Thomas Kinsella

Ajenjo

He vuelto a soñarlo: inmóvil de pronto
en la espesura, entre árboles húmedos, aturdido,
temblando por momentos, escuchando alejarse un eco apagado.

Un piso musgoso, casi incoloro, desaparece
bajo la recia lluvia entre las siluetas de los árboles.
Me esfuerzo, apreciando el eco un instante más.

Si pudiera conservarlo… familiar si pudiera conservarlo…
un árbol negro de doble tronco —dos árboles
que forman uno— eleva sus ramas confusas.

En su infinitesimal danza de crecimiento, los dos troncos
se han entrelazado por completo, su unión
una cicatriz lentamente retorcida, que reconozco…
Un rápido arco destella cruzando el aire,
una pesada espada en vuelo. Un golpe sordo:
el hierro se hunde en el corazón jadeante.
                                                             Volveré a soñarlo.

Thomas Kinsella




Cantos de entendimiento 


Un gran factor de desecho, 
necesario en el proceso vital, 
con un factor de exceso 
en los materiales constituyentes, 
distinguiendo caracteres básicos 
sin desempeñar función aparente 
y sin rol discernible 
en la oposición a cualquier fuerza negativa, 
pero que, de ser eliminados, establecerían 
un vacío bajo el corazón. 
Los siento, y dejo que mis brazos 
caigan abiertos en resignación, 
deseando entendimiento. 

II 

Aceptando el desecho y el exceso, 
y una insuficiencia fundamental 
en la estructura como un todo 
y en cada parte individual, 
hay aún una dinámica continua 
en las partes, al sucederse una a otra 
y en el registro conjunto,  
que se registra positiva. 
Esto puede ser considerado útil, 
permitiendo la ilusión, 
para unos pocos autodesignados, 
de la participación positiva 
en un esfuerzo comunal 
con una meta final significativa 
–definida con imprecisión, 
sujeta a cambio continuo 
y reclamando un esfuerzo constante, 
pero suficiente, para dar la sensación 
de un avance hacia un Fin. 

III 

Aceptando desde el pasado 
el Don del bien ofrecido 
agrega todo lo mejor de ti 
y ofrece el Don al siguiente. 

IV 

A través de una falla en el borde más remoto 
abierta lo que dura una vida 
un destello de resolución absorta 
congeló la sangre de mi rostro. 

Thomas Kinsella




Ceremonia 

De rodillas frente al altar 
bajo el cuenco de sangre 
con la semilla de luz viviente, 
me he rendido a un impulso, 
crecido en las frías mañanas 
mientras pasaba frente al gran portón liso, 
y entré. Caminé en la profunda oscuridad 
entre presencias pías 
rezando frente a sus velas. 
Y me arrodillé ante el mármol; 
mis manos juntas 
frente al Anfitrión escondido. 


Se ha logrado. 
Estoy considerando 
el detalle en la fría piedra.  
Mi aliento cálido en mis dedos. 
Mis rodillas húmedas y congeladas. 
Consciencia del cuerpo. 

*

Regresaré a través de la profunda penumbra. 
Entre los sombríos creyentes 
saldré hacia Westland Row 

                                                        y entraré al mundo. 

Thomas Kinsella


Génesis

El comienzo podría fácilmente haberse ubicado 
entre la gente del límite más lejano, 
cerca de la oscuridad del Norte. Donde el pasto, 
en sus toscas palabras, era tan copioso 
que hacía que sus animales estallaran… 
Moradores de pantanos, promiscuos, 
utilizan naves de mimbre cubiertas con pieles. 
Sus historias, también, eran de exilio y desposesión, 
familias divididas, mujeres fatales, honor y vergüenza, 
rivalidad, ira, reyes extraños, partos predichos o intercambiados. 

Y el Destino tomó forma entre ellos como una gran reina, 
voraz y de alas negras. 

Thomas Kinsella



Los desposeídos
(fragmento)

"Ahora el lago está desierto,
pero el agua es siempre limpia y transparente;
los cabos cubiertos de laurel,
los pequeños estuarios llenos de conchillas,
con deliciosos prados donde las olas
se escurren sobre masas de flores y de césped.

Era como un milagro, una carga bucólica, hace tiempo.
La intoxicación de una vida deslizándose
ante el cielo: la primavera, una llanura de flores;
racimos de uvas y castañas
formadas en lo más profundo del otoño; nuestras cálidas noches
transcurriendo a la luz de las estrellas.

Habíamos establecido la paz,
tras haber aprendido a practicar la virtud
sin aguardar recompensa — que debemos ser virtuosos
sin esperanza. (La Ley es justa; obsérvala,
mantenla, y traerá contento.)

Entonces, por la orilla, entre las tortugas
de ojos mansos y brillantes, con alondras
revoloteando a Su lado —tan livianas
que no doblarían una brizna de pasto
al posarse en ella— vino hacia nosotros
y levantó Su mano sin llaga:

Estas bellezas,
estas flores terrenales que crecen y se abren, ¿Qué son?
¡El espectáculo de vuestra humillación!

Si un hombre decide entrar al reino de la paz
no dejará de luchar hasta que falle,
y habiendo fallado estará aturdido,
y tras estar aturdido gobernará,
y tras haber gobernado descansará.

Nuestro sueño se agrió.
Despertamos, y empezamos a anhelar
la restitución de nuestra casa.
Una mañana, en un lento paroxismo de ira,
hallamos Su cadáver tendido en el umbral. 

Thomas Kinsella




Wyncote, Pensilvania: Glosa

Un sinsonte, posado en una rama
tras la ventana donde escribo,
engulle un fresco brote carmesí,
se sacude unas pocas gotas
lustrosas de su ala, y sale
al encuentro del cielo anubarrado.

Otra tormenta que se acerca.
Bajo esa luz de cobre
mis papeles parecen luminosos.
Y yo debo ponerlos desde ahora
bajo un cuidado aún más atento.

Thomas Kinsella
























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