Alfredo Ormando

“Decidí acabar con la vida, se derrumbó toda ilusión de redimirme a través de mis escritos. Estoy cansado de verme aislado, marginado. De qué vale la pena vivir cuando no eres amado y respetado. Tengo amor maternal y el de ‘Y’ (se refiere a su pareja, a la que nunca menciona con un nombre), es cierto, pero eso no tapa el ostracismo de las personas y hasta de los familiares. Es demasiado, ya no puedo encontrar una razón válida para dar sentido a mi vida, tal vez un punto de apoyo tenue, banal... Me siento como una víctima de la peste, un leproso con cascabeles atados a mis pies para advertir a la gente que se mantenga alejada. a mí. No puedo encontrar una sola razón por la que deba continuar con esta tortura...”

Alfredo Ormando



“El monstruo se va para no causarte más problemas y ofensas, para no hacerte sonrojar y avergonzarte y avergonzarte con su innoble presencia, para no disgustarte y darte la espalda cuando lo encuentres en la calle.”

Alfredo Ormando



“Estoy impaciente por ponerme en camino para rematarlo en la plaza de San Pedro. El dolor de sentirme quemándome vivo ya no me asusta. Sufriré unos minutos, luego las endorfinas me ayudarán a soportar la agonía. Comparado con mi vida es mucho mejor, al menos durará unos minutos. Es una estupidez de mi parte seguir repitiendo las mismas cosas una y otra vez, ya lo he dicho todo. Sabes por qué llegué a esta solución.”

Alfredo Ormando



“Hablo en serio esta vez. Si antes encontraba muchas razones para vivir, ahora encuentro otras tantas para parar. He llegado al final de la línea, mi ciclo de vida está a punto de terminar, lo siento inevitablemente. Ahora he entrado en el túnel de la muerte donde la única salida es la Plaza de San Pedro... Me doy cuenta de que el suicidio es una forma de rebelión contra Dios, pero ya no puedo vivir; En realidad ya estoy muerto. Estoy impaciente por ir a Roma y dejar allí una vida que siempre ha sido una condena para mí.”

Alfredo Ormando



“La jerarquía católica irá tan lejos como para decir que tomo mi propia vida por locura o debilidad, y no para gritarles la injusticia que infligen a los homosexuales en este país. Y por eso en mi abrigo, que coloqué en el suelo, sobre las losas pisoteadas por miles de fieles, dejé una carta de denuncia. Al menos las palabras de un muerto, de un mártir, las leerán. Tienes que suicidarte para ser escuchado.”

Alfredo Ormando



"Pasé buena parte de mis cuarenta esperando que mis palabras publicadas en una obra pudieran ir más allá de los confines de mi isla, Sicilia. No fue posible, las negativas de las editoriales, desde las más grandes a las más pequeñas, fueron inexorables. Así que decidí hablar yo mismo. He decidido transformar mi cuerpo de hombre que ama a otro hombre en grito y señal indeleble, para gritar todo lo que la Iglesia no quiere ver. Mi cuerpo será la pluma, se consumirá escribiendo mi palabra que nadie podrá borrar, mi tinta será gasolina.
Salí de Palermo anoche en tren. Un viaje interminable para llegar aquí, bajo la imponente columnata en esta mañana dura. Hoy es el 13 de mi último enero, de mi último año, 1998. Compré gasolina en una máquina expendedora cerca de St. Peter's. Escondí el tanque en una bolsa negra. Pero ahora, antes de prenderme fuego, siento los recuerdos que no quieren dejarme y los acojo en el vientre de mi mente que me es hospitalario como el vientre de una mujer y es el único lugar de libertad que he tenido, nunca conocida. Mi consuelo estaba en mi fe, siempre he creído, como escribí en un aforismo, que "incluso una mente superior, si tiene un origen humilde, puede habitar en el más infeliz y marginado de los hombres."

Alfredo Ormando
Cartas a Massimo Consoli y Piero Montana


"Pido perdón por haber venido a este mundo, por haber envenenado su aire con mi aliento, por haber osado pensar que podría vivir como un hombre libre, por no poder aceptar que soy diferente — a pesar de no sentir la diferencia, por haber creído que la homosexualidad es algo natural, por haberme puesto al mismo nivel que los heterosexuales... por haberme atrevido a reír."

Alfredo Ormando












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