Elsa Morante

"De niña me hubiera gustado ser un chico."

Elsa Morante



"El Poder... ¡Es degradante para quien lo sufre, para quien lo ejerce y para quien lo administra! ¡El Poder es la lepra del mundo!"

Elsa Morante
La historia



"Es sabido que la fábrica de los sueños hunde a menudo sus cimientos en los desechos de la vigilia o del pasado."

Elsa Morante




"En este otoño de niebla, desde hace varios días, me siento tentado a seguir a mi muchacha Araceli en todas las direcciones del espacio y del tiempo, menos en una en la que no creo: el futuro. En realidad, en la dirección de mi futuro no veo más que una vía sinuosa a lo largo de la cual, mi habitual yo mismo sigue moviéndose arriba y abajo como un pendular borracho. Hasta que sobreviene un choque enorme y todo movimiento cesa. Es el punto extremo del futuro. Una especie de mediodía cegador, o de medianoche ciega, en el que ya no hay nadie, ni siquiera yo.
(…)
La voz misma de mi madre. No fue una transcripción abstracta de la memoria la que me devolvió sus primerísimas canciones, ya sepultadas, sino justamente la voz física de ella, con su tierno sabor de garganta y de saliva. Volví a sentir en el paladar la sensación de su piel que olía a ciruelas frescas, y en la noche, en este frío milanés, he sentido su aliento todavía de niña, como un velo de ingenua tibieza en mis párpados envejecidos."

Elsa Morante
Araceli



"En mi opinión, en todo el mundo existe todavía hoy, en realidad, una especie de racismo, evidente o larvado, hacia las mujeres."

Elsa Morante



"¡La anarquía es honor del mundo, nombre santo, verdadero sol de la nueva historia, revolución inmensa, implacable!"

Elsa Morante
La historia


"La vergüenza es, en realidad, todavía un signo de conciencia, y los burgueses, la conciencia, que es el honor del hombre, la han amputado. Se creen seres completos, mientras que son muñones. Y su máxima desventura es esta ignorancia obtusa, impenetrable..."

Elsa Morante



"Las libertades no se otorgan. Se toman."

Elsa Morante
La historia



"Los truenos de los bombardeos en torno a Roma se iban haciendo más frecuentes y más cercanos, y las mujeres del tendero de Genzano, cada vez, al oírlos, se ponían en pie, lanzando histéricos gritos de terror. Después del desembarco aliado en Anzio del 22 de enero, de la barriada llegaban cantos y gritos de gozo, como si la guerra hubiese acabado. Los poquísimos fascistas de la barriada marcharon todos a esconderse, mientras los jóvenes se echaban todos a la calle, y algunos se dejaban ver incluso armados, como si se preparasen abiertamente para la revolución. Se apoderaban por la fuerza del pan, la harina y otros géneros alimenticios, en las tiendas o donde los hubiera aún, y se distribuían a la luz del día los ejemplares de L’Unità clandestina, edición extraordinaria.
Ida se alejaba de la tarbea lo menos posible, y siempre tenía a Useppe pegado a sus faldas; espantada de que los alemanes, en respuesta a la provocación, invadieran la barriada y matasen o deportasen a todos los hombres, sin perdonar a su homúnculo Useppe. Por esos días el Ogro desapareció, y ella pensó en si a lo mejor sería un espía, corrido a denunciar a la población de Pietralata al mando alemán. De todos modos, la suprema fiesta popular se resolvió en otra amarga frustración. A los pocos días los alemanes habían conseguido contener el desembarco, clavando a los Aliados en la playa de Anzio. Las mujeres del tendero se apretaban unas contra otras sin gritar y ni siquiera resollar, con los labios amarillos de miedo, ya que los truenos de los bombardeos en torno a Roma ahora eran continuos, día y noche. A esos truenos se añadía el enorme estruendo de los transportes alemanes, que recorrían las calles principales, no para retirarse, sino para atacar con nuevos refuerzos. El desembarco de Anzio no era sino un episodio frustrado. El verdadero frente seguía detenido en Montecassino. La inminente liberación era la trola de siempre. La guerra no acababa.
A finales de enero, Ida recibió la inesperada visita del tabernero Remo, quien se la llevó aparte, fuera, pues debía comunicarle noticias urgentes de parte de su hijo Nino. As estaba muy bien de salud, y le mandaba recuerdos y adioses, con muchos besitos para su hermano. Pero las últimas vicisitudes de la guerra, con la proximidad del frente, las destrucciones de pueblos y los continuos rastreos alemanes, habían obligado a su partida a interrumpir la lucha en la zona. La Libre se disolvió, algunos de sus componentes cayeron, otros abandonaron el campo. As y Piotr (Carlo) se marcharon juntos, decididos a llegar a Nápoles, cruzando la línea del frente; y se podía tener la seguridad de que, con lo listos y valerosos que eran, tendrían éxito en su empresa. Moscú y Cuatro habían muerto; y, al respecto, el tabernero le traía a Ida un mensaje póstumo de parte de Giuseppe Cucchiarelli. Este, tiempo atrás, en absoluto y universal secreto, le encargó, caso de que el muriese, avisar a doña Ida que el colchón dejado en herencia contenía una sorpresa para ella. Entre la lana, en la esquina marcada por fuera con un nudo de hilo rojo, se conservaba algo que a él, de muerto, ya no le servía ni para el retrete, mientras que a ella y al crío, en cambio, podría actualmente venirles bien."

Elsa Morante
La historia



"Tú eres la abeja y tú eres la rosa."

Elsa Morante
La isla de Arturo





"Un pueblo que tolera los delitos de su jefe se convierte en cómplice de esos delitos. Pero si los favorece y los aplaude, peor que cómplice, se convierte en el mandante de esos delitos."

Elsa Morante



"Una esperanza, a veces, debilita las conciencias como un vicio."

Elsa Morante
La isla de Arturo



"Y, la verdad, pequeños, crecidos o mayores, jóvenes, ancianos o viejos, en la oscuridad todos somos iguales."

Elsa Morante
La historia








No hay comentarios: