Maryla

"Había estado en ese sótano cuando lo terminaron de acondicionar y todavía no estaba repleto de gente. Recuerdo que me metí en él y me entraron escalofríos ya sólo de imaginar que un día podría convertirse en nuestro alojamiento. Todavía entonces contaba con la posibilidad de salvarme, me había entregado al sueño de Vittel, me permitía pensar en silencio en la posibilidad de pasar al lado ario y el refugio, esta huida a la tumba por salvar la vida, me lo había dejado como última reserva."

Maryla
Diario de Maryla


"Mi escritura es ahora caótica porque escribo sólo cuando tengo luz, ya que vivo ahora en un sótano más bien oscuro, y cuando puedo reunir un poco mis atormentados pensamientos

(…)

Ya desde mediodía llegaban a nuestro sótano, donde nos amenazaba la asfixia por la falta completa de aire, algunas resonancias que de manera cada vez más clara recordaban las voces de una lucha. Como no teníamos ningún enlace con el mundo exterior, ya que nadie se atrevía a salir afuera, teníamos que imaginarnos la demencia a la que allí se daba rienda suelta basándonos en la sinfonía de sonidos que llegaba hasta nosotros. Primero escuché sobre nosotros la coordinada marcha de cientos de piernas de soldado, que tanto se hacía notar como se interrumpía. ¡Cómo la resonancia de los pasos se reproducía con un eco de miedo frenético en nuestras mentes ya medio enloquecidas en las que palpitaba una sola idea!: ¿darán con nosotros?, ¿nos encontrarán? Después se podían oír de más cerca algunos murmullos y ruidos que indicaban seguramente que se estaban preparando para la lucha que iba a tener lugar. Y ya empezamos a oír uno tras otro los disparos de artillería, las detonaciones de las granadas que se lanzaban, el repiqueteo de las ametralladoras y continuamente unos extraños sonidos que recordaban a los truenos durante una tormenta de verano, que unas veces se alejaban y otras de nuevo se acercaban con una extraña rapidez. Ya no nos queda ninguna duda de que la acción tenía lugar en nuestro terreno y de que los alemanes querían esta vez literalmente borrarnos de la faz de la Tierra, para que no quede ningún rastro de nosotros. Prestamos oídos a estas cada vez más intensas resonancias de la lucha y el miedo nos paralizaba a todos, dejamos de ser seres humanos para convertirnos en un ovillo de nervios, preparados para enloquecer. Nos atrincheramos cada uno en el silencio y el más ligero crujido, murmullo o tos procedente del exterior nos parecía un huracán que se preparaba para traernos en cualquier momento tras de si al enemigo.

De repente el llanto de un niño rompió el silencio. Quedé cubierta toda entera de perlas de sudor y de todos los lados del refugio cayó una lluvia de maldiciones por la mala suerte, por la criatura que no era consciente de nada. Alguien dijo: “hay que ahogarlo, porque nos va a delatar a todos”. Instantes después una tos fuerte rompió el silencio. Hacia la dirección de donde provenía se lanzaron insultos y palabras muy airadas de reproche: “¡tos!, ¡cómo se atreve a toser en estos momentos!, ¡y encima un adulto!”.

El enloquecido alboroto del exterior parecía que iba a destrozar nuestra casa. Un sonido extraño como de muro quebrado resonaba cada vez más cerca, el comandante del refugio perdió la cabeza, lanzó unas palabras y dijo que alguien tiraba de un vagoncito, que oía pasos por encima de la trampa, que ya, que estábamos perdidos.

No hacía falta nada más. El pánico se encargó del resto, la imaginación excitada ya veía a los asesinos saltando sobre nosotros, el temor ahogaba y cambiaba el ritmo del corazón en una especie de galope desatado. Me inundaron alternativamente olas de sudor caliente y frío, sentí que cada vez me resultaba más difícil respirar, que la tensión de los nervios me había llevado a un estado de crisis y entonces alargué la mano para coger mi luminal.

Agarré algunas pastillas pero de pronto alguien me las hizo caer de la mano, me puse furiosa, solté algunas palabrotas, mejor era perder la vida que volverse loca.

Diez horas duró esta delirante espera de la muerte, diez horas enteras durante las cuales las resonancias que venían del exterior se nos clavaban en nuestros atormentados cerebros. Durante esas horas se intensificó la hostilidad entre nosotros por cada palabra desconsiderada, se intensificó la rabia de la madre por cada grito del niño, se inició, junto a la subida de la tensión de los nervios, una general aversión hacia los demás.

(…)

Después de diez horas de bombardeo de artillería se hizo de repente el silencio. Nadie por supuesto se atrevía a salir del sótano y por eso estábamos abandonados a nuestras propias conjeturas más o menos razonables. De nuestros golpecitos llamando al refugio vecino no obtuvimos ninguna respuesta. Lo que de ello se podía deducir era razonable, como resultó ser así más tarde. Este refugio había sido descubierto, una parte de la gente ejecutada in situ y la otra parte capturada.

Al día siguiente, dos de nuestros amigos, que por una desafortunada casualidad, al visitarnos el domingo no habían podido volver a la zona donde se encontraba su fábrica, decidieron salir costase lo que costase. Querían preguntarle a alguien que pasara por ahí, ver cómo era la situación y buscar alguna posibilidad para llegar a su sitio. Mucho tiempo estuvieron deliberando y asegurando a los demás que antes morirían que delatar el búnker y al final, tras pasar mucho rato intentando persuadir a todos, consiguieron salir. Con ellos se marchó un voluntario nuestro, pero volvió nada más dar unos pocos pasos, asustado como se quedó al ver extenderse ante él una vista de escombros humeantes y cadáveres de niños.

Mientras tanto, los combates que ayer amenazaban con inundarlo todo, todo lo que tuviera vida, se han apaciguado un poco. A las profundidades de nuestro escondite llegan uno tras otro los sonidos de personas, de grupos de gente que pasa y, como ya nos ha pasado otras veces, empezamos ingenuamente a creer que la Werterfassung [empresa de las SS que se encargaba de liquidar los bienes dejados por los judíos muertos o deportados] está trabajando."

Maryla
En su última entrada, del 27 de abril


"Miré a la boca, más bien pintada, que contaba ahora tranquilamente algún suceso sin importancia, esa boca por la cual normalmente fluían historias, indescriptibles en su espanto, de sus propios, trágicos sufrimientos y eso me hizo pensar que el ser humano es, a pesar de todo, una criatura milagrosa que sin embargo es capaz de distanciarse y de olvidar ahora, cuando se encuentra casi completamente sumergido en este pantano que a cada momento amenaza con ahogarle. A cada una de estas personas le ha dado de lleno un furioso vendaval que, en su salvaje, cruel locura ha separado a las madres de sus hijos, a las mujeres de sus maridos, cada una de estas personas lleva en el corazón una herida sin cicatrizar y a pesar de todas las veces que cae continuamente todavía consigue sobreponerse, levantar la cabeza y reírse incluso de su propia desgracia."

Maryla
Diario de Maryla



"Soy consciente de que estamos condenados al exterminio, pero creo en que se salvarán aunque sólo sea algunos individuos que no permitirán que el mundo ignore este crimen, llevado a cabo contra una nación como si fuera algo normal."

Maryla
Diario de Maryla













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