Ann Leckie

"A partir de entonces, me convertí en veinte personas diferentes, con veinte series distintas de datos y recuerdos y solo puedo recordar lo que sucedió si reúno todas aquellas experiencias individuales. Cuando se produjo el apagón, mis veinte segmentos, sin siquiera detenerse a pensarlo, activaron inmediatamente la armadura. Los que estaban vestidos ni siquiera intentaron ajustársela para que cubriera los uniformes. En la casa, ocho segmentos que estaban durmiendo se despertaron al instante y, cuando recobré la calma, corrieron a donde estaba la teniente Awn intentando conciliar el sueño. Dos de aquellos segmentos, Diecisiete y Cuatro, después de comprobar que la teniente Awn y otros segmentos que estaban con ella se encontraban bien, se dirigieron a la consola de la casa para comprobar el estado de las comunicaciones. La consola no funcionaba."

Ann Leckie
Justicia auxiliar


"De repente, me di cuenta de que, aunque Estación no había conocido a nadie del Gerentate, era muy posible que Anaander Mianaai sí. ¿Cómo no se me había ocurrido antes? ¿Por algo que habían programado en mi mente de nave y que había permanecido oculto a mis sentidos hasta entonces o, simplemente, debido a las limitaciones del pequeño cerebro que me había quedado como residuo? Puede que hubiera engañado a Estación y a todas las personas que había conocido allí, pero ni por un instante había engañado a la Lord del Radch. Sin duda, ella supo, desde el momento en que puse el pie en el muelle del palacio, que no era quien decía ser. "Las monedas caerán donde caigan", me dije a mí misma."

Ann Leckie
Justicia auxiliar


"Las unidades auxiliares que solo se activaban para las anexiones a menudo no llevaban más vestimenta que una armadura generada por un implante colocado en el cuerpo. Filas y filas de soldados inexpresivas que podrían estar elaboradas con mercurio. Pero yo siempre estaba en activo y, ahora que los combates habían terminado, llevaba puesto el mismo uniforme que las soldados humanas. Mis cuerpos sudaban debajo de las chaquetas del uniforme y, aburrida, abrí tres de mis bocas, que estaban cerca unas de otras, en la plaza del templo. Y con aquellas tres voces canté: "Mi corazón es un pez. Escondido entre las plantas acuáticas..." Una persona que pasaba por allí me miró sorprendida, pero todas las demás me ignoraron. A aquellas alturas, estaban acostumbradas a mí."

Ann Leckie
Justicia auxiliar


“No creo que la inteligencia artificial pueda llegar a controlar un estado y tampoco creo que, si eso llegara a suceder, fuese inherentemente mejor, porque, al fin y al cabo, las inteligencias artificiales están programas por los seres humanos. Estas inteligencias están hechas por el hombre y no todo lo que hace el hombre es siempre bueno.
Nosotros necesitamos de las emociones para comprendernos, y dejarlo todo a la lógica y a un patrón predefinido no tiene por qué ser mejor, no tiene por qué ser un cambio para bien.”

Ann Leckie



"Yo también estaba frente a la entrada del templo, en la plaza manchada de cianobacterias, desde donde contemplaba a las personas que pasaban por allí. La mayoría de ellas iban vestidas con la misma falda sencilla y de vistosos colores que llevaba la suma sacerdotisa, aunque solo las niñas muy pequeñas y las personas muy devotas lucían tatuajes, y solo unas pocas usaban guantes. Algunas de las viandantes eran trasladadas, es decir, radchaais asignadas a empleos o a quienes se les habían otorgado propiedades en Ors después de la anexión. Muchas habían adoptado la sencilla falda y, como la teniente Awn, habían incorporado una camisa ligera y holgada a su forma de vestir. Otras se aferraban con obstinación a los pantalones y la chaqueta, y sudaban copiosamente mientras cruzaban la plaza. Todas lucían joyas que pocas radchaais renunciarían a exhibir y que constituían regalos de amigas o amantes, insignias conmemorativas de la muerte de seres queridos o distintivos familiares o de asociaciones de clientelismo.

Hacia el norte, al otro lado de un tramo rectangular de agua al que llamaban Templo de Proa por el barrio que había existido allí, el terreno se elevaba ligeramente y, durante la estación seca, aquella zona, a la que se referían con deferencia como Ciudad Alta, quedaba asentada sobre tierra firme. Yo también estaba patrullando por allí y, cuando caminaba por la orilla del canal, me veía a mí misma de guardia en la plaza.

Las embarcaciones, impulsadas con pértigas, avanzaban lentamente por el pantanoso lago y por los canales que separaban los grupos de plataformas. El agua estaba turbia por la abundancia de algas y, aquí y allá, los extremos de las plantas acuáticas profundas agitaban la superficie. Lejos de la ciudad, al este y al oeste, unas boyas señalizaban zonas del lago prohibidas y, dentro de sus confines, las alas iridiscentes de las moscas de los pantanos titilaban sobre las masas enmarañadas de algas que flotaban en la superficie. Alrededor de las boyas, había embarcaciones de mayor tamaño y, entre ellas, los grandes dragadores, que aunque ahora permanecían quietos y silenciosos, antes de la anexión extraían el pestilente lodo del fondo."

Ann Leckie
Justicia auxiliar















No hay comentarios: