Faustino Menéndez Pidal

"Es cierto que la heráldica ha estado siempre muy maltratada en España. El cambio fundamental se produce entre finales del siglo XIV y finales del XVI, en el que los emblemas empiezan a conceptuarse como recuerdos del pasado, mientras que hasta entonces los emblemas se insertaban en la sociedad, eran algo vivo. Pero desde ese momento se considera que la heráldica solo es propio de linajes de pasado glorioso, pero había emblemas de los judíos, de los comerciantes, que nos enseñan mucho.

A pesar de que, en Francia, en el siglo XVII hubo un renacer de la heráldica como elemento de estudio, en España apenas hubo un pequeño conato, con gentes como Zurita y pocos más. Luego ya, en la Ilustración, incluso estaban convencidos que los emblemas heráldicos estaban fundados en leyendas, cosa que no era cierta, pero colaboró a su descrédito y en el XIX, con la caída del Antiguo Régimen, se rechazaban por considerarse elementos distintivos de la nobleza."

Faustino Menéndez Pidal de Navascués


"Los emblemas heráldicos aparecen en todo el occidente europeo sin diferencias cronológicas significativas. Pero su desarrollo estuvo sujeto en los distintos países a diversos condicionamientos sociales, culturales y artísticos que dieron como consecuencia diferentes tipos y usos y ritmos de evolución. De este modo se distinguen un área llamada de la heráldica clásica: los países situados entre los ríos Loira y Rin, con la parte sur de Inglaterra, en la que alcanzaron un desarrollo más rápido, más intenso y perfeccionado. A su alrededor, otra franja de territorios dentro de la cual, en este momento inicial -segundo tercio del siglo XII- los reinos cristianos peninsulares y Languedoc formaban una unidad cultural, bajo la protección del emperador leonés Alfonso VII. Para analizar cómo se forma el conjunto heráldico es generalmente aceptado el esquema o modelo que esbozó Galbreath en 1942. Explica las armerías como el resultado de un complejo proceso de fusión de varios grupos emblemáticos. Esta variedad se articula en tres planos: semiótico (hay emblemas con significado territorial, otros familiar, otros personal), de las formas de uso o soporte (en la enseña, en el escudo, en el sello...) y tipológico (piezas geométricas, león y águila, carbunclo con campo coloreado, muebles...). En este proceso de fusión cada grupo emblemático aporta al conjunto ciertos caracteres. En el orden tipológico, el menos imperfectamente conocido, las piezas aportan el valor significante de los esmaltes, generalmente en parejas; el carbunclo, las particiones del escudo, etc. La diferente vinculación territorial, familiar y personal de los emblemas tuvo cierta correlación con las formas de uso. Es tema complejo y mal conocido cuyo estudio se realiza a través de las transmisiones del emblema. Conviene poner de relieve que el conjunto heráldico ibero-occitánico, como podemos llamar al que se utilizó aquí en el primer período, no tiene un carácter apendicular ni marginal respecto de la heráldica clásica, pero sí es diferente. Esta diferencia se puede resumir en una mayor lentitud en el proceso de fusión. Como veremos, sobreviven tenazmente restos de la variedad inicial: las señales familiares. En consecuencia, no se considera como en el área clásica al escudo como unidad indivisible y la vinculación familiar de los emblemas importa más que la personal, por lo que son raras las brisuras."

Faustino Menéndez Pidal
Leones y castillos















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