Agnes Miegel

Había una tierra

Hubo un país,
tan amado por nuestros corazones
que sufrió el oprobio del horror
como dunas llenas de arena,
como los alces en los cenagosos pantanos
y las decadentes praderas,
así se perdió el rastro del hombre
y de las bestias.
Congelados en la nieve,
seres flamígeros
extraviados en extrañas manos.
Sus osamentas yacen bajo las olas
del Báltico, en sus bahías y estrechos,
durmiendo en el arenoso seno de Jutlandia.
Y nosotros, los solitarios supervivientes,
recorremos una senda sin hogar
como algas esparcidas tras la tormenta
como plañideras y otoñales hojas a la deriva.
Sólo Tú, Nuestro Padre, sabes lo que significa
toda esta desolación.

Agnes Miegel

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