Gonzalo Menéndez Pidal

“He sido alumno y enseñante. De la primera etapa recuerdo a muchos buenos maestros y muy diversos ambientes. De aquellos maestros mucho he aprendido, pero como enseñante también he aprendido de los alumnos.”

Gonzalo Menéndez Pidal



"La llegada de los califas abasíes había supuesto el fin del predominio árabe en el mundo islámico oriental. En el campo de la geografía puede ejemplificarse esto recordando cómo de unos diez y seis geógrafos de nota (entre los siglos IX-XIII) cuatro serán naturales de Persia, cuatro de Bagdad, y cuatro hispanos. En el Occidente Carlomagno se esforzó en hacer progresar la cultura, pero en España, principalmente en el Andalus, pesó más la influencia de aquel Oriente abasí que la del Imperio franco. Y a este propósito recordemos lo que Joaquín Vallvé ha puesto de manifiesto: que el nombre de al-Andalus fue traducción pura y simple de isla de la Atlántida, esto es: el más lejano y mítico Occidente, que ahora va a convertirse en un centro real de cultura.
Así que con la dinastía Omeya trasplantada al Occidente, el meridiano cultural del islam se acabó centrando en ese distante Andalus, donde tras períodos de intransigencia, Alhaquem II (961-76) protegerá las ciencias, de él se cuenta tenía agentes encargados de comprar y copiar libros en el Oriente: en Bagdad, Damasco, El Cairo..., y se llega a dar el caso de que libros escritos en Persia y Siria, a veces, se divulguen antes en Córdoba que en el Oriente originario. La biblioteca de Córdoba dicen llegó a tener 400.000 volúmenes; en sólo uno de los arrabales de Córdoba, cerca de doscientas mujeres se ganaban la vida copiando códices."

Gonzalo Menéndez Pidal
Hacia una nueva imagen del mundo



"Muchas son las deudas que la España moderna -y también la antigua- tiene con uno de sus más fieles y al tiempo más esquivos y menos convencionales de sus cronistas y artistas -porque fuera de toda duda, junto con su valor historiográfico, la obra de Gonzalo Menéndez Pidal es, sobre todo, la de un auténtico artista, de esos, me temo, que por tranquila modestia ahorran a muchos de sus contemporáneos la oportunidad de su disfrute, mientras ofrecen a las gentes del futuro la rotundidad indiscutible de su valor e importancia- Le debe, por ejemplo, la más auténtica animación gráfica posible de la vida y costumbres medievales -especialmente del siglo XIII-; le debe la maravillosa exactitud caligráfica y científica de los mapas por donde han trasuntado sus hombres, sus animales, sus máquinas, sus espíritus; le debe la recolección más admirable de imágenes del siglo XIX y de la primera mitad del XX; le debe, en fin, la grabación de las voces de sus más representativos hombres modernos y contemporáneos, el registro de sus imágenes, la paciente recolección de los testimonios gráficos y escritos… Todo ello y mucho más llevado a cabo, sin embargo, desde una solitaria y callada modestia no exenta de ironía y de un cierto escepticismo que no hace más que ocultar una cálida humanidad, una juventud perpetua, una curiosidad ilimitada. Lo cual hace que España se haya enterado poco de esa deuda." 

Gonzalo Menéndez Pidal


“No nos contenta hoy leer un poema medieval con mero criterio de estética actual, queremos comprenderlo acercándonos a su tiempo; y entonces resulta que ese poema servirá a su vez para comprender su época.”

Gonzalo Menéndez Pidal



“¿Quién inventó el cine? Pues muchos, ya que los éxitos de unos eran posibles gracias a los fracasos de otros. Aprendamos a ver en el cine lo que haya de positivo y dejemos de lado lo inútil, aunque tal vez en todo quede algo que testimonie una época, una moda, un país, unos hombres.”

Gonzalo Menéndez Pidal



"Se me ha preguntado el por qué de mi afición a manejar imágenes fotográficas y registros sonoros. Tal vez fue causa el ambiente que me envolvió desde muy niño. Mi padre en torno a 1900, para precisar el verosimilismo de nuestros viejos cantares de gesta, recorrió las tierras que fueron su escenario, y fotografiaba. Y, a la vez, comprendía que para rastrear los orígenes de nuestra lengua, mejor que cualquier anotación sobre un viejo manuscrito, lo era la fotocopia en que se podía comprobar una y otra vez la correcta lectura, eso que para entonces una cámara de prisma de 18 x 24 cm. resultaba algo verdaderamente engorroso. También, por esos años, recurrió al fonógrafo para registrar en sus cilindros de cera, cantos tradicionales.
Más tarde, el que había de ser mi cuñado, Miguel Catalán, manejaba fotografías como material básico, en sus trabajos de espectroscopia. En fin, a mi alrededor se trabajaba sobre fotografía y registros sonoros, ¿cómo después me iba a poder adentrar yo en revivir la imagen que del mundo tuvieron nuestros cosmógrafos sin acopiar fotografías de manuscritos, mapas o instrumentos? Lo mismo me sucedería al querer evocar la tradición isidoriana o la vida en el siglo XIII."

Gonzalo Menéndez Pidal



“Solo en raras ocasiones el historiador actual cobra conciencia de que hay sustanciales relatos históricos que han llegado a nosotros en forma no escrita. Desde hace siglos hombres occidentales parece que se vienen interesando poco menos que en forma exclusiva de la Historia escrita. Casi nos parece axiomático que cuando no hay crónicas, anales, inscripciones, jeroglíficos, no hay Historia; como si los hombres solo dejasen en palabras relato explícito a la posterioridad. En realidad, todo el mundo que nos rodea nos habla de Historia.”

Gonzalo Menéndez Pidal



 "Y pronto nacería también en mí la curiosidad por el cine, documento de nuestro tiempo. Unas veces será el baile de tres en las Navas, la recogida del azafrán en La Roda, una actuación de Misiones Pedagógicas, la rueda de un carro y tantas otras cosas. Y de este material cinematográfico, en ocasiones, un solo fotograma, un cincuentavo de segundo, puede cobrar sustantividad, así, cuando tuve que escribir la necrología del buena amigo Dámaso Alonso, la Academia pidió a los familiares un retrato con que encabezar la publicación, y lo que enviaron no fue sino un fotograma del documental que yo había rodado durante el centenario de Pío Baroja y en el que Dámaso evocaba los días en que, a principios de siglo, se sumía en la lectura de “El Árbol de la Ciencia”. "

Gonzalo Menéndez Pidal



















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