"En 1961, se produce el incidente de Eagle River, en el estado norteamericano de Wisconsin, cuando un granjero llamado Joseph Simonton recibe la visita de una nave en su rancho, mientras se encontraba desayunando, de la cual descienden tres visitantes enfundados en sus clásicos monos ajustados, quienes solicitan, con ademanes y sin emitir sonido, que se les llene una jarra con agua. Como recompensa ante este servicio, le entregan al atribulado Simonton cuatro galletas semejantes a los clásicos panqueques, y que, según se declaró el testigo más tarde, fueron horneadas a la vista dentro de la nave, siendo su sabor similar al cartón quemado. Y la pregunta que surge es: ¿cómo interpretar este encuentro, donde la ausencia de diálogo y la más absoluta cotidianidad se presentan vinculadas a una supuesta tecnología punta? ¿Estamos ante un mensaje a decodificar o se trata simplemente de un error en la Matrix, como diría el controvertido David Icke? Y de estos reportes tenemos cientos. En el budismo zen, existe un término llamado koan cósmico, donde el iniciado es puesto a prueba por su maestro, a través de pruebas absurdas e ilógicas, obligándolo a nuevas formas de superar los obstáculos o problemas a través del uso de nuevas formas de pensamiento o consciencia. De alguna manera, este tipo de ejercicios parecen evidenciarse en algunos casos al producirse la interacción con estas inteligencias, aunque muchas veces los resultados disten de un progreso para el testigo. Todo lo contrario, la interacción «no buscada» poco ayuda en la búsqueda de respuestas, como si se tratara de un koan perpetuo, en continuo juego. Y es que los encuentros del tercer tipo asumen eterna perplejidad, que, como diría R.E.M., en su clásico ¿Cuál es la frecuencia, Kenneth?, nunca pueden ser descifrados o, mejor dicho, comprendidos en su totalidad."
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