Antonio Lucas

“A veces vivimos con emociones de prestado y para cumplir las expectativas de otros.”

Antonio Lucas



Breve historia del hombre

Aquello que rodea estrepitosamente un lugar que nadie habita,
casi un bosque.
Allí donde un cuerpo es forma de paso, balanza sin medida,
jaula sobre lo impuro ensartando ritmos. Y es paz después de todo.
Oscuras sirenas en torno a la memoria,
bocinas y grisú hasta comunicarme. Húmedas manos.
Soñar es nada, clamó Ungaretti.
Traficar con labios y quincalla, con amor, minúsculos engaños
que cortan como un vino el pecho de lo hombres.
Drogados de lo necesario, dotados como animales de llanto,
de madre y enemigos,
aceptamos el destino de ser eco de sombra,
aceptamos el prestigio de ser
lo que no fuimos.

Antonio Lucas



Cabo de Creus

Será un rasguño el corazón.
Será un rastro de nieve para entonces.
Será una gota tarda que no ha caído todavía,
una amarra repetida que lanza cabo al mar,
un pañuelo enjuagando la memoria,
un triángulo será para alumbrar la savia de tu daño.

Y aun así volveremos a este mismo lugar.

¿Quién habrá zarpado para entonces?

Estabas esperándome donde se apaga el día,
a la hora en que toda claridad voltea y el deseo gime
al otro lado de los barcos, en la parte oscura de su rumbo,
en su ronca gramática de aguas.

Allí donde se cierra el día menhires de sombra ondean
y son tu voz secreta, tu pulso que se empapa de horizonte
y contradice el orden puro de la tierra, y niegan la alegría.

Pero la noche no llega a lo que no será ceniza,
se detiene antes, en cualquier respiración sin alboroto.
Y allí hace nido hasta rendirse,
allí se balancea hasta que el nudo, perfecto,
pone coto y argumento a la intemperie,
le quita la pereza y la razón a todo cuello.

Dejemos que este tiempo detenido sea candela del mar
por unas horas.

Del fin no temas su falsa evidencia,
sino el desorden que al otro lado asoma.
Mira cómo ruge la vida escalonada
en el estrépito del precipicio:
en forma de ave,
                    en fuente de aire,
en yunque de sueño,
                    en zumbido de amor.

Y aun así volveremos a este mismo lugar
y otra será la misma luz despedazada.
Dentro de ti clamará aquel dios que aquí invocamos.
Estará la piedra con su herencia de volcanes,
con su dura cruz de siglos dentro.
Estará lo que antes fue perdido,
aquello que hoy dejamos igual que un molde intacto,
lo mismo que una pausa con historia:
el himno inacabado, el hombro aquel desnudo y su armonía,
la sílaba que cristaliza en el oxígeno,
el arduo empeño de tus ojos por ponerle quilla a lo que miras,
que nunca más naufrague lo que has visto.

En la obediencia del mar,
los dos entonces,
tan sólo pediremos a la vida 
la clave de esa tarde a contramuerte.

Antonio Lucas



Carta

Tal vez no sé explicarlo,
y aun así podría volar
o hacer de ti el verano,
un septiembre de reírnos bajo el agua,
una música con ojos de mirarte.

Tal vez no sepas, pero sabes
que vivir es incesante
y sucede tan sin tregua
que todo lo que empuja te detiene.
Por eso andar sin rumbo da alegría.

Tal vez no sepas, pero sabes
que amar siempre es quedarse,
y un cierto vandalismo de promesas,
volver a conquistar palabras de hace tiempo
y que alguien nos absuelva,
y no temer deriva,
y ser, como la nieve, más ciencia que costumbre.

Tal vez no sepas, pero sabes
que el miedo esconde un coro
y es esta misma luz
que nace de nosotros
el fiero camuflaje de la vida.

Tal vez no sepas, pero sabes
que el hombre no nació para morir
—así empezó la historia—,
pero es rehén de escarnios,
de leyes y tormentas,
del golpe de sed que reúne,
del hacerse entender que acumula.
Su activismo es la infancia
y al crecer va cayendo.
Su defensa es flotar, que es destierro del agua.
Su tristeza es saber que vivir no es sagrado.
Y confunde la nada
con jugar a los dioses.
Y la soledad confunde con no dormir solo.

Antonio Lucas



"El mar da una lección muy tajante. El mar es ausencia permanente. Es el único lugar no habitable del planeta. Un sitio sin Amazon, con superficies sin polvo, algo que me sorprendía. Esa ausencia de lo normal y lo natural allí se convierte en una disciplina. Por eso la nostalgia es tan terrible. Echar de menos en alta mar es algo muy extremo."

Antonio Lucas




Fuera de sitio

Imagina que el tiempo sólo es lo que amas:
unas pocas palabras, unos seres exactos,
unas horas muy lisas, una playa (quizá)
donde el daño no acecha.

Imagina la vida como no lo es ahora,
no quiero decir como algo perfecto,
sino un resplandor, cierto abril de muy lejos,
un tributo al azar sin otro destino
que el confín fugitivo de un eco sin rostro.
Y después cualquier cosa. 

 Con qué precisión va la edad hilvanando el espino.
Y qué extraña la urgencia de ir en pie hasta la ola,
celebrar lentamente que aniquile mi huella,
mi escritura de hombre, mi certeza de surco,
ser la alta misión de lo que nunca concluye
como no cierra el mar su recado en la orilla.

Pero no es estar quieto la razón ni la meta,
sino un querer más pequeño, una conquista más clara:
ver la vida llegar de su noche a tu noche
en un cuerpo ajeno,
pronunciar susilencio,
abrazar su alambrada,
desear su vacío,
delirar sin camino, sin mapa, sin fuego,
hasta el tiempo sin tiempo
del país que no haremos.

Antonio Lucas




Hombre a oscuras

[A Vera y Jesús Ruiz Mantilla]

De la noche recuerda lo que no ha sido el sueño.
Tu cuerpo y su cuerpo, el cataclismo de abrazos.
Las voces de afuera.
La vida creciendo con su infernal abalorio
y su ruido en nosotros.

Va para un año que estamos aquí
sin avistar aún naufragios,
y somos despacio la fundación de otra selva,
el caldero que acoge lo que dos se descubre,
las palabras rehenes,
el contigo que avanza de mi noche a tu lumbre.

Te he visto a mi lado, rumbo ciego a deshoras,
enmudecer como un pecho.
En redonda unidad
dibujar una infancia
para amarme otra vez
o hasta odiarme despacio.

Este íntimo hambre de saber que aún no duermes,
pero estás a mi lado.
Esta arteria de sombra.
El sanar en lo oscuro la herida del día
con secreta herramienta de voces,
con cruda progenie de manos.

Qué falta de ti en lo callado del cuarto.
Cómo insiste el idioma en lo que nunca se ha escrito.
Hay certezas que calman sin ocupar el espacioy calientan los vientres,
y retardan la nieve en la provincia del daño.
Hay una esbelta piedad en la nunca aprendido,
mundos de sol donde ya no amanece.

Hay certezas que calman sin ocupar el espacio,
y calientan los vientres,
y retardan la nieve en la provincia del daño.
Hay una esbelta piedad en lo nunca aprendido,
mundos de sol donde ya no amanece.

No muy lejos de ti un hombre respira con casera intemperie.
Su insomnio es amor,
lento oficio y remedio.
Aceptar la pendiente de una luz que se apaga
es su sólo ademán de estar quizá solo
Y pregunta a su sangre.
Y responde a sus ecos.
Y es un árbol vibrando.
Y al callar se rebela.
Y se sabe memoria
de otras noches en vilo
extrañando en lo hondo (con ojos abiertos)
un contorno templado,
un nocturno calor o lingote de cuerpo.

Y es el más alto don ese estado de alerta,
ese tiempo tan quieto.
Pues quien no conoció la tristeza
ignora que amar no hace ruido.

Antonio Lucas



"La valentía consiste en regresar del mar y saber enfrentarte a tu vida."

Antonio Lucas



"Las olas, breves y continuas, salpican el cristal del portillo con una urgencia absurda, con una prisa de no sé qué. Cuando el barco se inclina a estribor veo gaviotas hacer recortes o asestar pequeños tajos al agua con la punta del ala si el vuelo es rasante. Hay algo hipnótico en esa danza aérea, aunque quizá la concentración en la acrobacia solo sea una manera pueril de retardar la inquietud de otro día largo, lento, entero. Desconcierta la necesidad de despertar cuanto antes por no estar aquí abajo solo, y el terror, luego, a verte despierto en el barco grande, cadencioso, desesperante.
Ahora pesa el estómago hueco. O no pesa nada, pero es la sensación más clara. Puedo caminar más de diez pasos sin temer la caída. Me calzo las botas con una estabilidad recobrada. Es la primera mañana que bajo a desayunar. Al abrir la escotilla que da a las escaleras sube una oleada durísima de aceite reconcentrado. Un golpe que lleva a una arcada y me clava en la caja de la escalera unos segundos, inmóvil, hasta que controlo la combinación de escalofrío y náusea. Xouba trajina en dos ollas grandes. Me mira de soslayo, con la benevolencia de quien te compadece. En la sala de rancho no hay nadie. Son algo más de las ocho y media de la mañana. Unos descansan en sus catres, otros están en las horas de faena. En un rato sonarán los tres timbrazos y el barco volverá a virar y a lanzar redes, que es la única misión, casi la única certeza en Gran Sol.
Xouba besó a su primer hijo cuando este tenía once meses. Le avisaron del nacimiento dos días después de embarcar en Vigo para hacer campaña en el caladero de Mauritania. Un padre ausente es una blasfemia que profiere la vida contra la vida. Xouba lleva en esto tantos años que ya no logra acostumbrarse. Cada vez le cuesta más, dice, volver al barco después de la semana de descanso. En los ojos almacena una pureza que descuaderna. Cuesta mantenerle la mirada porque prolonga en ella su blancura, su alma limpia. La marinería acumula unas turbulencias de carácter que enlagunan al intruso, pero este hombre establece una continuidad sencilla entre las palabras y los gestos, casi familiar desde el primer contacto. No tiene en el ánimo la celosía, el ensombrecimiento, tanta letra menuda, tantas cosas caídas por dentro."

Antonio Lucas
Buena mar


Noctámbulos

Sabemos que la noche existe
porque nunca conquistamos sus afueras.
Sabemos que la noche existe
porque es prehistoria de la luz,
portada del origen,
y no cabe en su asfalto una verdad tajante,
ni el lujo malvendido de las indecisiones.
Sabemos que la noche existe
porque la tarde cayó al suelo,
porque toda risa es previa a la cordura
y hay restos de niño bajo la piel de los charcos
y un agua de vida en las manos del ciego.
Sabemos que la noche existe
porque en ella el amor es predicado,
un tóxico cualquiera,
y van todas las bocas hambrientas sin saberlo,
cerrando cicatrices,
trazando sin temor un atlas de agonía,
despeñando entre los nombres su deseo.
Sabemos que sabemos de la noche
porque a cierta hora
uno acepta que sólo puede ser
el último eslabón de la pureza
o el sol de la derrota de sí mismo.

Antonio Lucas


Rilke

Imaginaos la vida como si fuera esto. Exactamente lo que veis y lo que
os duele. La misma sombra muda en cada hombre. El hielo. El fulgor de
un sueño y su quebranto. El abrir los ojos y educarlos (sin pasión) a no
entenderlo todo. Jamás darle a las cosas su significado exacto. Asumir
desde el origen ya la muerte. La belleza con que ésta se disculpa. Sólo así la
soledad cumple su ciclo y es un alto don irrenunciable. Mi soledad y yo. El
color de mi orina. Las rosas feroces. Los deseos. Despertar en la noche con
la infancia anegada bajo el portal del párpado y sentir que lo terrible es un
momento entre dos nombres. Que todo éxtasis es un desván a destiempo
del mundo. Es un rumor de flor que no se pudre. Yo quise escribir con el
ansia del que llega a existir demasiado tarde. Escribir por no lastimarme.
Por ser transparente. Anticipar mi extrañeza y después confirmarme en
ella. Yo, Rainer María Rilke, mitad miseria, mitad maravilla. No saber vivir
más allá de mí mismo: ésa fue mi conquista.

Antonio Lucas



"Yo no tengo hijos de manera voluntaria. Mi mujer está de acuerdo. Para ellos eso era muy raro. Que no haya querido tener hijos alguien que tiene una vida normal, con un oficio sostenido, que vive con holgura. Porque para ellos es fundamental la familia. Pensar que la vida se puede quedar detenida sin hijos es incomprensible: no tendrían motivos para echarse a la mar. Si estás solo, dicen, dedícate a otras cosas. Pero a la vez ellos 'no viven' sus familias: no pueden ir a cumpleaños, ni a entierros. Todo eso lo extrañan y lo convierten en una argamasa que da sentido a esa aventura terrorífica del mar. Eso generaba en ti una sensación de tipo amputado."

Antonio Lucas










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