Salvador Cobo

"(Esos ‘profesionales del sentido común’ que detesto son) el político, el opinólogo de las tertulias de radio y TV, los pobladores del mundo académico (con excepciones), el burócrata de las administraciones."

Salvador Cobo


"Bernard Charbonneau sostenía que en el momento en el que el hombre moderno comenzó a destruir la naturaleza, se propagó una idea de ésta como algo a proteger, a venerar. Esto es palpable hoy día, con la proliferación del Nature Writing y el hincapié que se hace desde las páginas de Ocio, Viaje y Tendencias a «desconectar» de nuestra ajetreada vida urbana y «conectar» de nuevo con la «naturaleza». Esto es una majadería. ¿Qué es «la Naturaleza»? El afán del individuo moderno por «perderse» en parajes naturales auténticos, salvajes, supone desdeñar una verdad muy simple: el ser humano lleva milenios interactuando con su entorno, modificándolo. Aunque, como decía un amigo, no se puede incurrir en el relativismo de situar en el mismo nivel los canales y acequias con las megapresas hidroeléctricas."

Salvador Cobo



"Casi veinticinco años después de que Raffaele La Capria escribiera su panfleto en defensa del sentido común, los males que allí apuntaba han ido a peor, desbocándose. En Italia y en España, en todo el mundo occidental, vivimos en una burbuja de presunta felicidad, consumo, selfies, redes sociales, etc., que enmascara una realidad espantosa de precariedad, muertes, destrucción de la biosfera. «El mundo moderno está fundado en el asesinato», dijo Tolstói. Esto no ha cambiado un ápice en la era de la democracia digital y de mercado: nosotros seguimos siendo los verdugos para la mayor parte del planeta."

Salvador Cobo



"En el transcurso de una ponencia en un Máster de Estudios Culturales, un asistente no dejaba de embestir contra el concepto de «humanismo», según él obsoleto; todo ello trufado de cantidad de referencias a Foucault, Derrida, Laclau, etc. Yo le rebatí bastante exaltado. Le decía que no podíamos prescindir de algo tan básico como la referencia a una pertenencia común, algo que nos iguala a todos los individuos y puede canalizar sentimientos fundamentales como la solidaridad, la empatía, la conciencia. Era poco después del asesinato de al menos quince migrantes en las aguas del Tarajal: yo explicaba que aferrarse a una idea de humanidad era inseparable de la indignación y la denuncia de crímenes así. El amigo relativista no dejaba de sonreír, algo condescendiente, pero se reafirmaba en su radicalismo verboso. Que luego, y ahí está el quid, caminaba de la mano de unas posiciones políticas de lo más banales: todo ese afán por deshacerse de conceptos humanistas trasnochados quedaba en ridículo con sus fotos, en redes sociales, posando con la bandera griega tras la victoria de Syriza en las elecciones de ese país."

Salvador Cobo



"La altura del intelectual no debe achacarse a la grandeza de su obra (literaria, filosófica, artística), sino a su capacidad de aprovechar su posición y notoriedad para reivindicar el derecho de ir a la contra. Orwell decía: si la libertad de expresión significa algo, es la libertad de decir lo que los demás no quieren oír. Creo que son muy pocos los intelectuales que escapan de las camarillas políticas, partidistas o periodísticas. El precio a pagar por la independencia es el ostracismo. Hay excepciones. En Italia, Alfonso Berardinelli, capaz de atizar a izquierda y derecha, o a grandes iconos literarios (como Umberto Eco). En España, pienso en nombres como Gregorio Morán y Jordi Llovet."

Salvador Cobo


"Para La Capria, es justo al contrario. Compara al individuo moderno con un Ulises que debe esforzarse por desoír los cantos de sirenas: la Sirena de la Modernidad, la Sirena de la Técnica o la Sirena de la Ideología. Recuerdo una frase de Diálogos sobre la culminación de los tiempos modernos, libro de Jaime Semprun que esperamos reeditar pronto en Ediciones El Salmón: un reaccionario del pasado ahora parecería revolucionario, y viceversa, un revolucionario del pasado ahora parecería reaccionario. Detrás de esta paradoja no habría más que una simple enseñanza: hay que ser absolutamente antimoderno. Una vez desechado, por supuesto, todo rastro de ideología reaccionaria que busque apuntalar privilegios, discriminaciones y opresiones, esta sería la verdadera forma de ser revolucionarios. Es similar a lo que decía Pasolini al final de su vida cuando afirmaba que había que buscar una nueva forma de ser progresistas."

Salvador Cobo



"Pocos ámbitos son tan propicios para la deshonestidad y la impostura como la política, es decir, la política parlamentaria y la de los partidos políticos, que es muy distinta a la política entendida como la preocupación y discusión de los asuntos de la polis, de nuestra sociedad. Me preguntas por el caso español. No puedo hablar sobre otros países, cuyas situaciones no conozco con bastante profundidad. Aquí, la indignidad de la práctica política es la norma, y en efecto, es prácticamente incompatible con la honestidad intelectual. Se avecinan las cuartas elecciones en cuatro años, y todos los partidos compiten sin descanso en las aguas cenagosas del populismo y el sectarismo. En ese sentido, creo que La Capria (y también quien escribe estas líneas) sentiría mucha afinidad con Simone Weil, que nada menos que en 1943 escribió un panfleto donde abogaba por la desaparición de los partidos políticos."

Salvador Cobo



"Si algo define a la sociedad en la que vivimos es el desprecio por la noción de límite. Se puede apreciar sobre todo en el ámbito de la ciencia y la tecnología: el imperativo del progreso parece decir que si una innovación puede hacerse, entonces debe hacerse. Como muestra, las palabras de Robert Oppenheimer acerca de una de sus creaciones, la bomba atómica: «Cuando vemos algo que resulta atractivo desde un punto de vista técnico, nos ponemos manos a la obra, y comenzamos a discutir sobre sus posibles usos únicamente tras haber alcanzado el éxito técnico. Es así como hicimos con la bomba atómica». Como cultura, como sociedad, y aunque resulta extremadamente complicado, hay que tratar de imponer una negociación acerca del mundo en que queremos vivir. El auxilio del intelectual es imprescindible: debe usar su posición para denunciar y combatir el totalitarismo industrial que ningunea la good life, «la buena vida», en beneficio de la goods life, «la vida llena de mercancías» (distinción ésta de uno de los intelectuales más lúcidos del siglo XX, Lewis Mumford)."

Salvador Cobo













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