Miguel Ángel Murado

"En el fondo la historia no es muy diferente, en cuanto a memoria, de la memoria individual. Con la diferencia de que en la memoria individual nosotros somos testigos presenciales. El problema es que precisamente de nuestra experiencia como testigos presenciales, de nuestra experiencia al recordar cosas, extraemos esas conclusiones escépticas. El hecho de que no siempre recordamos bien, de que tendemos a reconstruir lo que recordamos. De hecho, cuando lo contrastamos con otras personas que también estaban presentes siempre hay una discusión, nunca hay la posibilidad de establecer con seguridad un recuerdo. La historia es parecida, en algunos sentidos peor. Es una memoria colectiva, ni siquiera la de un individuo, con lo cual tiene que haber una especie de acuerdo entre memorias. Y está además el problema de los textos, el hecho de que sólo podemos conocer las cosas a través de los textos; de los documentos, en general. Habría que hablar también de la arqueología pero, en realidad, en la práctica es con los textos con los que se hace historia. La arqueología u otras fuentes, como las orales, son una apoyatura, no son independientes, no pueden contar historia por sí mismas. Ese es otro aspecto del que quiero llamar la atención en el libro, que si no hay textos no hay historia y los textos son muy imperfectos, sobre todo cuanto más atrás vamos en el tiempo. Y cuanto más cerca estamos en el tiempo se produce un fenómeno distinto, pero también muy distorsionador, que es que hay demasiados textos. Hay un exceso de voces y hacer una selección de ellos es, al final, casi igual de arbitrario que cuando uno tiene muy poco donde elegir."

Miguel-Anxo Murado



“La historia está siempre distorsionada, es parte de su naturaleza.”

Miguel-Anxo Murado



"La historia más científica, la más académica, la más rigurosa, es minoritaria, no sale realmente de un ámbito muy reducido de especialistas y eso es, en gran parte, porque es difícil de leer, es muy seca, no tiene esos elementos narrativos o muy pocos de esos que llaman la atención de la gente. De hecho, es muy significativo que, cuando se escribe divulgación histórica, se insiste mucho en que se haga divertida la historia. Porque, efectivamente, la historia en crudo, la historia más científica, es aburrida para la mayor parte de la gente, sólo es interesante para los especialistas."

Miguel-Anxo Murado



"Las líneas de frente son caprichosas. Están trazadas por una mano nerviosa en la oscuridad. En Os. la línea pasaba cerca del zoo de la ciudad. La JNA había hecho retirarse a la milicia croata hasta aquí y ahora el zoo era un punto estratégico defendido por un pequeño destacamento de las HOS y de las MUP. La artillería batía diariamente el perímetro del zoo y por las noches las milicias irregulares, los chetniks barbudos y creyentes, hacían internadas hasta las mismas puertas del complejo en ruinas para dejar caer bombas de mano por las ventanas.
Los animales seguían allí mientras tanto. A la mayoría no era posible trasladarlos a otro lugar más seguro. Tampoco había con que alimentarlos. Agonizaban en las jaulas, aterrorizados por el ruido.
En esta visita a los círculos dantescos me acompañaba el comandante Hervé, como un Virgilio oscuro. Como él era un poeta maldito, pero su maldición se la había buscado él mismo. Se trataba de un mercenario franco-argelino, un tipo sensible, culto y criminal. Amaba la poesía de Whitman y apretar el gatillo. Era la tercera vez que nos encontrábamos en distintos lugares el mundo. Ya nos conocíamos.
Aquella era su poesía y estaba feliz. Sonriendo con la boca y el ojo que aún le quedaba, este cíclope en uniforme de la HOS me iba explicando el zoo y lo que había en cada jaula, como en una absurda visita guiada, iluminada por la artillería, mientras por encima de nuestras cabezas pasaban zumbando las balas con ese sonido seco y casi metálico, como de alambre.
-Aquí estaban las cebras -dijo, refiriéndose a un habitáculo desecho que aún despedía un fuerte olor acre-. Una explosión les abrió la puerta y se escaparon. Fue impresionante -decía- Pasaron entre nosotros como centellas y corrieron hacia ellos, quién sabe por qué. Las abatieron con fuego de ametralladora. Siguen allí, en tierra de nadie.
En el patio de cemento de los pingüinos vi a los dos que quedaban vivos. Corrían despavoridos entre los restos de sus compañeros, inmóviles como pájaros disecados, mordisqueados por la metralla, descoloridos.
No todo lo que contaba Hervé parecía proceder de una mente racional ni pertenecer a la realidad, pero a medida que proseguíamos por el laberinto fétido de jaulas abiertas, y lamentos y bestias atrapadas, todo parecía posible. Protegidos en los muros de las jaulas deshechas, en las dependencias y en las oficinas, los milicianos hacían su trabajo, indiferentes a los extraños animales que, sueltos y muertos de miedo, vagaban por todas partes."

Miguel-Anxo Murado López
Ruido. Relatos de guerra



"Tiendo a ser bastante benévolo con el cine, con la literatura, y su influencia en la gente. Quizás porque como soy de los que lo escriben me conviene decir eso, pero también porque sinceramente es lo que veo. Creo que la influencia de los medios de comunicación no es tan grande como pensamos, que tendemos a exagerarla. Esas películas que utilizan la historia sí tienen algo de malo y es que consiguen que la gente no entienda la historia, no entienda el pasado y lo imagine en forma de clichés. Pero nada más que eso, tampoco pienso que sea algo tan terrible. Porque realmente la idea que da Tarantino sobre los nazis es un disparate, es completa e intencionadamente estrambótica y absurda, pero lo mismo se puede decir de muchas otras series y películas que tratan de ese periodo y pretenden ser serias. Porque la realidad es que al final siempre se proyecta el presente en el pasado. En  otras series que hay sobre el mismo tema de los nazis, lo que hacemos, desde la ideología de hoy en día, lo que sabemos ahora de los nazis, lo proyectamos entonces. En aquella época, en cambio, la realidad era muy distinta, los parámetros eran otros. Por ejemplo, ahora se imagina a los conservadores alemanes hostiles al nazismo porque ahora los cristianodemócratas lo son. En la época eran simpatizantes. Todas las personas de derechas del mundo simpatizaban con el nazismo. Esa es una modificación que vemos. O presentamos a las víctimas de los nazis como personas de clase media y la mayor parte de la gente era muy pobre, la mayor parte de las víctimas de los campos eran gente muy pobre y, en cambio, en el cine americano se los refleja como la típica familia americana. Y así sucesivamente. Proyectamos el presente en el pasado, por lo que si hay algo malo en ellas es algo que hay malo en nuestro presente. Tampoco es culpa de la historia ni es culpa del reflejo que se hace de ella."

Miguel-Anxo Murado



"Un día me desaparecía una bota, otro día un pañuelo; otro era una de mis corbatas, robadas por los campesinos que insistían tozudos en ver en mí un santo que hacía milagros. Así, mis botas, mis pañuelos, mis corbatas, atados al pescuezo de la vaca o sobre la frente del niño, debían curar las enfermedades y salvar las vidas desesperadas.
Más tarde, cuando la muerte me llegó a mí, no podían entender que yo mismo no tuviese fe. Por todo el valle corrió la noticia: “¡El doctor Leiras murió sin comulgar!”, y en las casas de Mondoñedo comenzó un rezo temeroso por mi alma que, decían los curas, iba camino de la condenación eterna.
Y sin embargo, fueron miles los que acompañaron mi féretro a la tierra que me correspondía, en el “camposanto de los extraños”, de hermoso nombre, donde reposaban los desconocidos, los suicidas, los hebreos y los ateos; los muertos sin confesión ni comunión.
Y, cuando el cortejo marchó, allí, en aquella tierra pura, me sentí un poco solo mientras caía la noche en el mundo.
Entonces, sucedió esto: De todas las aldeas de los alrededores fueron llegando en silencio los labriegos, que traían sacos de tierra sagrada de sus cementerios parroquiales: tierra sagrada del camposanto de Quende, de Santa María Mayor, de Viloalle... Y, sin decir una palabra, volcaron esa tierra bendita sobre mí, queriendo desesperadamente darme el Cielo, contra la opinión del mismísimo Dios, si era preciso.
No entendían que yo no necesitaba de esa ingenua bendición. No entendían que, en aquel lugar, entre los niños pequeños del Limbo, muertos al poco de nacer, antes del bautismo –los mismos que como médico no pude salvar a pesar de mis esfuerzos-, estaba mi lugar. Escuchando sus vocecitas, llamándose unos a otros en la oscuridad, me di cuenta de que estaba entre los inocentes, en la más sagrada de las tierras."

Miguel Ángel Murado
Lapidario















No hay comentarios: