Erich Mühsam

"Así como antes me había unido a los pocos que precedían a la humanidad a un mundo alegre, quiero estar ahora con aquellos a quienes la necesidad enseña que hay que luchar por conseguir un mundo en el que de nuevo haya espacio para la alegría y para la risa, pero no como privilegio de rebeldes marginados, sino como el contenido de la vida y de la humanidad liberada.
[...]
La gran moda era el esteticismo, el cansancio, la absenta, la morfina, la indolencia y, en cuestiones amorosas, todo tipo de anomalía. El sinsentido fue proclamado el sentido de la vida; lo insustancial, la sustancia del mundo. Sentimientos sociales eran objeto de burla acerada, la compasión unida a sufrimientos y pesares sólo se autorizaba como condimento de una placentera autocontemplación. A mí me tenían por un racionalista perdido; mi participación en la lucha y las preocupaciones de la clase trabajadora, por pose o locura."

Erich Mühsam
Memorias no políticas




Contemplo la vida miserable de los hombres,
oigo la queja del esclavo y grito:
"¡Aplastad la ley! ¡Destruid el Estado! ¡Tened valor!"
¿Qué es el Estado? ¿Qué es la ley?
¡Que sea libre el hombre y el derecho del hombre!
Sólo el hombre libre sabe lo que piensa.
Aplastad la ley y el Estado...
¡Admirables y ejemplares palabras las del buen camarada,
inmolado por la brutalidad! Oídle, oídle...
Preso y encadenado,
no pueden quitarme la libertad.
Lo mejor de mí sigue estando conmigo.
El hálito de libertad lo siento íntimamente.
El cuerpo es débil;
pero el espíritu no puede encadenarlo
al Estado ni la ley.
Mi voluntad fuerte para destruir la ley y el Estado
permanece libre y el valor libre
conduce a la acción.

Erich Mühsam



El gorjeo de las alondras…

El gorjeo de las alondras por la mañana saluda
y el templado aire se llena de su canto
y lleno de esperanza me adentro
hacia el campo, lejos de la multitud.

Pero un espantoso ruido da vueltas sobre mí
como si de una tortura se tratara
como si del trabajo del hombre por el pan
y martillea, se lamenta y chirría como el acero.

Y siento algo semejante a un zumbido
precipitación confusa,  muchedumbre alborotada
y de repente, un suave sonido
como un lejano, lejano saludo del amor...

Aunque escapo de su mirada
nunca huyo de la palabra ni del hecho
y durante todo el camino
me acompaña el hilo del telégrafo.

Erich Mühsam



Europa se quita la careta,
ya no lleva colorete ni polvos,
aparece tan repugnante como es,
tan gestera y fétida.
Arrojó con el corsé
los pechos postizos.
La gran ramera
despojada de buenas costumbres
lleva bayonetas a los costados.
¡Cierra la camisa, Europa!
El espectáculo de tu desnudez
es veneno.
Carece de gusto.

¡Arde!

Erich Kurt Mühsam



















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