François Derrey

"El geón es el conjunto vivo que forma la tierra, la hidrósfera -el mar y los océanos que cubren el 71 por ciento de la superficie del planeta- la atmósfera: los vegetales, los animales, el hombre. Desde este punto de vista, no vivimos sobre la Tierra, sino en la Tierra. Imaginemos una célula viviente con su núcleo, su membrana nuclear y alrededor, su protoplasma: tendríamos así un modelo reducido del geón. "El globo terrestre constituye el núcleo, con su costra como una membrana, y la atmósfera y la hidrósfera forman el protoplasma. En el centro de la tierra se encuentra el núcleo del geón, del cual parten grandes corrientes de calor, que no son otra cosa que la circulación sanguínea. Los derramamientos de lava son hemorragias, la lava solidificada es sangre coagulada, las rocas, las montañas y las piedras forman el esqueleto, la hidrósfera el sistema linfático, y los derramamientos son los edemas. El conjunto de este organismo posee una fisiología absolutamente biológica en invierno la Tierra duerme y su temperatura desciende, como la nuestra durante el sueño. "¿Cuál es nuestro papel? Cada individuo no es más que una célula nerviosa del cerebro terrestre. "Se dirá que un organismo viviente nace y come. El doctor Jaworsky cree que la nutrición del animal Tierra está representada por las radiaciones solares. Además, puede reconstruirse el nacimiento del geón. Cuando la Tierra vivía en estado embrionario, estaba rodeada por un medio protector y nutricio que era la Luna, el cual servía de unión entre el Sol-madre y la Tierra-embrión. Nuestro satélite emanaba entonces una atmósfera cálida y nutritiva que permitió que el geón se formase poco a poco en el curso de lo que llamamos eras geológicas. Después, hacia fines del Terciario, cuando se completó su formación, al fin fue expulsada hacia el cosmos y la Luna se convirtió en una placenta muerta. Como el neonato que pasa del calor del vientre materno a la temperatura exterior, que es más baja, la Tierra soportó el frío de las grandes glaciaciones, pero después aprendió a crear su propio calor. Comparado con la escala de la vida humana, nuestro planeta es muy joven: Jaworsky le asigna apenas 17 años. Por lo tanto, a menos que sobrevenga un accidente, aún le resta una existencia envidiable."

François Derrey



"Los egipcios, por su parte, influidos por la conformación del país, que se extiende a lo largo del Nilo, veían el mundo como una especie de caja más larga que ancha, en la cual la Tierra era el fondo y el cielo la tapa.

Cuatro montañas situadas en los cuatro puntos cardinales sostenían el cielo, y de éste pendían las estrellas, como lámparas e iluminaban la noche. Un río celeste ceñía el mundo, y sus mareas regulares movían la barca sagrada sobre la cual estaba el Sol, que en 24 horas rodeaba la Tierra. Una parte del trayecto se realizaba detrás de las montañas y entonces llegaba la oscuridad. El río celeste vertía sus aguas en un mar fabuloso que ocupaba el corazón de Africa. El Nilo se originaba en esas aguas misteriosas.

La existencia de este mar interno en una época remota es un hecho conocido. Cuando vivían los lejanos antepasados de los egipcios seguramente no era más que un inmenso pantano, difícilmente navegable a causa de la escasa profundidad y los innumerables islotes. Estas características corresponderían bastante bien a las concepciones egipcias de un mar misterioso y cerrado a la navegación."

François Derrey
Tomada del libro de Peter y Caterina Kolosimo Los secretos del Cosmos, página 67










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