Maria de la Pau Janer

"A veces, el mañana no llega nunca. Mañana quiere decir futuro inmediato, lo que sucederá cuando nos despertemos, pasada la noche. Significa pocas horas de espera. Tenemos que tener paciencia hasta que nace un nuevo día. Al día siguiente, Ignacio no volvió a Mallorca. Le dio a Dana una excusa de última hora. Le dijo que los médicos le retenían, que estaba pendiente de unos informes, que no sufriera. Como la pilló por sorpresa, se quedó muda. Vivía una situación que no se habría imaginado. Era el hombre al que amaba, ¿cómo podía actuar de aquella forma, indiferente a la angustia de la espera, como si su dolor no existiese? No hay nada más terrible que lo que no podemos comprender. Una situación nos desborda si no la entendemos, aunque pongamos toda la capacidad de concentración posible en ello. Murmuró media docena de frases balbuceantes. Se habría abofeteado por no ser capaz de reaccionar disimulando su angustia. No se reconocía en el tono vacilante, en la voz de una niña que suplica al adulto que no le abandone en la oscuridad.
Tampoco regresó al día siguiente. Ni al otro. Los días se fueron sucediendo con una sarta de excusas increíbles que aplazaban la verdad. Dana vivía en un estado de tensión continuo. El pensamiento inventaba confusas historias. Estaba en una contradicción permanente. Se decía que tenía que tranquilizarse. Seguro que había motivos reales que impedían el regreso de Ignacio. Era desconfiada por naturaleza. Ella tenía la culpa, porque no sabía ponerse en la piel del otro, estar a la altura de las circunstancias. Una voz interior le replicaba que no era cierto. La situación era lo anómalo, no sus reacciones. Él le despertaba dudas. Estuvo a punto de tomar un avión para ir a Barcelona y presentarse en el hotel por sorpresa, dispuesta a aclarar lo que sucedía. No lo hizo porque era incapaz. Se sentía prisionera de una espiral de sospechas. La fatiga mental puede llegar a convertirse en dolor físico. Como un náufrago que se agarra a un trozo de madera, se abrazaba a cada hilo de esperanza. Se imaginaba el sonido de la llave en la cerradura, su rostro que le sonreía desde la puerta, el abrazo que aleja los fantasmas. Y en aquel momento pensaba que tenía que ir a comprar comida, porque tenía el frigorífico vacío.
Habían pasado muchas mañanas desde aquella en que Ignacio tenía que regresar. Dana no habría sabido decir cuántas, porque percibía el ritmo del tiempo alterado. Los crepúsculos se unían con el alba. Dormía poco; comía menos y a destiempo. Había días en que se alimentaba de chocolate; a veces tomaba un par de yogures. Los límites de la resistencia humana son mucho más amplios de lo que nos habríamos imaginado. Pero, un día, se acaban. Inesperadamente, sabemos que hemos llegado al final. Somos incapaces de resistir un instante más."

Maria de la Pau Janer
Pasiones romanas


"Creo que todas mis novelas suelen tener esa reivindicación de las mujeres, aunque también tienen a grandes protagonistas masculinos. Las mujeres y su mirada del mundo son claves para mí. Y es algo que se ha ido acentuando con el tiempo. En el fondo siempre hay historias de complicidad entre las mujeres, siempre se ayudan entre ellas."

Maria de la Pau Janer




"Cuando nació su hija, los temores no la vencieron, pese a los malos presagios. Se acostumbró a vivir una realidad nueva. Pasaba los días metida en casa. Gerardo ignoraba la presencia de Mimona, su niña. No volvió a ver a Sergio, que, después de aquella desaparición que tenía aires de fuga, se dedicó a enviarle dinero con periodicidad. Arreglaba la situación como había aprendido a encararse a la vida: a golpes de talonario. Ella no lo echó de menos. La carencia de nostalgia no fue fruto de la indiferencia, ni de un esfuerzo por olvidarlo. La vida diaria la absorbía con demasiada fuerza para perderse en divagaciones. Cada día se convirtió en el eslabón de una gran cadena idéntica. Levantarse temprano, tener cuidado de la niña, meterse en el estudio, ser la mano que guiaba a otra mano de torpes movimientos. Pintar la salvaba de la sensación de ahogo, aunque nunca firmara unos cuadros que llevaban su sello. Durante mucho tiempo mantuvo la intención de ser sólo una sombra que pasaba por las telas de su padre. Con suavidad, retocaba y corregía. El embarazo aumentó la decisión del trazo, aun cuando se esforzaba en contenerlo. Tras el nacimiento de la niña, el miedo a manifestarse en la pintura fue diluyéndose. Se volvió atrevida. En el estudio, sentía que volvía a recuperar los bosques de encinas. El olor de la pintura la acompañaba.
Los lapsus de la mente de su padre se acentuaron. Eran como los charcos que se forman después de la lluvia. Tiene que salir el sol para que se seque el rastro del agua en la tierra. En la vida de Gerardo, no había espacio para el hombre que había sido. Se alejaba de él algunos pasos irrecuperables todos los días. Paula descubrió que olvidaba limpiar los pinceles. La sorprendió, porque siempre había sido meticuloso, casi maniático, con los enseres del trabajo. Los restos de pintura formaban unas adherencias que hacían inservibles los pinceles. A veces, desaparecían por arte de encantamiento. Obsesionado con la idea de que alguien se los robaba, se apresuraba a esconderlos en rincones imprevisibles. Paula le recriminaba su conducta. Compraba otros nuevos para sustituir a los que habían desaparecido. Inesperadamente, descubría un puñado escondido en la despensa, junto al fregadero, o en una maceta. De vez en cuando, metía un trapo húmedo de pintura en el cesto de la ropa sucia, y echaba a perder toda la colada. Ella se esforzaba en hacerle entender que nadie quería quitarle nada, que debía tener cuidado con las cosas. Él podía reaccionar de formas muy diferentes: hacerse el ofendido, cambiar de tema, u observarla con la mirada de quien viene de muy lejos. Pasaron los meses. Aquellas situaciones esporádicas se hicieron más frecuentes. Paula se negó a aceptar la realidad, hasta que tuvo que admitirlo. Se dormía imaginándose que no era cierto. Cerraba los ojos y se dejaba vencer por el sueño. Se decía que al día siguiente todo recuperaría la dimensión perdida. Los ojos de su padre tendrían el brillo de la lucidez, y miraría el mundo con la intensidad que ella amaba."

Maria de la Pau Janer i Mulet
Cartas que siempre esperé



"Empecé mi trayectoria literaria siendo muy joven. Llegó un momento en que me di cuenta de que ya había escrito muchas novelas y que no había que apresurarse para publicar más. Quizás porque se sufre mucho en la creación de una novela, entiendo escribir como una experiencia egoísta que se tiene que disfrutar. Tengo que admitir que con Tots els noms d'Helena he disfrutado mucho."

Maria de la Pau Janer


"Guardó el retrato en el fondo de su bolsillo y regresó a casa. No le hizo más preguntas y Miquel, dolido por el arranque de sinceridad, la vio irse sin moverse de donde estaba, con el cuerpo todavía doblado y encogido. Al día siguiente, Agueda mostró la fotografía a la abuela. No fue necesaria ninguna explicación. En el fondo las dos deseaban hablar de ello pero no sabían cómo. Agueda tenía once años y había pasado la noche en blanco, llena de dudas. La abuela llevaba demasiado tiempo en silencio. Sentadas en el sofá de la sala, cerca de la ventana que daba al jardín, contemplaron el retrato. Las marcas de las diez medias lunas habían oscurecido los contornos con un rastro de hormigas.
Desde aquel día, los álbumes pasaron a formar parte de su patrimonio particular. La abuela le enseñó el camino al desván. Allí la esperaban, entre baúles enormes y trastos viejos. ¡Había tantas cosas! La luz entraba transformada a través de las ventanas de ojo de buey e iluminaba el polvillo del aire. En el suelo, cajas acumulándose con cierto desorden que nadie se preocupaba de enmendar. Asomaban papeles escritos con caligrafías distintas, letras apretujadas o volátiles, hojas verdes con los bordes roídos por los ratones. Había ropas cubiertas de polvo y zapatos de punta fina, muñecas de trapo sin ojos y llaves que hacía mucho tiempo que debían de haber perdido su cerradura. Por último, los álbumes: fotografías de su madre cuando era un bebé en brazos de una abuela rejuvenecida, o siendo todavía una niña, al lado de la tía Agnès. Veía una adolescente hecha de caña e hilo sonreír desde las páginas que iba pasando. Espiaba sus gestos inmovilizados: una sonrisa que aparecía creciente o menguante, como si copiara a la luna; sus manos quietas. Observaba los últimos retratos, donde aparecían los tres; las dos hermanas y un hombre con un pulcro vestido.
Pasaba muchas horas en el desván, en aquel rincón entre el tejado y la casa donde descubría historias. Iba allí cada noche mientras los primos jugaban a ser marineros entre las olas verdes del jardín. Un día el abuelo murió, y la abuela ya nunca fue la misma. Caminaba cojeando y, cuando subía la escalera, tenía que pararse porque se quedaba sin aliento. Los cristales de sus gafas eran cada vez más gruesos, hasta parecer culo de vaso, y tenía la voz entrecortada. Se aficionó a ir al desván con ella y se empeñaba en subir los peldaños, aunque a la tía Agnès no le hacía ninguna gracia. Utilizaba un bastón con el puño de marfil que levantaba al aire cuando hablaba de los días pasados."

Maria de la Pau Janer
Lola



"He sido Helena, Chiara, Menelau, Casandra, Eva, Ferran, Adrià... En todos ellos está Maria de la Pau Janer, no diré en qué proporción. Los que me conozcan lo sabrán y me reconocerán en ellos."

Maria de la Pau Janer



"La verdad es que me cuesta bastante encontrar unas ideas, aunque siempre he sentido admiración por algunos personajes femeninos de la mitología. De hecho, en Quan siguis lliure está muy presente Sherezade, de Las mil y una noches, otro personaje femenino muy potente porque salva su vida a través de las palabras. En el caso de Helena, tiene una magia brutal porque era la hija de un dios y de una humana; es decir, está dividida entre dos mundos. Está eternamente dividida, también entre dos familias, dos pueblos y dos amores."

Maria de la Pau Janer



"Siempre me he sentido fascinada por la Guerra de Troya, un conflicto que esconde todas las emociones humanas."

Maria de la Pau Janer





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