Franciszek Gajowniczek

“El 30 de julio de 1941, en el campo de concentración de Auschwitz, un oficial alemán ordenó a los hombres de ciertas barracas que formaran en fila, pues un prisionero había escapado. Querían dar un escarmiento a todos”, dijo Gajowniczek “para que tuvieran miedo de huir. Los hombres serían escogidos para morir. El oficial se paró frente a mí, me señaló y supe que había sido escogido para morir. ‘He perdido a mi mujer’” -dije al oficial –  y ahora se quedarán huérfanos mis hijos. Pero entonces el sacerdote prisionero salió del grupo de los otros presos. Y dijo. "Quiero tomar el lugar de este hombre. Tiene una esposa y una familia. No tengo a nadie. Soy (Maximiliano Kolbe) un sacerdote católico".
El superviviente miraba al cura, las reglas del campo de concentración les prohibían decir una palabra. “Tenía una mirada de satisfacción en su rostro, y parecía muy contento de hacer esto”, recuerda Gajowniczek.  Los 10 fueron llevados, desnudados, encerrados, y se les dejó morir de hambre. El 14 de agosto de 1941, a los cuatro que todavía no habían muerto, incluyendo el cura, se les inyectó veneno."

Franciszek Gajowniczek


"Quiero dar las gracias por el don de la vida."

Franciszek Gajowniczek


"Yo era un veterano en el campo de Auschwitz; tenía en mi brazo tatuado el número de inscripción: 5659. Una noche, al pasar los guardianes lista, uno de nuestros compañeros no respondió cuando leyeron su nombre. Se dio al punto la alarma: los oficiales del campo desplegaron todos los dispositivos de seguridad; salieron patrullas por los alrededores. Aquella noche nos fuimos angustiados a nuestros barracones. Los dos mil internados en nuestro pabellón sabíamos que nuestra alternativa era bien trágica; si no lograban dar con el escapado, acabarían con diez de nosotros. A la mañana siguiente nos hicieron formar a todos los dos mil y nos tuvieron en posición de firmes desde las primeras horas hasta el mediodía. Nuestros cuerpos estaban debilitados al máximo por el trabajo y la escasísima alimentación. Muchos del grupo caían exánimes bajo aquel sol implacable. Hacia las tres nos dieron algo de comer y volvimos a la posición de firmes hasta la noche. El coronel Karl Fritzsch volvió a pasar lista y anunció que diez de nosotros seríamos ajusticiados."

Franciszek Gajowniczek











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