Caroline Lamarche

"Creo que todas la generaciones debemos luchar para un futuro acogedor para la vida animal, vegetal, y el necesario equilibrio entre humanos de todos los orígenes y clases sociales. En Bruselas hemos manifestado en masa por el clima, desde abuelos hasta nietos, con una mayoría de estudiantes de secundaria. El movimiento tras Greta Thunberg, dirigido principalmente por chicas jóvenes, ha sido particularmente activo allí, y eso me ha dado mucho coraje. Los jóvenes tienen la lucidez y el radicalismo que el mundo necesita para sobrevivir y curarse de nuestros excesos."

Caroline Lamarche


"El relato es la perfección, la profundidad y también la ligereza, algo que no pesa y, aun así, es muy profundo y metafórico."

Caroline Lamarche



"En mi tierra, el agua está fría incluso en verano. Hace años que paso el invierno en la costa. Y me baño cada mañana. Cada mañana pasa lo mismo: la maravilla del agua fría. O mejor: la prueba, y de ahí la maravilla. Entrar es un calvario. Entrar supone una larga pausa, desnuda, con el viento, mirando las olas: cada mañana es el mismo miedo, la misma mirada hacia una masa hostil pero tan bella. Cuando el viento ya no quiere nada de mí, penetro en las olas. Es más fácil —o quizá menos difícil— escoger un día de tormenta. Así es también el Inmenso Amor: ¿nos entregaríamos a él si no tomara la apariencia de una salvajada sin nombre? Los días de tormenta entro casi con facilidad. Inmediatamente el frío me atrapa y se me bloquea la respiración mientras el corazón se pone a latir furiosamente. Entonces grito, agito brazos y piernas, sufro y me debato entre la tentación de salir del agua y el deseo de nadar un poco más para conocer una vez más el pasaje: ese breve momento donde la embriaguez se vuelve real, la circulación de la sangre se aviva y me propulsa hacia un estado próximo a la exaltación. Pero pronto la droga del frío empieza a hacer su efecto. Un bienestar se instala en mí, tan poderoso que podría morirme, dejarme lanzar y arrojar indefinidamente por las olas hasta la extenuación final. Todo estriba en salir a tiempo. Y ese momento es tan difícil de determinar como para un bebedor el de parar de beber. Demasiado pronto, no se llega a la embriaguez, y se emerge chorreando con la sensación de haber estropeado el día. Demasiado tarde, aparecen la hipotermia y los temblores a pesar de las duchas calientes y el café ardiendo. Sí, cuando el frío está en los huesos, es demasiado tarde. La excitación está ya muerta, queda solo el deseo miserable de calentarse durante todo el día.
Por eso me dirigía ese día, el día del perro, a una cita que había llamado «cita de ruptura», como se sale de un agua fría que, al fustigarnos la sangre, nos ha dado toda su fuerza y solo espera un poco más para destilar su poder de adormecimiento. Conozco la ciencia de los momentos. Parece que los hombres no la desarrollan nunca, siempre debo tenerla yo por ellos.
Tú fuiste a esa cita, estoy convencida de ello, tan confiado como si fueras al baño. Al menos esa es la idea que me hago, quizá para consolarme en cuanto a mi propio heroísmo: muchas veces es lo único que me queda cuando una historia se termina y lucho por salir adelante. Hay que dejar un amor mientras aún cocea la sangre. Después es demasiado tarde, y solo quedan el frío intenso y la tristeza del condenado.
Cuando vi a ese perro, pensé en ti, en aquello en lo que te convertirías cuando pronunciara las palabras de ruptura igual que al salir, sin mirar atrás, de un agua helada que se ha vuelto droga, se ha vuelto látigo, se ha vuelto risa en la sangre. Empezarías a correr, abandonado, correrías por delante de la muerte, sordo y ciego, con el dolor martilleándote las sienes y cubriéndote la mirada.
En realidad, no tienes nada que ver con todo esto. El perro, sí; y yo, quizá. Yo, que te abandonaba, me convertía en abandonada. Es así.
He buscado en la iconografía alguna representación que se acerque a la visión del perro en la autopista. No he encontrado nada en los libros que me regalaste cuando empezaste a trabajar como bibliotecario en el Museo de Arte Moderno. Mejor dicho, algo sí: un cuadro de Frida Kahlo que representa un pavo real de pie, corriendo, atravesado por las flechas. Aunque no se trate del mismo animal y la herida sea visible, con la sangre corriendo en abundancia por las heridas, la actitud es comparable: permanecer de pie en un estado de extrema angustia, correr en el umbral de la muerte. «Morir corriendo» también me parece el rasgo común de los animales representados en las pinturas rupestres. Pensándolo bien, el perro de la autopista se parecería más a la presa acorralada cuya belleza entera se revela en el momento de su muerte. La visión que conservo es tan emblemática como una pintura rupestre: tiene valor de exorcismo y de plegaria."

Caroline Lamarche
El día del perro



"La cólera a veces es buena consejera para las mujeres, pero debemos ejecutarla de manera muy fría y clara."

Caroline Lamarche



"Mi combate en defensa de la naturaleza empezó hace 40 años. A las editoriales francesas no les gustan los cuentos porque dicen que no se venden. Los relatos de este libro están escritos hace años, aunque el tono se mantiene en todos. He podido perfeccionarlos, pero no hay ningún mensaje. Es una coincidencia que en toda mi obra los animales estén muy presentes, no fue premeditado."

Caroline Lamarche



"No sé de dónde vienen ciertas frases, surgen de un lugar profundo y ligero al mismo tiempo, muy dentro de mí, supongo que de mi corazón de poeta (comencé escribiendo poemas y sigo haciéndolo a veces). Lo que sé es que la alegría y la energía están relacionadas con la capacidad de vivir plenamente el momento. Me parece que los niños y los animales logran hacerlo, los adultos menos, salvo, quizás, en el amor."

Caroline Lamarche



"Nunca he separado el mundo animal del mundo humano."

Caroline Lamarche



"Para mí, escribir es como comer: si no lo hago, muero."

Caroline Lamarche


"Pensaba que la naturaleza siempre me consolaría, pero ahora somos nosotros quienes tenemos que consolarla."

Caroline Lamarche



Poema para no irse solo

Nacemos acompañados, aunque por pocos
dos o tres personas bastan
para ayudarnos en el viaje
hacia la luz, el grito.

Morimos acompañados, aunque por pocos
dos o tres allegados bastan
para ayudarnos en el viaje
hacia el silencio, la sombra.

Vivimos un tiempo de excepción
un tiempo en el que la despedida se parece a la llegada
sin que podamos abrazarnos.

Vivimos una época de excepción
una época en la que la primavera se parece a la primavera
sin adornar de flores la cama, el dormitorio, la tumba.

Sin flores, sin gestos, te vas
envuelto en una mortaja de aire y vacío.

[…]

Llegará el día en que intercambien
recuerdos del tiempo en que había
que amarse sin manos
tocarse con los ojos.

Llegará el día en que también nosotros
con nuestros brazos como ramas
nuestros corazones como la albura tierna
nuestras manos como hojas palpitantes
nos toquemos,
nos besemos
juntos
temblorosos
por fin reunidos en torno a ti.

Caroline Lamarche
Traducción de Raquel Vicedo



"Quizás con la edad el amor se simplifica, ya no quieres complicaciones… Hay tantas formas de amor, entre un hombre y una mujer, entre dos mujeres, entre dos hombre... El amor es, también, dejar al otro seguir su propio camino y si se separan los caminos, se separan."

Caroline Lamarche



"Siento que hay en mí una grieta donde el sol no penetra jamás, un lugar helado y frío del que ignoro hasta el nombre». Somos vulnerables. Herimos y nos hieren. Nuestro poder es, lamentablemente, nimio. El arte está ahí por algo y para algo: el intento, limitado, de expresar lo que explota. Lo que capta e impregna, de formas misteriosas, el aire."

Caroline Lamarche


"Yo creo que la poesía es el primer género literario, y el cuento está más cerca de la poesía que de la novela."

Caroline Lamarche














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