Marta Lynch

"Entra en la habitación como si algo -¿el aire?- la empujase hacia adelante. Entra, respirando ansiosamente por la boca sobre la que se conserva un aire niño, quizá, los dientes algo prominentes, no mucho, sí lo suficiente para dar a su fisonomía aquel envidiable aire juvenil, aire de zorra, zorra también en el pelaje rojizo que ondea algunos centímetros arriba de los hombros; rojizo con ayuda de Joseph y así es Joseph quien la llama afectuosamente: su turno, venga de una vez, Colorada. La llamaban Colorada sus padres, sus maestros, los chicos de la cuadra, único ámbito memorable por el que transitó su infancia. Y aunque no lo era del todo – oh no, sólo una argentina típica y castaña- siempre le gustó el apodo. De adolescente, hurgaba sus brazos y sus piernas para descubrir el vello rojizo que la destacaba entre las demás. Una colorada en el barrio de Belgrano, Buenos Aires, no era común. Y entra, echando aires, un poco porque siempre le ha costado desplazarse –sus pulmones, su tos constante-, otro tanto porque ha crecido, ya es casi lo que la gente llama una mujer mayor; y de mayor se va perdiendo la seguridad en el trato, la forma de mantenerse erguida o de sentarse. Como un viento de confuso origen ella siente que su estadio de mujer mayor le quita oportunidades de gracia y de estabilidad. Están las manos que –como otrora, a los trece, por ejemplo- se convierten en instrumentos difíciles de manejar. Están las piernas, más pesadas. Están los ojos y el cabello, colorado con la ayuda de Joseph, tan espeso y compacto, todavía legendario."

Marta Lynch
La penúltima versión de la Colorada Villanueva



"Las cosas verdaderamente importantes son incontables y las que pueden tener estado público, una vulgaridad."

Marta Lynch



"No soy ni una estrella de la literatura, ni un best seller, y lamentablemente, no soy Virginia Wolf."

Marta Lynch


"No soy tan fría para desdeñar la fama. Francamente, me gusta la fama, me hace feliz. No le voy a mentir, me encanta ser reconocida en la calle. La gente es muy cariñosa conmigo, me quiere mucho. Eso gratifica y reconforta. Es lindo sentirse querida, respetada. Me gusta sentirme halagada, admirada como mujer. Sin embargo, el triunfo sólo le sienta a los muertos. En vida, siempre hay alguien pronto a reprocharnos nuestras debilidades. Comprendo que cada uno se decide, vive y muere conforme a sus propias leyes. He llegado a la edad en que la vida, para cualquier ser humano, es una derrota aceptada. Decir que mis días están contados no tiene sentido; así fue siempre; así es para todos."

Marta Lynch



"Te amo. Te amo. Te amo, pero no puedo soportar esta prisión, no puedo soportar esta vida."

Marta Lynch


“Todo lo que soy se lo debo a la gente que leyó mis obras y creyó en mí, en contra de los exquisitos y sofisticados que me combatieron duramente.”

Marta Lynch




"Usted, mi siquiatra, mi amable componedor, recibía mis cartas, las recibe, está apilando en sus cajones las entregas de este largo informe, cada día más secreto, quizá más peligroso. Bajo llave; échale llave a la forma como se quebranta mi voluntad, como se resquebraja y pudre lo que nació sano y normal, con buena voluntad, salud admirable, cierta dosis de ansiedad manifiesta. Contemos entre ambos las desapariciones y las reapariciones. Cada día una nueva vuelta de tuerca hacía crujir las vértebras del cuello y dejaba ver un poco más la lengua del ahogado. Sin embargo, en medio del marasmo distingo las fases del poder. Estoy tratando con una parte importante de la vida de todos. La historia se ha tejido con algo que participa de esta blandura. Es un tronco podrido, un invernadero. Una flor carnívora, cortada y que huele a muerto. Se pudren los estratos que recorro con Vargas y se pudren los escalones por los que transitan mis compatriotas."

Marta Lynch
Informe bajo llave


"Yo creo que la función del escritor consiste en obrar de modo que nadie pueda desconocer el mundo y que nadie pueda ante el mundo decirse inocente. Y como el escritor se ha lanzado al universo del lenguaje, no puede ya simular jamás que no sabe hablar. Cuando entra en el universo de los significados, como dice Jean-Paul Sartre, ya no hay modo de salir de él. Puede dejarse a las palabras que se organicen libremente: formarán frases y cada frase contiene el lenguaje entero y remite al universo. 

Marta Lynch


Escribo para no volverme loca y vencer a la muerte, o para salvarme. ¿Por qué no?... La muerte es horrorosa, pero también lo es la vida. Por eso me apresuro, como si cada una de mis horas fuese a la vez la más bella y la última."

Marta Lynch







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