Pierre Kohler

""Fobos" atraviesa el cielo tres veces por día, desplazándose de oeste a este, como la mayor parte de nuestros satélites artificiales. Su diámetro aparente es tres veces inferior al de nuestra Luna, pero es suficiente para determinar que un observador marciano lo vea en la forma de un objeto delgado, creciente, que culmina en su forma total para reducirse de nuevo y descender hacia el horizonte contrario. "En cuanto a Deimos, es más lento, y puede vérselo durante 64 horas, más de dos días y medio terrestres. A simple vista no parece un disco, sino un gran punto cuya luminosidad es dos o tres veces mayor que la de Venus vista desde la Tierra."

Pierre Kohler
Tomada del libro de Peter y Caterina Kolosimo Los secretos del Cosmos, página 138



"Hablemos en serio. Si hay venusinos, deben ser anaerobios, es decir capaces de existir sin oxígeno. La proporción de gas carbónico en la atmósfera del planeta alcanza, en efecto, al 97 por ciento. "Por consiguiente, parece difícilmente concebible que existan criaturas sobre la superficie del globo. Sin embargo, algunos no vacilan en imaginar microorganismos o incluso algas, que fluctúan en la atmósfera, en medio de las nubes, donde existen condiciones de vida más razonables."

Pierre Kohler
Tomada del libro de Peter y Caterina Kolosimo Los secretos del Cosmos, página 62



"Para los druidas bretones está allí (la Luna) de modo que los buenos descansen después de la muerte. En India se la considera el refugio de las almas que esperan la reencarnación, y en Irán se cree que las almas la usan como escala antes de llegar al Sol.

Los antiguos egipcios evocaban los tiempos en que la vida era eterna, tiempos que concluyeron cuando los hombres cesaron en sus ofrendas a los dioses. Con el fin de repoblar la Tierra, un gran mago envió allí a un hombre y a una mujer, y ellos tuvieron, entre sus hijos, un gigante llamado Luna. Pero éste se querellaba constantemente con los hermanos, hasta que se retiró al luminoso cuerpo celeste que después recibió el mismo nombre.

Pero entonces fue la Luna una mujer, T'shang-Go, esposa de un arquero chino que, como recompensa por una hazaña, recibió de los dioses la bebida de la inmortalidad. Pero T'shang-Go fue quien la bebió, y seguida por el marido, huyó al astro, para ponerse bajo la protección de la liebre sagrada."

Pierre Kohler
Tomada del libro de Peter y Caterina Kolosimo Los secretos del Cosmos, página 84











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