Antonio Pirala

Pensamientos sobre la coquetería

A lo que expusimos en nuestro anterior artículo, vamos a añadir algunos de los mas notables pensamientos que, sobre la coquetería han emitido distinguidos escritores de uno y otro sexo.

En cortas líneas se emite siempre un pensamiento sublime, que no necesita ser enaltecido por las palabras. El encierra todo un libro, y por esto se detiene uno reflexionando sobre ellos.

Los pensamientos son flores de la imaginacion; y las flores no necesitan hojarasca para lucir.

Así ofrecemos en este artículo una guirnalda de bellísimas flores, sin que nos quepa otro mérito que el haberla tejido.

Citaríamos gustosos á todos los autores; pero no recordamos el nombre de algunos, ignoramos el de otros, y ya fuera en notas ó en el texto daria pesadez tanta cita. Beauchene, Larochefoucauld, Florian Adelina, La Bruyere, y otros y otras son sus autores. Dicen así

– La coquetería, no es siempre un buen guia para las mujeres, pero les dá frecuentemente buenos consejos.

– El mayor milagro del amor es curar la coquetería.

– La envidia es destruida por la verdadera amistad, y la coquetería por el amor.

– Las mujeres deben mas arte á la coquetería que á la naturaleza.

– Más fácil es sorprender á un centinela enemigo que á una coqueta.

– La coquetería para muchas mujeres es un sesto sentido, mas activo que los otros cinco.

– La coqueta piensa que en el amor como en la guerra son permitidas todos las astucias.

– Los almacenes de modas pueden ser mirados como los arsenales de la coquetería.

– La francesa, fria por temperamento y coqueta por vanidad, desea mas bien brillar que agradar: busca la distraccion no el placer.

– Si las mujeres coquetas supieran el desprecio que inspiran en los hombres sensatos, se estremecerían al solo deseo de identificarse con tal carácter.

– El adorno en las mujeres no es mas que un suplemento á las gracias de la persona, y una confesion tácita de que tienen necesidad de recursos para agradar. La verdadera coquetería es algunas veces esmeradas, nunca fastuosa.

– Las mujeres empiezan á corromperse por la coquetería, la ociosidad y el lujo: los hombres terminan su obra por la galantería.

– Las mujeres deben á los hombres sus defectos, sus estravagancias, y y aun su coquetería.

– La señora de Coigny ha dicho que una que toma un amante es una soberana que abdica.

– Las mujeres se pierden por la sensibilidad y se salvan por la coquetería.

– El corazon de una coqueta es un palenque abierto por todas partes: en él se admite á todos los que se presentan, cuidando, sin embargo, no conceder el premio de la lucha sino á aquel de los campeones que no ha tenido otro arte que saberla agradar ó herir su vanidad.

– Las coquetas hacen gala de ser celosas de sus amantes para ocultar que son envidiosas de las otras mujeres.

– Las mujeres no conocen toda su coquetería.

– La coquetería es un gusto que no se pierde con la edad. Hay la misma coquetería á los 20 años que a los 60: varian los fines.

– La coquetería es a veces un pensamiento para las que quieren permanecer fieles. Hacen nacer un sentimiento para tener el placer de combatirle; pero son presa frecuentemente de los lazos que se han tendido.

– La coquetería es innata en las mujeres; pero no la practican todas, conteniendo á algunas (á las mas sensatas) el temor ó la razon.

– Es tan natural la coquetería en ciertas mujeres, que nada les cuesta satisfacerla: el reposo, la vida, hasta el honor de los hombres, todo les es indiferente en tanto que encuentren adoradores. Quieren agradar á todos sin amar á ninguno. Hacen un juego de sus rivalidades, de sus pasiones, de sus tormentos, sin pensar mas que en multiplicar las cadenas en vez de dulcificarlas. Su gloria es hacer esclavos mas bien que dichosos.

– La coquetería dá  mas pesadumbre á la una coqueta que el amor.

Mas pensamientos presentaríamos sino temiéramos la pesadez; pero basten los expuestos.

Ni los admitimos ni los rechazamos todos Sean jueces nuestras lectoras, y escoja y aprenda cada una los de su mayor agrado, los que estén mas en armonía con sus sentimientos.

Antonio Pirala Criado



"Pero la regia oposición dio alas á los descontentos; y aumentando con osadía el peligro de las instituciones, se alarmaron los comprometidos por ellas, exigiendo las medidas vigorosas que la situación reclamara. Pero atadas las manos del gobierno por la misma Constitución, estrellándose en el monarca las disposiciones que provocaban sus parciales, por el que tenía que aprobarlas; breve por este obstáculo y por el descontento de los liberales cada ministerio, crecieron con el riesgo las exigencias, y la debilidad ministerial creó las sociedades patrióticas instituidas en defensa del sistema, y que fueron un embarazo y un conflicto permanente para la dirección de los negocios públicos. Pronto su influencia se sobrepuso á la del gobierno, y asustado, no siempre pudo impedir desacatos contra Fernando VII. Otra causa hizo que creciese la exaltación de los que veían estrellarse la nave del Estado, y con ella la desafección al rey y la hostilidad á los gobernantes: que no eran algunos de estos tan entusiastas como en otro tiempo al código que formaron en Cádiz. ¡Cómo habían de dirigirla por el rumbo marcado, si hasta con los extranjeros trataban cautelosamente de alterarle!... Sin fe en su bondad, ¿cómo emprender con decisión el derrotero? Ya hemos visto que dos personajes, ministros ambos entonces, negociaban fuera la reforma de la Constitución. He aquí el origen de la división de los liberales, perpetuada desde entonces, división tan grata á sus comunes enemigos. La memoria formada sobre los sucesos memorables del 7 de Julio, no permite dudar sobre este punto; y la permanencia en España del autor del Estatuto en medio de la deplorable y ciega reacción del 23, dijo demasiado á la conciencia pública. ¡Qué mucho que cayese á impulso de los propios el régimen combatido por los extraños!... Daño le hizo el Trágala, pero para el 4 de mayo del 14, y para que arrastrasen la vil cadena del presidiario los Argüelles y Calatravas que habían regalado á Fernando una corona abandonada por él; empañada en el anterior reinado, y radiante entonces de gloria, no se necesitó el Trágala. Con Fernando VII solo era posible el absolutismo sin dignidad."

Antonio Pirala
Historia de la guerra civil y de los partidos liberal y carlista










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