Abdelá Taia

"A veces no hay otra opción que ser un traidor, traicionas a la comunidad, a la familia, sales de ese grupo, pero eso no quiere decir que odies a ese grupo, es que la estructura social y política que se os impone no te conviene, y no lo aceptas y además quieres transformar eso, la ley que permite esa forma de dominación del grupo y la comunidad.

El problema es que la comunidad, la gente, la familia, los padres, las hermanas, cuando te ven hacer eso te dicen: ya no eres como nosotros. No ven que no es una rebelión contra ellos como personas, sino contra lo que la sociedad les ha hecho a ellos para que estén contra mí, y eso es casi una tragedia griega para quien quiere emanciparse y critica el sistema y quiere cambiarlo, porque es muy difícil hacer ver a tu hermano que cuando habla, no es él quien habla, es la política, es la sociedad, que habla a través de él. En el fondo, él te quiere. Y cuando dice a su hermana: no te pongas una minifalda, no hace otra cosa que ejecutar las órdenes que le dicta la sociedad. Mientras se cree el hombre que debe dominar a la mujer, él mismo sufre este lavado de cerebro que le hace pensar que él es el poderoso, cuando no es para nada poderoso, es solo un actor que ejecuta el papel de macho y que impone el poder porque la sociedad le dice: eres un hombre heterosexual y tienes el poder sobre las mujeres, sobre otros hombres, y les puedes oprimir.

Es muy difícil, cuando vives todo eso, explicar a los otros —que nos aman, y a quienes amamos—, lo que te estoy diciendo. Yo a mis padres no les dije que me habían violado en la calle, en nuestro barrio, la gente que ellos conocían. Esto significa que en algún lugar en mi interior yo conocía su respuesta: y sin embargo la respuesta iba a matarme aún más que la violación que había sufrido. ¿Sabes qué quiero decir? Cuando tú le dices a alguien: me han hecho esto, esto y lo otro, y la respuesta — no es que no lo entiendan, pero no pueden protegerte— es, la próxima vez que te pase corre, huye. Cuando escuchas una respuesta como esta corres y tienes ganas de morir. Creo que no dije nada para no morir una segunda vez."

Abdelá Taia




"Comprendo que las miserias que viví con mi familia por ser gay, no las causaron ellos sino las leyes. Después de todo, ellos también tienen problemas, injusticias que viven, pero en el fondo  hay algo feliz que nos une, a pesar de todo."

Abdelá Taia



"Esa palabra la escuchamos todo el tiempo, Hshuma!, no hagas esto, no hagas lo otro, eso no se hace. Necesitamos mucho tiempo para comprender que, en el fondo, detrás de esa palabra está la decisión política de la gente que gobierna Marruecos, el poder, la clase adinerada, quienes diseñan la educación, los que poseen económicamente Marruecos —va todo unido—, quienes utilizan la religión para decirnos al pueblo, a los pobres, que nuestras vidas son la Hshuma.

Usan ese concepto que ya existe entre nosotros, no sé si por razones tradicionales o religiosas, pero yo lo pensaría más en términos políticos: se trata siempre de recordarnos que debemos ser buenos musulmanes, buenos árabes, buenos marroquíes, nos programan todo el tiempo, para mantenernos en una sumisión, yo diría en principio, política. Porque lo político siempre se basa en la religión, en la versión que mejor le venga al poder. Nos impide ver —en un espacio u otro, religioso, tradicional...— los caminos que nos pueden ayudar a liberarnos sin dejar de ser musulmanes, por ejemplo.
Cuando nos recuerdan todo el tiempo la religión, en este caso el islam, el poder solo recuerda las prohibiciones, hace todo por impedirnos ser nosotros mismos, libres, respecto a esa cosa que llamamos la religión, respecto a esa cosa que llamamos Marruecos. El poder utiliza todo el tiempo esa palabra hshuma, vergüenza, y desafortunadamente, cuando se trata de nosotros, cuando nacemos, esa palabra ya existe, y los individuos se impiden los unos a los otros vivir, expresarse, existir. Piensan que diciendo esa palabra respetan lo que son profundamente, un buen musulmán, un buen marroquí, un buen árabe. Pero en el fondo no hacen otra cosa que ejecutar las órdenes de arriba, las del poder, para mí es una cuestión de poder."

Abdelá Taia



"Este libro, Mi Marruecos lo escribí cuando llegué a Francia, entre 1998 y 1999. En aquella época yo empezaba a escribir, pero aún no había publicado y, francamente, si me hubiese quedado en Marruecos no habría tenido la idea de escribir este texto. El solo hecho de haber cambiado de geografía, llegar a otro mundo, hizo como si, de repente, viese en mi pasado cosas interesantes, tiernas, bellas, malvadas, pero que podría transformar en pequeños textos. De hecho, yo lo hacía para mí porque no estaba seguro de que se fuese a publicar, lo hice también porque estaba en otro territorio, que se llama París: me encontré con que solo tenía ideas sobre Francia. El choque con la realidad de París es mucho más duro.
Creo que, intuitivamente, algo en mí me hizo entender que tenía que resistirme a lo que Francia iba a hacer de mí los años que tendría que vivir aquí. Que podría convertirme en alguien malo, amargo, gris. Quizás las imágenes que aún tengo de Marruecos me van a dejar, me dije, tengo que escribir esto ahora mismo. Así que lo escribí. En esa época se trataba de cierta confrontación con aquel Abdelá Taia, tratando de descubrir Francia, e intentando arreglárselas con muchas dificultades en el país, porque vivir la experiencia de la inmigración, al principio, no es para nada fácil."

Abdelá Taia


"Pienso que nuestras vidas se han vuelto demasiado estériles, pasamos nuestras vidas en las redes sociales, Facebook, Instagram. La gente pasa el tiempo leyendo comentarios y comentando. Creemos que somos libres cuando lo que estamos haciendo es ponernos alrededor barreras y barreras. Yo, yo soy así, tú no eres así. El otro es asá: Ay, ¡lo odio! Y al mismo tiempo, todo el mundo cree que el que es libre es uno mismo, y el otro no lo es. Lo que importa —esto que voy a decir es muy banal ¿eh? No hay nada de extraordinario en decir eso— es estar vivo todos los días: yo no tengo ganas de ser el que tiene la razón. No sé cómo decirlo, francamente... [busca las palabras]. Con mis padres muertos, me arrepiento de no haberle dicho a mi madre las palabras que te acabo de decir, no le he dicho: gracias, has hecho esto por nosotros, me he reprochado que, incluso yo que comprendo el sufrimiento humano, no le dije a mi madre cuando estaba viva, gracias por todo lo que has hecho. Fueron cuarenta, cincuenta años de sacrificios por nosotros."

Abdelá Taia



“Una sociedad que no quiere aceptar el cambio es una sociedad estéril.”

Abdelá Taia














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