San Lorenzo de Brindis

“Dios quiera que todos, todos, todos, y desde la infancia, aprendiesen bien deprisa esta verdad: aquel que se confía a María, que se entrega a María, no será jamás abandonado, ni en este mundo ni en el otro.”

San Lorenzo de Brindis



"La fe nace del mensaje y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Por tanto, la predicación de la palabra de Dios es necesaria para la vida espiritual, como la siembra es necesaria para la vida del cuerpo.
Por esto, dice Cristo: Salió el sembrador a sembrar su semilla. Salió el sembrador a pregonar la justicia, y este pregonero, según leemos, fue algunas veces el mismo Dios, como cuando en el desierto dio a todo el pueblo, de viva voz bajada del cielo, la ley de justicia; fue otras veces un ángel del Señor, como cuando en el llamado «lugar de los que lloran» echó en cara al pueblo sus transgresiones de la ley divina, y todos los hijos de Israel, al oír sus palabras, se arrepintieron y lloraron todos a voces; también Moisés predicó a todo el pueblo la ley del Señor, en las campiñas de Moab, como sabemos por el Deuteronomio. Finalmente, vino Cristo, Dios y hombre, a predicar la palabra del Señor, y para ello envió también a los apóstoles, como antes había enviado a los profetas.
Por consiguiente, la predicación es una función apostólica, angélica, cristiana, divina. Así comprendemos la múltiple riqueza que encierra la palabra de Dios, ya que es como el tesoro en que se hallan todos los bienes. De ella proceden la fe, la esperanza, la caridad, todas las virtudes, todos los dones del Espíritu Santo, todas las bienaventuranzas evangélicas, todas las buenas obras, todos los actos meritorios, toda la gloria del paraíso: Aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros."

San Lorenzo de Brindis
La predicación es una función apostólica



¿No tenéis vergüenza de estar todos en un convento confortable y de mesa bien guarnecida al lado de una capilla amenazada de ruina, con la lluvia inundando el santuario?”

San Lorenzo de Brindis



"Padre, ¿en mi celda habrá un crucifijo?", preguntó el joven Lorenzo. "Sí, lo habrá", respondió el superior. "Pues eso me basta. Al mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas para sufrir, por amor a Él, cualquier padecimiento."

San Lorenzo de Brindis, Giulio Cesare Russi -nombre con el que fue bautizado-



“Todo don, toda gracia, todo beneficio que tenemos y que recibimos continuamente, nosotros los recibimos por María. Si María no existiese, nosotros no existiríamos y no habría mundo.”

San Lorenzo de Brindis












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