Rosario Villajos

"Gabino empezó a trabajar como dentista en una franquicia de clínicas dentales de la ciudad mientras continuaba con sus estudios. Cuando apretó la crisis de 2008, aprovechó para montárselo por su cuenta en una habitación extra de su aséptico piso de alquiler, llevándose uno a uno a la mayoría de clientes que ya la conocían, y a los que ofrecía un servicio más efectivo a largo plazo, más profesional, más personal y, claro está, mucho más barato. No dejen de llamar para cualquier consulta. Si su jefe no se dio cuenta de nada es porque no quiso o porque le comía la culpa. Se trataba de un Don Juan, casado y con dos hijos, al que de vez en cuando Gabino se follaba, más que nada, para quitárselo de encima cuanto antes. Se preguntaba a sí misma: ¿Qué prefiero, echar un polvo de diez minutos sin ganas o tenerlo todo el año baboseándome hasta que se dé cuenta de que no tiene nada que hacer y me eche del trabajo bajo cualquier pretexto? Pues eso. Ahora bien, que quede claro: cuando Gabino lo veía venir, se lanzaba en crudo, haciendo que cualquier oportunidad de seducción se quedara en un fundido a negro; que no pensara que la técnica amatoria se le daba bien o que era un conquistador nato. Nada de eso, que se joda. En resumen, a Gabino este hombre no le interesaba en absoluto, de modo que su pensamiento ético, aprendido de forma autodidacta como superviviente en el presente sistema neoliberal, le indicó que tenía derecho a mangonearle cualquier cosa de la clínica si le daba la gana. Luego pasó lo del padre pero, para cuando tuvo que ofrecerle el cuarto extra a Madre, la cosa iba tan bien que pudo permitirse, gracias a una pequeña parte de la herencia, pagar un local no muy lejos de casa, ahora sí con sus propios aparatos abonados en cómodos plazos mensuales a un banco rescatado por el Gobierno de España. Papá, que era médico, estaría muy orgulloso de ti.
Últimamente Hermana Menor soñaba que defecaba en la cama de su progenitor con una naturalidad que le proporcionaba incluso cierta vanidad, pero si este se asomaba a la habitación, ella cubría rápidamente las heces con la sábana para que no las viera. Aún no sabe qué significa este sueño ni que se repetirá a lo largo de su vida.
Gabino será más fea, pero está mucho más espabilada que su hermana que, a su parecer, se había ido corriendo detrás de un tipo que no le hacía mucho caso. En estos momentos no tiene ni idea de que ya no siguen juntos, ni de que Rebeca se ha mudado a la habitación minúscula de una buhardilla transformada en un piso compartido, y en la que solo puede ponerse completamente derecha si se sitúa en el centro de la estancia."

Rosario Villajos
La muela



"La maternidad no es para todo el mundo. Y mientras antes lo veas, mejor."

Rosario Villajos


“La mediocridad nos hará libres, las mujeres tenemos derecho a meter la pata.”

Rosario Villajos


"Me considero feminista y estuve en la manifestación de Madrid. Me hizo muy feliz ver que había mucha gente en la calle otra vez y me sorprendió que esta vez había muchos más hombres que en ocasiones anteriores. También participé en una jornada sobre feminismo de la Universidad Autónoma de Madrid, donde había muchos chicos, lo que me hizo ser muy optimista respecto al futuro. Pero no sé si milito lo suficiente o si mi libro es feminista, aunque ya lo han catalogado como tal, porque no deja de ser una ficción. Además, ya llevamos suficientes corsés como para para etiquetarnos más. Para escribir no hay que ponerse corsés, sino plasmar lo que te venga en gana."

Rosario Villajos



"Me encantaría que los hombres experimentasen el miedo de las mujeres a que nos violen."

Rosario Villajos



"Me gustaría que las mujeres dejáramos de sentirnos como víctimas potenciales."

Rosario Villajos



"No puedo explicar el mundo, supongo que por eso escribo, para explicarme a mí misma."

Rosario Villajos



"Que las mujeres pensemos que la culpa es nuestra cuando sufrimos una agresión viene de hace siglos. Saben que si dices algo dirán que la culpa es tuya. Las estadísticas dicen que es más probable que te viole un abuelo, un tío, un padre, un cura o un vecino que un extraño. Nos han educado para pensar que eres tú la que provoca por cómo vistes, por salir de noche, por cómo muestras tu cuerpo. Mira lo que pasó en aquella residencia de estudiantes de Madrid, las propias alumnas no le daban importancia. ¡Yo habría salido con antorchas a protestar!", dice en alusión a los alumnos que gritaban desde las ventanas a las estudiantes: "Putas, salid de vuestras madrigueras."

Rosario Villajos



"Quiero escuchar y abrirme, ver por qué cada generación tiene una preocupación diferente y estoy dispuesta a respetar y a abrirme, ¿por qué voy a tener yo más razón si no estoy viviendo lo mismo que ellos? En política y en el mundo en general, todo el mundo sería más feliz si se permitiera cambiar de opinión. Lo que nos habríamos ahorrado si toda esta gente aprendiera a llorar de vez en cuando."

Rosario Villajos
















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