Francisco López de Gómara

"(El guayabo Psidium guayaba) es árbol pequeño, de buena sobra y madera; envejecer presto. Tiene la hoja laurel, pero más gorda y ancha. La flor parece algo de naranjo, y huele mejor que la de jazmín. Hay muchas diferencias de guayabos y, por consiguiente, de la fruta, que es como camuesa. Una son redondas, otras largas, mas todas verdes por fuera, con unas coronillas como níspolas. Dentro son blancas o rosadas y de cuatro cuartos, como nuez, con muchos granillos en cada uno. Sazonadas son buenas, aunque agrillas; verdes restriñen como servas; maduras pierden color y sabor y crían muchos gusanos". Las "vacas corcovadas" o bisontes "tienen una gran jiba sobre la cruz y más pelo de medio adelante que de medio atrás, y es lana. Tienen como crines sobre el espinazo y mucho pelo y muy largo de las rodillas abajo. Cuélgales por la frente grandes guedejas, y parece que tienen barbas, según los muchos pelos del garguero y varillas. Tienen la cola muy larga los machos y con un fleco grande al cabo; así que algo tienen de león y algo de camello. Finalmente, es animal feo y fiero de rostro y cuerpo; huyen dellos los caballos por su mala catadura o por nunca los haber visto."

Francisco López de Gómara



"Sería muy largo de contar los ríos, puertos y puntas que hay desde cabo de San Agustín al río de la Plata; y así, no pondré más de lo que baste a señalar la costa, trecho a trecho, casi por un igual. Golfo de Todos Santos, cabo de los Bajos, que cae a diez y ocho grados; cabo Frío, que es casi isla, y baja setenta leguas, y está en veinte y dos grados medio; punta de Buen Abrigo, por donde pasa el trópico de Capricornio, y por donde atraviesa la raya de la demarcación; cosa que le hacen muy notable. Tiene, según nuestra cuenta, el rey de Portugal en esta tierra cerca de cuatrocientas leguas norte a sur, ciento y setenta de este a oeste, y más de setecientas de costa. Es tierra de infinito Brasil y aun de perlas, a cuanto dicen algunos. Los hombres son grandes, bravos y comen carne humana. Puerto de Patos está en veinte y ocho grados, y tiene frontero una isla que llaman Santa Catalina. Lo nombraron así por haber infinitos patos negros sin plumas y con el pico cuervo, y gordísimos de comer peces. El año de 38 aportó allí una nao de Alonso Cabrera, que iba por veedor al río de la Plata, el cual halló tres españoles que hablaban muy bien aquella lengua, como hombres que habían estado allí perdidos desde Sebastián Gaboto. Fray Bernaldo de Armenta, que iba por comisario, y otros cuatro frailes franciscos comenzaron a predicar la santa fe de Cristo tomando por farautes aquellos tres españoles, y bautizaron y casaron hartos indios en breve tiempo. Anduvieron muchas leguas convirtiendo, y eran bien recibidos donde quiera que llegaban, porque tres o cuatro años antes había pasado por allí un indio santo, llamado Otiguara, pregonando cómo presto llegarían cristianos a predicarles; por tanto, que se aparejasen a recibir su ley y su religión, que santísima era, dejando; las muchas mujeres, hermanas y parientas, y todos los otros aborrecibles vicios. Compuso muchos cantares, que cantan por las calles, en alabanza de la inocencia. Aconsejó que tratasen bien los cristianos, y fuese. Por la amonestación de éste creyeron luego la palabra de Dios y se bautizaron, y aun antes habían hecho mucha honra a los españoles que vinieron huyendo allí del río de la Plata, de un reencuentro que con los indios hubieron. Les barrían el camino, y les ofrecían comida, plumajes e incienso como a dioses."

Francisco López de Gómara
Historia General de las Indias






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