Santiago Lorenzo

"A los tostonazos y a los asquerosos dan ganas de decirles 'gracias'."

Santiago Lorenzo


"Cuando a una película que está realizando un grupo humano se le empieza a poner un apodo es que ese grupo está enamorado de este proyecto. Eso lo he visto yo en ocasiones: cómo un grupo humano ama un proyecto y, de repente, ese proyecto es torpedeado por la necedad de un piernas que está ahí metido no se sabe por qué. Esto puede pasar en cualquier oficio, insisto. Esas sixteces que cuento se hacían en la fase del guion, sin llegar a rodar. Era chunguísimo, volvías a casa loco porque no sabías qué estabas haciendo. Pillé un momento del cine en que se estaban pretendiendo copiar formas de hacer de los estudios de Hollywood y una era ocuparse del guion. Y eso está muy bien, pero había mucha gente que lo hacía muy mal. Había mucha gente en productoras revisando guiones sin tener ni idea, así como, sin embargo, hay personas que lo hacían muy bien. Te voy a dar dos nombres: Daniel Torres y Ana Sanz Magallón. Pero había en ese gremio cada zopenco... Yo me largué porque era indignante. Te pones a ver que hay gente queriendo mejorar historias... y la historia buena ¡es él queriendo mejorarla! De ahí es de donde sale Tostonazo."

Santiago Lorenzo



"Escribir es la forma de blanquear tus problemas; todo se usa, lo bueno porque bueno y lo malo porque malo. Me ha parecido muy jugoso encontrarme a gente cuyo comportamiento es grotescamente deplorable."

Santiago Lorenzo



"Lo único que tengo en esta vida es mi afán de evasión por medio de absurdas invenciones. Eso, y cierta capacidad para convertirlas en algo tangible (...) En el formato que sea (...) seguiré con mis historietas, y me darán igual canal, soporte, inversión o envergadura, o si los fotogramas van encolados o si las páginas van perforadas a razón de cuatro agujeros por cada lado del cuadro."

Santiago Lorenzo



"Los elementos que aparecieron el primer fin de semana debían de ser los miembros directos de la familia ocupante. Los visitantes sucesivos debían de ser los primos, a los que siguieron los amigos y los amigos de los amigos. De ahí, a racimo. Porque todos se parecían, panes de la misma masa, o en las anatomías, o en los atuendos o en los usos o en las tres cosas. Entre tíos, cuñados y amistades, los que paraban en Zarzahuriel eran muchos y de todas las edades.
A este conglomerado humano global y uniforme, Manuel pronto empezó a llamarlo La Machufa.
Llegaban en tres o cuatro coches grandotes, fuera de escala, aparcando ostentación en la patena zarzahurielense. Y con unos maletones de volumen considerable, para cursar tres o cuatro cambios de vestuario al día durante una estancia de sólo dos.
Llevaban encima las marcas de su raigambre, las señas físicas del secular hispano que tres o cuatro generaciones atrás se desplazó a la capital a buscarse buenamente la vida. Los vástagos de hoy, renegados y apóstatas, llegaban ejerciendo de urbanos supuestamente sofisticados. Les saltaban al aspecto los siglos de azada, forraje, moscas y grasas animales. Y sin embargo hacían chistes sobre los tufos del campo, alardeaban de su conocimiento del callejero capitalino, exhibían pegatinas del oso y el madroño y se reían de todo lo que veían en Zarzahuriel, con los aires colonizadores de los metropolitanos imperiales. Les hacía gracia tirarse pedos y eructos, como a cabestros en un cuartel chusquero."

Santiago Lorenzo
Los asquerosos



"Tengo la impresión de que el volumen de relación con los demás siempre tiene un nivel de autorregulación muy exacto. Porque hay muchas veces que te viene un pelmazo y piensas: «¿Pero no te has dado cuenta de que no te estoy haciendo ni puto caso?». Él no está autorregulándose..."

Santiago Lorenzo











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