Concha de Marco

Cuánto me cansa la música
aún no escuchada,
el libro que aún no he leído.

Concha de Marco



"Estoy mejor, no hay duda, aunque sigo con el Nobitrol y las vitaminas B. Creo que solo por eso he podido resistir el trauma de que mis dos infelices mujeres hayan tenido que dejar su casa yéndose a vivir en una casa donde están mucho menos cómodas, que en la propia. Es una carga que cada vez me carga más. Bien, vamos a dejarlo.
Nadie escribe una carta, nadie llama por teléfono, no vemos apenas a nadie. El otro día fui a ver a María Baeza a su nuevo piso y cometí el error de hablar de ese problema. La gente no quiere oír de los problemas de los demás, tiene bastante con los propios. Al cine no vamos porque es malo, porque cuesta 100 pesetas, porque están lejos, porque cuando llega el tiempo frío uno no puede estarse en la calle esperando un taxi o un autobús, etc.
Juan Antonio tiene una faringitis muy pertinaz, los dientes, al igual que los míos, en la ruina, el aburrimiento, el hastío, la frustración de no poder hacer nada, de no tener editores para publicar lo que nos gusta, no tener apenas encargos de libros de arte, no tener amigos. Ver cómo se va ampliando la gusanera de esta sociedad que camina derecha hacia su ruina. Ayer suprimieron la Dirección General de Bellas Artes y la de Archivos y Bibliotecas incorporándolas a un Patronato artístico y cultural.
Cesaron a Pérez Villanueva dándole la patada. Escassi no sabe aún cuál es su situación. Carmen Llorca, presidenta del Ateneo desde abril y a quien no he visto desde hace 10 años, ha cambiado mucho el gesto eufórico y sonriente y seguro que tenía. La vi en televisión y está como amargada, sin luz en los ojos, sin sonrisa. La vicepresidenta Carmen Conde, que no se ha molestado en todo el año, a pesar de saber que estaba enferma, a llamarme ni una sola vez, no sé por qué razón, aunque me lo figuro, me llamó hace dos días y me invitó a ir a las comidas, que dudo mucho que se reanuden. No he ido al Ateneo a nada. Y, después de todo, para qué voy a seguir escribiendo. A la mierda con todo. Ha comenzado una nueva era siniestra. Hasta hace un año vivíamos poco menos que en Jauja."

Concha de Marco
La patria de otros



Mi alma
no es un paisaje exquisito
con músicas al modo menor
ni amor vencedor,
ni vida oportuna,
oh Verlaine,
es un muro cerrado
es una vieja puerta
con grises velos
de telarañas
que alguien
nutre de clavos por fuera.

Concha de Marco




“Mi madre me dio a luz riendo y se me murió dos años después llorando. ¡Pero qué yunque, Concha, te hizo Dios de aquella y de tantas otras orfandades que te machacaron después!”

Concha de Marco



Noches de Soria
 
… noches de Soria
contadas por el reloj de la Audiencia
el viento preso en el aire
llega por los soportales
del Collado
da la vuelta
por la plaza de Herradores
se me pierde hacia la nave
de San Juan de Rabanera
pila bautismal de mi agua primera
de mi primer sed
penetra bajo los árboles de la Dehesa
baja al Duero
por los arcos templarios
por San Polo
por la sierra de Santa Ana
San Saturio
bajo su capa de hielo
huele a cera
de las velas encendidas en la ermita
el matorral de la presa
y el molino
en los huecos
de los álamos desnudos
los jilgueros
ruiseñores y gorriones
los pardillos
verderones
unos sobre otros dormidos
por el puente
por San Pedro
por el Mirón a Numancia
loma de Garray tan sola
asciende por una calle
víacrucis del Espino
donde una lápida blanda guarda la tierra
que apenas probó mi vida
tan solo
tímidamente iniciados
capullos de unas mejillas
y su crecer hacia lo que fue fruto
se detuvo
quedando ya para siempre
una muchacha dormida
cuánto porvenir ajeno
que podría presenciar
con la ciega indiferencia de los muertos

Concha de Marco



Son las seis y media

Dentro de cincuenta años
quien pasará por esta calle,
quien vivirá en esta casa,
qué viento arrastrará
la tierra de mi vida y a qué sitio,
qué niño de dos años
que hoy se mancha de barro en el Retiro
se sentirá ya viejo y muy cansado,
cómo serán sus hijos
y si sabrán jugar al aire libre,
en qué lugar
continuará plantado el último castaño,
y ese mercado donde compro
tendrá razón de existir,
y si hablará la gente
y cómo irá vestida,
si me recordará Juanito el panadero,
con setenta años a cuestas,
se cocerá el pan dorado cada día,
existirá esta casa,
este patio encalado,
quién leerá estos libros,
estos libros.

Concha de Marco











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