Yolanda Oreamuno

"Amo una imagen como de fantasía, hecha por pedazos de recuerdo y ternura; amo la imagen de los recuerdos que los demás han contribuido a formar; amo el retrato de mis sueños; amo a un ser inmaterial y delicioso, hecho de trozos de conversaciones y residuos de esperanzas, pero Ese, el misterioso, el amenazante, el poderoso, el cósmico, el telúrico. Ese, no sé si lo amo todavía. Lo amaré mañana, cuando todas las cosas de mis sueños y todas mis esperanzas se junten y encuentren en él expresión y forma, pero no hoy, ni estos días que ha estado tan amenazante."

Yolanda Oreamuno
La ruta de su evasión



"Costa Rica estaba decidida a acabar conmigo para poder cantar mis leyendas libremente, mi existencia humana de mujer les molestaba. Yo era demasiado buena para lo mala que me hubieran deseado, o demasiado mala para lo buena que me trataban de hacer … Les dejo mi leyenda para que se distraigan, pero me vengo yo…"

Yolanda Oreamuno



"(…) en la crueldad indiferente de esta ciudad, en la ternura de sus cosas puras, inalterables y buenas, México es mío.

Es mío cuando me pierdo, número solo, en sus grandes avenidas, y es mío cuando lo miro correr, atropellarse y avanzar.

Y cuando estoy aquí, y lo sé, en tierra extraña, entonces, para acompañarme, México es mío."

Yolanda Oreamuno



" «Mariachis» mexicanos. Son siete, todos tristes, todos duros, todos pobres, son con ellos siete puñales filosos, puntiagudos, suavemente curvados, que en sus manos mexicanas y viriles son siete respuestas inmediatas a cualquier pregunta torcida o a cualquier intención aviesa. «Mariachis» de Tenampa y Xochimilco, en vosotros, enlutados, México es mío."

Yolanda Oreamuno



"Mi vida propia es mi único documento."

Yolanda Oreamuno


"No sabemos de nosotras mismas sino lo que el hombre nos ha enseñado."

Yolanda Oreamuno



"¡Que no haga la mujer poses de feminista, mientras no haya conseguido la liberación de su intelecto, de lo mejor de ella misma preso dentro de su propio cuerpo! Nunca hay que olvidar que la tarea se acomete por el principio. El feminismo que busca reivindicaciones «políticas», sin haber conseguido otro éxito que el de ponernos tacones bajos y el cortarnos el pelo, será por fuerza un movimiento equivocado mientras no le quite a la mujer el prejuicio de que el hombre debe mantenerla y mientras no borre de la masa cerebral femenina el «miedo de decir», el decir mal, y la deliberada tendencia a ignorar todo lo que no sean nuestros mediocres y pequeños problemas individuales."

Yolanda Oreamuno



"… ¡qué pequeños me parecen los literatos de café, podridos de malabarismos mentales, de pequeñas insidias, y de frases acertadas y efímeras! ¡Pero qué pequeños! Hay gente ahí que ha escrito un verso en su vida, o redactado un diccionario lacónico de alguna lengua indígena, o vive de una columna de periódico reaccionario, y que se sientan orondos, a disertar sobre todos los problemas con autoridad consumada. Como lo que son, como hombres de café, y para quien esto puede interesar, son deliciosos, exquisitos, inimaginables. No tenemos allá ese espécimen curioso."

Yolanda Oreamuno



"Siempre queda en algún árbol una hoja postrera, prendida a la rama por un milagro de resistencia inexplicable, y todas las mañanas, al pasar, formulamos una despedida porque tememos no encontrarla allí al día siguiente. Es tan frágil su aspecto, descomedida su posición, muerto su color, que no podemos explicarnos por cuál fenómeno se mantiene en su sitio invulnerable al viento, la escarcha y el frío. Simboliza el recuerdo borroso de lo que fuera en primavera y verano el ropaje del árbol; es la manifestación única de su antigua forma; la rúbrica de su linaje, el síntoma de su especie. Pese a todo lo precario que esa hoja solitaria representa, en su humildad, en su indefensión, tiene un noble elemento de fortaleza. Cada mañana la buscamos para comprobar en su delicado tallo o en el contorno de su cuerpecillo aterido los efectos de la intemperie, y repetimos la nostálgica despedida. Pero al verla de nuevo, inalterable y sola, nos preguntamos sobresaltados si resistirá todo el invierno allí. Tanta tenacidad anónima despierta en nosotros cierto elemento de sospecha ¿por qué resiste?, ¿irá a permanecer a pesar de todo?, ¿para qué su inmutabilidad?, y nos vamos acostumbrando a su presencia en el árbol frente a nuestra casa. Lentamente, con la familiaridad de lo inevitable, olvidamos la hoja fiel. Una mañana cualquiera ya no levantamos la cabeza para buscarla, ni nos despedimos de ella hasta nunca. Ha entrado a formar parte del paisaje inalterable, de ese paisaje permanente más allá de las estaciones y las temperaturas. Y muchos días después, casi sin pensar en ella, echamos una mirada descuidada que nos revela su ausencia. Se fue con el viento. Ya no está. Se fue sin despedida, sin adiós y sin lágrima. Tampoco dejó recuerdo. Simplemente se fue."

Yolanda Oreamuno
La ruta de su evasión



“Sólo sufre quién no está dispuesto a reconocer la necesidad de las derrotas. Dice mi padre que no tengo sólo temperamento, sino también todas las condiciones físicas y mentales para ser una persona de caprichos inmoderados. No te diré esas condiciones. Y como los caprichos variables llevan a tremendos sufrimientos si no se les conoce, y en cambio, sabiendo que evitan muchos dolores, mi padre obligado, casi podría decir obligado a pensar que si no consigo una cosa no debo afligirme, porque me deseo inagotable me pondrá de inmediato nuevos intereses, en los cuales colocaré toda mi vida con la rabia con que la puse en el anterior. Es muy sencillo y muy saludable. Se evitan complicaciones.”

Yolanda Oreamuno



“Uno no nace siempre en el parto. A veces nace después. El nacimiento no es una ceremonia o situación determinada; no, es un proceso.”

Yolanda Oreamuno



“Volver. ¿Cómo se hace para volver? Se van cerrando puertas alrededor de las personas: un silencio cierra una, un gesto cierra otra; una palabra la ultima. El pretexto no sirve cuando quedan tensiones pendientes entre dos seres. Ni sirve la excusa, ni sirve la palabra, ni sirve el silencio. ¿Cómo volver? Todo hace defensa alrededor de ambos. Cada uno construye su propia defensa, y la construye con aquellas cosas en las que no cree. ¡Qué difícil es volver! ¡Qué difícil es vernos a nosotros mismos cuando nos oscurece la emoción! ¡Pero qué difícil! Se busca con cierta saña deliberada los hechos que pueden constituir mayor obstáculo, o aumentar la distancia. Se olvidarán todos aquellos que puedan restaurar la unión. No se recuerda la mirada que contradijo la palabra, esa mirada que tenia pendiente una esperanza, y vibra intensa y pesada la palabra de rechazo. ¡Qué difícil, pero qué difícil es volver! Hubo algo íntimo que no encontró expresión, algo en abierta contradicción con la palabra, que tuvo, tal vez, miedo de ser expresada. Pero ese algo se refunde obstinadamente en el olvido, y cuando quiere asomar su tímida cabeza, se le da un golpe para que regrese al pasado, para que no entre al presente, para que no anude el porvenir.”

Yolanda Oreamuno
























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