a desarrollar la capacidad de pensar, de comprender la belleza y de ser amable con las personas. Y si una persona se desarrolla de forma tan integral, tendrá talento y florecerá su individualidad creativa. Después de todo, el talento no es una desviación de la norma, sino, por el contrario, es la etapa más elevada del desarrollo de la personalidad y, en este sentido, la norma."

Évald Iliénkov



"Nunca encontrarás el mismo sistema de microcondiciones que forman una personalidad ni para los ciegos ni para los videntes. La gente suele plantearse lo siguiente: mis hijos son gemelos, se han criado en una misma familia y son muy diferentes. Pero el hecho es que un niño pequeño, a diferencia de usted y yo, no tiene criterio para distinguir lo importante de lo insignificante. Incluso importa en qué parte de la habitación están sus camas en relación con la luz del sol.
Los psicólogos de Alemania Occidental llevaron a cabo recientemente un experimento de este tipo: La observación de unos gemelos, para los que trataron de crear condiciones idénticas. Las reacciones de los gemelos ante las mismas cosas, hasta un momento eran idénticas. Y luego, de repente, se produjo una fuerte divergencia. ¿Qué está pasando? Resulta que el día anterior uno de los niños recibió una caricia en la cabeza y el otro unos azotes."

Évald Iliénkov










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