San Juan Damasceno

"Lo que es un libro para los que saben leer, es una imagen para los que no leen. Lo que se enseña con palabras al oído, lo enseña una imagen a los ojos. Las imágenes son el catecismo de los que no leen."

San Juan Damasceno


"Madre de la vida, haz morir en mí las pasiones de la carne que matan el espíritu. Protege a mi alma cuando salga de esta tienda mortal para ir a otro mundo ignorado. La tempestad de las pasiones ruge en cor mío, las olas de la iniquidad me empujan hacia el escollo de la desesperación. Estrella de los mares, haz renacer la calma entre las olas. El león ruge buscando a quién devorar. No me dejes entre sus garras, oh tú, Virgen Inmaculada, que diste al mundo un Niño Divino, dominador de furias y leones."

San Juan Damasceno



“Madre, eres el Edén espiritual, más sagrado y más sublime que el anterior. En el primero habitaba el Adán de la tierra; en ti, el Señor del cielo. 

El arca de Noé es la prefiguración de tu ser porque guardó en sí el germen de la segunda creación.

Tú das luz a Cristo, la salvación del mundo por la cual quedaron sepultados los pecados y apaciguadas las aguas.

Así como Jacob vio el cielo y la tierra unidos por una escalera, y los ángeles que subían y bajaban por ella, y a aquel que es el invencible y el único fuerte, luchar con él una lucha simbólica, así tú misma has sido hecha medianera y escalera por la que Dios descendió hacia nosotros y tomó sobre sí la debilidad de nuestra sustancia, abrazándola, y uniéndola estrechamente a sí.”

San Juan Damasceno



"Malo es aquello que, no teniendo su causa en Dios, se debe a nuestra propia invención, a saber: el pecado."

San Juan Damasceno




Nadie está en el cielo
más cerca de la Divinidad simplicísima que tú
que tienes asiento sobre la cumbre de los querubines
y sobre todos los ejércitos de los serafines,
y por esto no es posible que tu intercesión sufra repulsa,
ni que sean desatendidos tus ruegos.

No nos falte tu auxilio
mientras vivamos en este mundo perecedero;
alárganos tu mano,
para que,
obrando las obras de salud
y huyendo de los caminos del mal,
demos seguro el paso de la eternidad.

Por ti esperamos que,
al cerrar a este destierro los ojos de la carne,
se abrirán los del alma
para anegarse en aquel piélago
de soberana hermosura,
de suavísimos deleites,
por el cual, ansiosamente,
suspiran las almas regeneradas
y que nos anunció y mereció Cristo Señor nuestro
haciéndonos ricos y salvos.

A El por ti, Señora,
rendimos gloria y alabanza,
con el Padre y el Espíritu Santo,
ahora y siempre por los siglos de los siglos.

Amén.

San Juan Damasceno




"Que nadie piense que los cielos y las estrellas están animados pues son, en realidad, inanimados e insensibles."

San Juan Damasceno



"Si nos abstenemos de los vicios pasados y amamos las virtudes con todo el corazón, tomándolas como nuestras compañeras en la vida, la Virgen visitará frecuentemente a sus siervos, trayéndoles todo tipo de bendiciones. Vendrá acompañada por Cristo, su Hijo, Rey y Señor de todos, que habitará en nuestros corazones."

San Juan Damasceno


"Todas la obras y milagros de Cristo son sobresalientes, divinos y admirables; pero lo más digno de admiración es su venerable cruz. Porque por ninguna otra causa se ha abolido la muerte, se ha extinguido el pecado del primer padre, se ha expoliado el Infierno, se nos ha entregado la resurrección, se nos ha concedido la fuerza de despreciar el mundo presente y la muerte misma, se ha enderezado nuestro regreso a la primitiva felicidad, se han abierto las puertas del Paraíso, se ha situado nuestra naturaleza junto a la diestra de Dios, y hemos sido hechos hijos y herederos suyos, no por ninguna otra causa repito más que por la cruz de nuestro Señor Jesucristo. La cruz ha garantizado todas estas cosas: todos los que fuimos bautizados en Cristo, dijo el Apóstol, fuimos bautizados en su muerte. Todos los que fuimos bautizados en Cristo nos revestimos de Cristo. Cristo es la virtud y la sabiduría de Dios.
Por tanto, la muerte de Cristo, es decir, la cruz, nos ha revestido de la auténtica sabiduría y potencia divina. El poder de Dios es la palabra de la cruz, porque por ésta se nos ha manifestado la potencia de Dios, es decir, la victoria sobre la muerte; y del mismo modo que los cuatro extremos de la cruz se pliegan y se encierran en la parte central, así lo elevado y lo profundo, lo largo y lo ancho, esto es, toda criatura visible e invisible, es abarcada por el poder de Dios.
La cruz se nos ha dado como señal en la frente al igual que a Israel la circuncisión, pues por ella los fieles nos diferenciamos de los infieles y nos damos a conocer a los demás. Es el escudo, el arma y el trofeo contra el demonio. Es el sello para que no nos alcance el ángel exterminador, como dice la Escritura. Es el instrumento para levantar a los que yacen, el apoyo de los que se mantienen en pie, el bastón de los débiles, la vara de los que son apacentados, la guía de los que se dan la vuelta hacia atrás, el punto final de los que avanzan, la salud del alma y del cuerpo, la que ahuyenta todos los males, la que acoge todos los bienes, la muerte del pecado, la planta de la resurrección, el árbol de la vida eterna."

San Juan Damasceno









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