Jorge Molist

"Empecé a escribir, un poco en serio, para regalarme después de la jornada laboral. Y como en esa época viajaba mucho, leía y escribía en el avión, en el hotel, en el tren o en los lugares más insospechados. Hoy en día cualquier lugar sigue siendo bueno. Pero, sin la presión de seguir un horario laboral estricto, me gusta hacerlo en la cama, justo después de despertarme o antes de dormirme."

 Jorge Molist


"… pero sé que hay hombres buenos y malos, y que estos reflejan en su dios, predicando falsamente en su nombre, sus propias miserias."

 Jorge Molist
La reina oculta



"Poseo una gran curiosidad y deseos de aprender."

 Jorge Molist



"Se consolaba diciéndose que, a pesar de sus debilidades, su hijo tenía también alguna virtud. La principal era su supervivencia. Había nacido contrahecho, deforme, casi un cadáver; tuvo una caída de caballo que a punto estuvo de acabar con su vida, condenándole a cojear, y antes de su boda superó una grave enfermedad. Le daban ya por muerto. Había sobrevivido a dos hermanos varones. Y ya le había hecho abuelo con dos nietos y una nieta, asegurando el futuro de la dinastía Anjou, y eso era algo que el rey le agradecía. Porque el otro hijo varón superviviente era aún más débil y no había procreado.
Aquel hijo le defraudaba. Aunque reconocía su inteligencia y su capacidad para la administración, nunca sería el emperador que él había deseado que le sucediera.
[...]
Mi hijo Alfonso se arrodilló frente a su abuelo para besarle la mano. Yo le observaba de pie, como el resto de los asistentes, junto a Juan de Prócida, y no pude evitar una sonrisa feliz. Era noviembre y el pequeño Alfonso acababa de cumplir diez años. Aún no había sido nombrado caballero pero ceñía su túnica azul con un cinto del que colgaban espada y daga. Consciente de la importancia del acto, se mantenía erguido y sereno. Me fijé en mi esposo y me pareció que tenía los ojos húmedos de la emoción. Amábamos a aquel muchachito que prometía ser un gran príncipe y que mostraba ya su señorío en la forma de moverse y comportarse. Era nuestro sucesor y, una vez terminada la ceremonia, sería nuestro heredero y el de su abuelo. Recé para que el Señor concediera a nuestro hijo muchos años después de los nuestros.
El abuelo, majestuoso, vestía una túnica también azul sobre la que destacaban, bordadas, las armas reales en sangre y oro, y se cubría con una capa púrpura. En su cabeza de cabellos blancos lucía la corona real y su mano sostenía el cetro. Era una fina vara de plata culminada por un murciélago de oro."

Jorge Molist
Canción de sangre y oro


"Todo aporta en la vida si nos esforzamos en sacar lo positivo. No sé si esta experiencia contribuirá a mis futuras novelas, pero hay que vivirla y sobrevivirla."

Jorge Molist












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