Bernardino Llorca

"Hasta el año 813 no se repitieron los casos de persecución. Pero el nuevo emperador León V, el Armenio (813-820), inauguró otro período de terror; pero Nicéforo, Patriarca de Constantinopla, se puso decididamente de parte del culto. Entonces el Emperador desterró al Patriarca. En su lugar nombró a Teodoro Casitera, dócil a su voluntad. Un conciliábulo de 815 renovó las decisiones del 758, a lo cual siguió la persecución más violenta de las imágenes, reliquias y sus defensores.
Lo que había escapado a la primera persecución pereció en ésta. Los héroes fueron Nicéforo y el abad Teodoro Estudita, los cuales, aun desterrados, defendieron con sus cartas y escritos la ortodoxia y animaron a todos a la constancia. Asimismo el Papa Pascual I (817-824) animó constantemente a los defensores de las imágenes.
La muerte trágica de León el Armenio en 820 trajo un decenio de relativa paz; pero el emperador Teófilo, en 829, renovó la persecución, y llevó su crueldad al extremo de ensañarse con sus víctimas haciéndoles grabar en la frente versos burlones y quemando las manos de los pintores de imágenes.
Pero pronto vino de nuevo el socorro. La emperatriz Teodora hizo reunir en 842 un sínodo en Constantinopla bajo la dirección del Patriarca Metodio, y en él se renovaron las decisiones del Concilio VII ecuménico de 787. Poco a poco se fue llegando a la verdadera paz. En conmemoración de ella se estableció la fiesta de la ortodoxia, con la cual terminaron las persecuciones iconoclastas."

Bernardino Llorca
Manual de Historia Eclesiástica






"¿Qué necesidad tenemos de ir a buscar sabios extranjeros perseguidos por la Inquisición? Hay tal abundancia en nuestra España, que sería imposible enumerarlos todos. Yo veo en sus garras al diligente y sabio restaurador de nuestra literatura Antonio de Nebrija; al elegante y culto historiador fray José de Sigüenza; a Alfonso de Zamora, catedrático de hebreo de Alcalá; a Cantalapiedra, catedrático de Salamanca; a Diego de Zúñiga, catedrático de Osuna, y el muy docto Francisco Sánchez de las Brozas, reputado en todo el orbe literario por padre y maestro de las Instituciones latinas, fue a morir en las cavernas de la Inquisición de Valladolid. Con su infame prisión quedaron sepultadas para siempre sus elegantes traducciones de varias obras de la antigua Grecia. Así fueron presos los Vergaras, Tovares... ¿Qué más? Hasta el incomparable Arias Montano, gloria y honor inmortal de nuestra literatura, estuvo ya para caer en las garras del terrible y sombrío tribunal.
"Cuando no podía arrastrar con las personas de los autores, prohibía o suspendía sus obras para purificarlas. ¡Qué inmensa copia de escritores ortodoxos no ha suspendido la Inquisición, sin encontrar en ellos la menor tacha! Que hablen las obras de Fernán Pérez de Oliva, las del insigne Ambrosio de Morales, padre de nuestra historia, las de Gaspar Juenin... No acabaría si hubiera de enumerarlas todas, ya sean de filosofía, ya de teología, ora de política, ora de moral..."
Por el mismo estilo sigue todavía una serie de párrafos en los que reúne todas las calumnias que tan brillantemente deshace Menéndez y Pelayo, y nosotros hemos procurado resumir en el capítulo precedente. Con afirmaciones tan rotundas como falsas, como la de que el Brocense fue a morir en "las cavernas de la Inquisición de Valladolid" y todos los sabios enumerados cayeron en las garras del Santo Oficio, y como si este cúmulo de falsedades fuera poco, con las continuas reticencias de todos los demás que no enumera, la impresión es completa, el tribunal del Santo Oficio fue verdaderamente bárbaro."

Bernardino Llorca
La inquisición en España











No hay comentarios: