Julio Maruri

Dejadme sin campanas, pensativo,
desnudo de hojas en mi otoño.
Dejadme penetrado de confines
sobre la tierra. solo.

Dejad que me alce triunfador y entero
bajo una luna sin contorno.
Única torre yo sobre los llanos.
tiento de luna y hombre, caudaloso.

Dejadme así vivir serenamente
mi sueño sin estorbo,
mi pasión sin ciudades, mi quimérico
reino del viento loco.

Que solo viento y luna y horizonte
podrán ceñirme sin trastorno,
cuando mi sangre arda transportada
por su abrazo violento y presuroso.

Julio Maruri



Homenaje a Gualterio
(el pececillo que cuidaba Vicente Aleixandre)

Recorrías un largo viaje
en tu mar chica de pecera,

vida de lindo pez molino,
tio-vivo, noria, verbena.

Oro sin fin moliendo vivo
cristal, alga lejana, arena…

Desmemoriado amor, soñando
una mar verde, honda, entera.

Sueño redondo de un lejano
azul, allá, ventana afuera.

Prisa creciente de un interno
feliz girar en la pecera.

Pequeño pez buscando arriba,
abajo, hondura, diferencia…

… espacio, fondo, superficie,
medidos siempre en rauda rueda.

Para morir. Escama fría
de una mañana sin sospecha.

Oh breve drama submarino:
rueda parada, mar pequeña.

Julio Maruri



Homenaje a Quevedo
(Por su poema El sueño)

Si del sueño he nacido y voy cegado
por un helado mundo ceniciento,
¿por qué llanura y mar y cielo invento,
si sólo soy delirio alucinado?
¿Por qué tan bello mundo, si es soñado,
y tanto amor en mí, si es vano aliento;
mundo y amor que habré de dar al viento
cuando al morir me sienta despertado?
Quiero esta vida que mi sueño miente,
al borde de la muerte en que me hundo,
antes que despertar en otro sueño.
Quiero, al morir, soñar eternamente
y llevarme el recuerdo de este mundo
a la eterna penumbra de mi sueño.

Julio Maruri
Antología (1957)
En: Enrique Moreno Báez
Antología de la poesía española contemporánea (1970)
Madrid: Salvat Editores / Alianza Editorial, 1970, p. 154



Los ruiseñores

Leves las aguas son, sonando entre mis manos,
como el cántico puro de un ruiseñor que ha muerto.
Bajo la tarde plácida ronda invisibles álamos
el ruiseñor tristísimo que el río no ha devuelto.

Yo, por mi tibio traje de paz y de abandono,
siento el frescor de un ala que ya no es de la vida,
y mientras ronda el muerto ruiseñor rumoroso,
pienso en Dios, que recibe; Dios que regala y quita.

Julio Maruri



"Oh, sí. Acepto. Pero no sé si merezco tanto."

Julio Maruri











No hay comentarios: