Eduarda Mansilla

"Bien, bien. Me has llamado, y aquí estoy. ¿Qué mérito hay en ello? ¿Veamos qué ocurre? Tus cartas son tan misteriosas, cuanto desconsoladoras."

Eduarda Damasia Mansilla


"¡Débil corazón humano! El más bueno, el mejor, el más tierno y delicado, no escapará jamás a su fatal destino; insensato o injusto a la menor alteración, al más ligero embate de la suerte, al más leve soplo de contrario viento, se desconoce, se cambia, se torna de dulce y placentero, en airado y odioso."

Eduarda Damasia Mansilla



"En la República Argentina la mujer es generalmente muy superior al hombre, con excepción de una o dos provincias. Las mujeres tienen la rapidez de comprensión notable y sobre todo una extraordinaria facilidad para asimilar, si puede así decirse, todo lo bueno, todo lo nuevo que ven o escuchan. De aquí proviene la influencia singular de la mujer, en todas las ocasiones y circunstancias. Debiendo no obstante observarse que ésta, soberana y dueña absoluta como esposa, como amante y como hija, pierde, por una aberración inconcebible, su poder y su influencia como madre. La madre europea es el apoyo, el resorte, el eje en que descansa la familia, la sociedad. Aquí, por el contrario, la madre representa el atraso, lo estacionario, lo antiguo, que es a lo que más horror tienen las americanas; y cuanto más civilizados pretenden ser los hijos, que a su turno serán despotizados por sus mujeres y sus hijas, más en menos tienen a la vieja madre, que les habla de otros tiempos y otras costumbres. Muchas veces me ha lastimado ver a una raza inteligente y fuerte encaminarse por un sendero extraviado, que ha de llevarle a la anarquía social más completa, y reflexionando profundamente sobre un mal cada día creciente, he comprendido que el único medio de remediarlo sería robustecer la autoridad maternal como punto de partida..."

Eduarda Damasia Mansilla



"Escucha, joven, le dije, después de un rato, no voy a dirigirme a tu corazón no, aunque conozco bien el camino que a él conduce, y sé cuán fácil es conmoverlo, sin embargo, dudo ya de la estabilidad de tus propósitos. Voy a hablar a tu razón, a tu inteligencia.
¿Por qué si estás descontento de la ocupación que tienes, no tratas de buscar otra que más te convenga? ¿Por qué no me lo has dicho mucho antes? Hiciste mal, yo no conozco a ese hombre que me pintas con tan negros colores, y quizás sólo tengo yo la culpa de tu padecimiento. Generoso amigo, exclamó Amancio con vehemencia, no culpe usted sino a mi negra estrella, nací para sufrir sin tregua ni esperanza. Quiero pintar a Ud. el cuadro de mis dolores. Desde el día en que por vez primera me acerqué a ese hombre, un instinto repulsivo me alejaba de su lado, y sólo por un gran esfuerzo de voluntad consentí en quedarme a su lado. Sin embargo, en el primer tiempo no podía yo quejarme sino de la vulgaridad de sus maneras, de sus groseros chistes y de una socarronería jesuítica con que trataba los asuntos de su juzgado, afectando siempre una compasión tan exagerada y mal dirigida, que producía en mí el efecto opuesto. Mi trabajo se reducía entonces a buscarle en algunos libros de derecho civil y criminal, textos en que fundar la justicia de sus sentencias, siendo de notar que ponía en ello especial esmero a pesar de que al propio tiempo, me hablaba del derecho y de la justicia, con el más alto desprecio. Más de una vez le objeté no comprendía cómo teniendo esas ideas, se daba tanto trabajo para redactar sus sentencias y calcarlas según la letra de la ley, a lo que me respondía riendo: Es necesario, mi joven amigo, que se convenza usted de que la mejor regla de moral pública y privada es dar a nuestros actos por arbitrarios e injustos que ellos sean, cierto carácter de legalidad y de justicia, que nos gane el buen concepto de los tontos, que son los que más abundan."

Eduarda Damasia Mansilla
El médico de San Luis


"Las artes son la expresión conmemorante de la humanidad. Son los eslabones de la interminable cadena histórica que liga a las generaciones entre sí por el sentimiento y por el pensamiento. Quedarían ignoradas las conquistas de la espada y de la inteligencia sin la pluma del poeta, sin el buril del estatuario y sin el compás del arquitecto. Homero, Fidias, heredoto y el Partenón nos revelan la Grecia de Pericles. Sin Plutarco ignoraríamos al vencedor de Dario, sin Tácito a César y a bruto, a Napoleón sin Thiers.
La Alhambra de Granada y el regio Alcazar de Sevilla, son piedras vivas que proclaman las glorias de la gigante España de los pasados siglos.
Por eso las ruinas que oprimen el corazón del caminante y le hablan de angustias desconocidas, de dramas horribles que quedarán para siempre ignorados, no solo producen vacios artísticos sino históricos que nada puede llenar. Las ruinas interrupen la sintesis del tiempo en el espacio."

Eduarda Damasia Mansilla



"Las mujeres influyen en la cosa pública por medios que llamaré psicológicos e indirectos."

Eduarda Damasia Mansilla


"Los buenos y sencillos esposos, con esa fe viva que se encuentra tan sólo en las naturalezas incultas, fueron juntos á dar gracias á la Madonna, sin olvidar un hermoso ramillete de rosas blancas, que el mismo Matteo puso en el nicho de la endita Signora.
Muy pronto se esparció por la isla, la noticia de aquel milagro, muy especialmente cuando vieron al viejo Matteo, que parecía rejuvenecido de diez años, montar en su barca, cantando alegremente su canción favorita, acompañada de la continua interrupción: un bambino, un bambino; y el viejo pescador remaba con una fuerza que parecía exponer la barquilla á zozobrar.
Una noche de tormenta, que los esposos dormían tranquilamente, á pesar del viento que amenazaba la fragilidad de la casucha y del agua que caía á torrentes, Marta despertó sobresaltada, diciendo á su marido: «Matteo, Matteo, es necesario vayas á la villa á traerme una rosa blanca, que ha abierto esta misma tarde y que el viento y la lluvia van á deshojar sin piedad.» El pescador, que quería muchísimo á su mujer, viendo que se trataba nada menos que de las benditas rosas, que tanto habían hecho por ellos, se vestía apresuradamente diciendo: «Voy al punto, mi pobre Marta á traerte la rosa.»
En los momentos en que el buen hombre se preparaba á salir y abría la puerta de la cabaña, una ráfaga de viento y de lluvia, que azotó su cara, le hizo notar el tremendo temporal; entonces, volviéndose á Marta, que habia vuelto á quedarse dormida, dijo, viendo el sueño tranquilo de su mujer: «Estaba soñando con sus rosas, ¡pobres rosas! mañana no habrá ni una sola en su tallo!»
El día siguiente amaneció sereno y despejado; los esposos se ocuparon como tenían de costumbre, Marta arreglando la cabaña y cosiendo el pequeño ajuar que para su hijo preparaba, y Matteo salió en su barca á hacer su provisión de pescado. Cuando al caer la tarde, el esposo volvió á la cabaña, encontró á Marta con una criaturita en los brazos, rodeada de algunas mujeres de pescadores de los alrededores.
«Es necesario que te conformes con lo que la Madonna nos concede,» le dijo su mujer, «es una niña, en lugar del niño que pedimos; bien lo sentía yo anoche, al ver la pobre rosa deshojada; ¡pero mira qué hermosa es!» Lleno de júbilo, Matteo, estrechaba entre sus brazos á la madre y á la hija, y llorando decía: «Bendita niña ¡qué hermosa es! Que me conforme, ¡vaya! como que me alegro tantísimo de que sea una niña. Ya veréis, amigos, qué guapa será y qué fiesta haremos para la boda. Apuesto a que más de un galán... ¡Pero así no más mi bella rosa no concede sus favores!» Marta viendo la alegría de su marido, confesó á sus amigas que, ella, por su parte, también se alegraba mucho de que fuese una niña, pues de ese modo la llamarían como su Patrona, María de las Rosas."

Eduarda Mansilla
Lucía Miranda



Se alquila

Aquí dentro del pecho tengo un cuartito
Y un letrero en la puerta
y un letrero en la puerta
con llanto escrito Desocupado
hable arriba quien quiera sera alojado
allí hay fuego allí nunca penetró el hielo
allí corre fuente que lleva al cielo
fuente de encanto
que hace verdad los sueños
néctar el llanto.

Eduarda Damasia Mansilla



"Señor, los indios no son tan malos, no roban sino por hambre y nunca matan sino por necesidad. Los que los hacen malos son los cristianos que se van entre ellos. Allí había algunos como yo, y desde el primer día me pusieron mala cara, buscándome pleito por todo."

Eduarda Damasia Mansilla
El médico de San Luis










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