Adam Müller

 “De la generosidad del suelo, que es sobre lo que menos poder posee la energía humana, depende en definitiva la medida disponible de fuerzas humanas libres y cuántos trabajadores se pueden entregar a la industria urbana. Por otra parte, la aceleración que la industria humana se imprime a sí misma por la división del trabajo y el acabado supino de cada empresa, y la independencia en que se halla de las estaciones, influye sobre el suelo, aligera su inercia, ensancha y fomenta su cultivo. El capital, finalmente, repite ambas funciones: las acelera o las refrena, ya que posee las propiedades de las dos, lo mismo de la tierra como del trabajo.”

Adam Müller




“[…] el hombre acusa tres relaciones principales que deben ser tenidas en cuenta, gobernadas, fomentadas y reanimadas constantemente:

1, relación con la naturaleza exterior, que hay que incrementar mediante mejoras, esto es, aplicando adecuadamente capitales y fuerzas humanas;
2, relación con sus propias fuerzas personales, que necesitan de la colaboración de la naturaleza exterior y del capital para ejercitarse y realizarse; finalmente,
3, relación con el pasado o con el capital, que también es menester aplicar a los dos anteriores, al trabajo y a la naturaleza para actualizarlos. El suelo, el capital y el trabajo no son fuentes de riqueza en sí, sino elementos de ella; su acción recíproca vivaz constituye la única fuente de riqueza. Tan pronto como el trabajo y la naturaleza –cualquiera sea el lugar o la época en que haya ocurrido- entran en recíproca acción, se origina un capital, ya sean los aperos de labranza, la cabaña, las semillas. Este capital colabora en el aumento de la producción siguiente; potencia las fuerzas del suelo y del trabajador y, entre tanto, se reproduce, se duplica y triplica también el capital mismo.”

Adam Müller




“La desigualdad vejez y juventud es desigualdad en el tiempo o entre coterráneos: las desigualdades no tienen otra razón de existencia en la tierra, sino que el hombre las armonice en una forma natural y bella a la vez, como disonancia que le corresponde armonizar. La naturaleza pone sin cesar al alcance de los hombres cosas desiguales para que tengan infinita faena de nivelación, y toda la vida del verdadero hombre no consiste en otra cosa que en un igualar lo desigual y unir lo separado. Por eso la desigualdad entre las edades estimula incesantemente al hombre para que haga de mediador de épocas diferentes y de las exigencias diferentes de los tiempos; existe por razón de aquella ineludible alianza de las generaciones o de los coterráneos necesaria a toda vida política.”

Adam Müller




“No necesito insistir sobre la gran parte que corresponde al enorme incremento que registra el mercado europeo a fines del siglo XV y principios del XVI, y al descubrimiento de las antigüedades griegas y romanas, y al de las dos Indias, la que corresponde al aumento de los signos del capital físico representado por los metales preciosos, primero en la disgregación del capital físico y espiritual, y en los tiempos que siguen, en la supremacía que se arroga el capital físico sobre la vida civil, en el carácter manufacturero, dinerario-capitalista, que rebaja todo trabajo a la categoría de mecánica función; en el espíritu desmembrador, que considera la propiedad de la tierra como un mero capital y trata de dividirlo como divide el capital, siendo así que l laboreo de la tierra no permite la división corriente del trabajo ni la progresión ascendente del lucro; tampoco tengo que subrayar la parte que a todas estas circunstancias corresponde en el espíritu conceptualista que se apodera de todas las ciencias y disgrega el magnífico imperio universal de las ideas en un sinfín de minúsculas ciencias útiles y de provechosos capitalitos de conocimientos.” 

Adam Müller



“Producir no es otra cosa que sacar un tercer elemento de otros dos, mediar entre dos cosas antagónicas y forzarlas a que de su lucha salga una tercera. El hombre emplea sus fuerzas corporales en una lucha con una materia bruta cualquiera, lucha condicionada por las leyes de sus fuerzas y por la naturaleza y propiedades de esa materia, y que él mismo dirige con sagacidad, y de la cual se origina o produce un tercer elemento que llamamos producto.”

Adam Müller



“Sin la religión, la actividad económica pierde su objetivo final […] La dificultades económicas surgen, sobre todo, porque los hombre se olvidan del poder divino. El trabajo no es la única fuente de producción. Solo es el instrumento al que hay que añadir el poder  (que viene de Dios) y los apoyos materiales de la propiedad de la tierra y el capital ya existente.”

Adam Müller



"Una alianza de los hombres que gozan de la Tierra en la misma época. Todos los coetáneos tienen que asociarse contra su enemigo común, la Tierra, para poder hacer frente a una de sus virtudes más terribles: la unidad de sus fuerzas. Este tipo de alianza nos ofrecen casi todas las teorías del Estado, pero con tanta mayor ligereza descuidan el otro tipo de alianza, no menos importante. El Estado es una alianza de las generaciones pasadas con las presentes y con las que les siguen, y al revés. No se trata sólo de una alianza de coetáneos, sino también de coterráneos; y esta segunda alianza servirá para hacer frente a la fuerza terrible de nuestra enemiga la Tierra y su permanencia. Nos sobrevive, ella, a todos, y por eso gozará de ventajas en cuanto a una generación se le ocurra, seducida por ella, renegar de su antecesora. El Estado no es sólo la unión de muchos que conviven, sino también de muchas familias que se suceden; no sólo será infinitamente amplio y penetrante en el espacio, sino también inmortal en el tiempo.
[...]
La doctrina de la unión constante entre las generaciones que se suceden pasa desapercibida en todas nuestras teorías del estado; ahí radica su punto flaco, y que parezca que tratan de edificar nada más que para el momento su Estado, y que ignoren y desprecien los altos motivos de la perduración de los Estados y sus ligazones más estimables en este orden –sobre todos la nobleza hereditaria.
[...]
La libertad, en ninguna forma más digna y adecuada puede ser presentada que en la que yo lo hice: es la genetriz, la madre de la ley. En las miles de luchas de la libertad de un ciudadano con la contralibertad de los restantes se desarrolla la ley; en la lucha de la ley en vigor, en la que se manifiesta la libertad de las generaciones pasadas, con la libertad de las generaciones presentes, se depura y crece la idea de la ley. La idea de la libertad constituye la fuerza centrífuga incansable y magna de la sociedad civil, en cuya virtud la fuerza centrípeta, que le es eternamente contraria, la idea del derecho, se hace fecunda.
[...]
La libertad, empero, es una cualidad que debe atribuirse a todos y cada uno de los diversísimos elementos constitutivos del Estado, no sólo a las personas físicas, sino también a las morales. En el caso de Inglaterra, vemos claro cómo cada ley, cada clase, cada institución nacional, cada interés y cada oficio posee su libertad propia, cómo cada una de estas personas morales tiende no menos que el individuo a hacer valer su peculiaridad. Prevalece allí un espíritu general de vida política en todos los elementos del Estado, y como las leyes son también personas libres animadas por el espíritu del todo, el ciudadano se encuentra en cualquier parte que mire con entes iguales a sí, y todos los elementos constitutivos del Estado constituyen, a su vez, objetos perpetuos de su oposición y de su amor.
[...]
No necesito insistir sobre la gran parte que corresponde al enorme incremento que registra el mercado europeo a fines del siglo XV y principios del XVI, y al descubrimiento de las antigüedades griegas y romanas, y al de las dos Indias, la que corresponde al aumento de los signos del capital físico representado por los metales preciosos, primero en la disgregación del capital físico y espiritual, y en los tiempos que siguen, en la supremacía que se arroga el capital físico sobre la vida civil, en el carácter manufacturero, dinerario-capitalista, que rebaja todo trabajo a la categoría de mecánica función; en el espíritu desmembrador, que considera la propiedad de la tierra como un mero capital y trata de dividirlo como divide el capital, siendo así que el laboreo de la tierra no permite la división corriente del trabajo ni la progresión ascendente del lucro; tampoco tengo que subrayar la parte que a todas estas circunstancias corresponde en el espíritu conceptualista que se apodera de todas las ciencias y disgrega el magnífico imperio universal de las ideas en un sinfín de minúsculas ciencias útiles y de provechosos capitales de conocimientos."

Adam Müller
Elementos de política













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