Nora Ikstena

"Al pasar mi juventud durante el régimen soviético nos acostumbramos a vivir en los absurdos y los terminábamos convirtiendo en bromas o en algo cómico, sólo para tener el sentimiento de reírnos de ello, como muchas situaciones en el libro, pero no sólo fue en el régimen soviético también en el mundo contemporáneo, en estos dos años hemos vivido muchos absurdos con la vida, con la COVID, pero vemos muchas cosas absurdas que no son provocados por la enfermedad sino por las personas. Es una comedia negra."

Nora Ikstena



"El sendero bajaba al río siguiendo una escarpada orilla arcillosa por la que se filtraban regatillos de agua clara que iban a parar al río, donde se unían a las aguas oscuras, convirtiéndose en una sola corriente. Por aquella parte, la corriente era engañosa: de repente daba un giro y lo arrastraba todo lejos de la orilla. Requería un enorme esfuerzo nadar a contracorriente y no dejarse arrastrar.
Desde el prado que bordeaba el río llegaba la fragancia de la Madre Tierra. El aroma de la menta silvestre se mezclaba con el del cálamo y la ulmaria.
Me senté en una roca que aún conservaba el tacto cálido del día y me fumé un cigarrillo. El río estaba en calma, silencioso, con sus corrientes ocultas en lo profundo del caudal.
Una neblina se elevaba contra la luz pálida que surgía de poniente. El largo y absurdo día pugnaba aún contra la noche redentora.
Pasó un avión, rugiendo por el cielo sombrío. Era un ruido que me provocaba tanto miedo como nostalgia. Me traía un recuerdo de mí misma de pequeña, muy arreglada, cogida de la mano de mi madre. Caminábamos por la calle cuando, de repente, un avión nos pasó justo por encima. Mi madre se estremeció, me agarró con fuerza y corrió hacia un patio interior. Después se calmó, me arregló el abriguito y continuamos nuestro paseo por las tranquilas calles de la ciudad. Sentí un miedo desconocido, pero también un profundo anhelo: el rumor de una lejanía inalcanzable que surcaba el cielo, dejando tras de sí una huella alargada de deseo.
Sentí lo mismo a la orilla del río, con el día ya cercano a su fin y la promesa de un mañana y de un pasado mañana. Como los cigarrillos ya fumados, deshechos en ceniza y consumidos hasta el filtro, símbolos de un final más rápido para la vida.
Me desvestí y entré en las aguas tibias del río. Era el río de la vida y me envolvía con sus aguas generosas. Me purificaba del pecado de destruir el fruto de aquellos vientres y deshonrar a mis padres. Lo había jurado. Que me aviniese ahora lo contrario."

Nora Ikstena
Leche materna


“Era muy común este sentimiento de culpa, muchas personas se vieron forzadas a tener una doble vida, tener que escoger entre dos caminos y a tener actitudes destructivas. El padre escogió entre su libertad de expresión y defender a su familia, este tipo de decisiones las tuvieron que tomar muchas personas, de seguir su conciencia o su deber, fue un conflicto en el que entraron y muchas veces esas personas han tenido que pagar por estas decisiones tomadas.”

Nora Ikstena




"Me di cuenta que no sería una escritora en el sistema opresor porque la libertad de pensar y de usar el lenguaje, de tener mis propios pensamientos que no sean forzados por el gobierno, por la política y los medios es lo más importante para mí, así que nunca hubiera considerado ser escritora en una sociedad que no fuera democrática y libre."

Nora Ikstena



“Quería mostrar estas olas y diferentes altibajos entre las relaciones de madre e hija porque lo más difícil que puede sufrir alguien es la falta de amor y creo que la hija se convierte en esta mensajera de amor para la vida, ella es el futuro porque sigue con el entendimiento de que el amor y la vida tiene su propio valor.”

Nora Ikstena



“Reconozco la tragedia, pero el absurdo nos ayuda a tener esta energía de seguir y ver el lado bueno de las cosas. A veces cuando lees las tragedias de la historia o lees a Shakespeare ves tantas cosas cómicas en estos absurdos y las necesitas para sobrevivir.”

Nora Ikstena












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