Charles Wright

El arte menor de la defensa personal

El paisaje nunca fue un tema, fue una técnica,
un método para medir,
                                    un andamio para la estructura.
Robé sus silencios, me metí en su tono y su grito.

El lenguaje siempre fue el tema, la idea de Dios
el fantasma que deambula sobre mi pequeño
mundo, mi portavoz de sentido,
                                    mi garra y mi afilado pico…

Charles Wright



El cuerpo de la infancia
 

Esto que está amarrado a mi muñeca es una soga de estrellas.

Esto es un tren llevándose las inútiles huellas dactilares de los muertos.

 

No basta con cantar y empezar de nuevo.

No basta con ocultar el alfabeto

 

Y escuchar aguardando

                                            mientras va y viene,

Manteniendo vivo el mundo,

 

Mis poemas ahora en una lengua

                                                          que finalmente comprendo,

Pequeñas tabletas de sal frotadas por el viento hasta suavizarse.

 

No basta con transformar las florituras.

 

(Agua profunda es lo que manifestarán los álbumes,

                                                                               luz dentada y luego desdentada,

La luna arrastrando sus ganchos

A través de los lagos y el lecho de los mares.)

 

Esto es un labio de nieve y un labio de sangre.

Charles Wright




IMPROVISACIONES

El Poema como viaje

“Te escribo desde un país lejano”, “te escribo desde el fin del mundo”, dice Henri Michaux, el poeta surrealista francés. Precisamente. La mayoría de los poemas buenos, si no todos, provienen de ese lugar, o de esos dos lugares, si es que han sido separados por su propósito o grado (…). Dante escribió desde el empíreo, ciertamente un país lejano (…).

Dos poetas italianos del siglo XX, Dino Campana y Eugenio Montale, forman una comparación interesante. Campana, quien, incansable, escribe casi exclusivamente sobre viajes a pie, por mar o sobre cualquier clase de transportes a lugares espirituales o cotidianos, da una superficie turbulenta y frenética a sus poemas, pero bajo ésta hay una quietud y una inercia románticas. Montale, por otro lado, tiene poemas cuya superficie es plácida y uniforme, pero bajo la cual hay un milagroso sentido de viajes a lugares nunca vistos o estados olvidados del ser (…).

Por supuesto, la imaginación es el disparo de partida de todos los viajes. Como dijo de ella el gran poeta español de los años 30, Federico García Lorca: “viaja y transforma las cosas, les da su sentido más puro y define relaciones que no se esperaban. La imaginación es el primer escalón y la base de toda poesía” (…).

Cuando éramos jóvenes, para muchos de nosotros Hart Crane era el máximo ícono poético de Estados Unidos. Su poema “The Bridge” sólo tiene por encima a los Cantos de Pound como el fracaso más espectacular y seductor de la poesía estadounidense del siglo XX (…).

Las olas tras el SS Orizaba apenas se habían juntado sobre el cuerpo de Crane, cuando ya había empezado a cobrar forma su leyenda personal. La literaria no estaba muy atrás. Había intentado lo imposible en su poema: un viaje a través del tiempo, la historia y el descubrimiento personal que se negaba a redimirlo a él o a la literatura y que se negaba a adoptar una forma -dos faltas que reflejaban las desconexiones en su propia vida-. La salida parecía la entrada, así que la atravesó. El verbo “viajar” es tan inaccesible e intraducible en el corazón como lo es en el poema.

Charles Wright
(Selección del texto leído en 1922 en la Universitá Degli Studi di Firenze, completo en la edición de Bid & Co.)

 



Ensombrecidos por el tiempo, los maestros, como los
recuerdos, se mezclan
Y confunden,
y se apoltronan en los sillones de jardín, como un aire
Disperso, aire en la claridad de la nada.
¿Qué podríamos decirle a cada uno?
¿Cómo pueden ser tan claros y oscuros a la vez?
Nos sacan de quicio,
desaliñan las hojas de los árboles de agosto.
De pronto se detienen, abruptamente, como el viento.
Regresan las moscas y el calor:
¿qué podemos decirles?
Tan sólo el cielo es infinito.
Las moscas vuelven, y la tarde
Se medio estremece en sus verdes bordes
luego se asienta como peso muerto
Junto a nuestros recuerdos, y las gastadas bastillas de los
maestros.

Charles Wright



Breve historia de mi vida

A diferencia de Lao Tsé, concebido por una estrella fugaz, dicen,
Y llevado dentro del vientre de su madre
Por 62 años, y nacido, dicen nuevamente, con cabello blanco,
Yo nací una mañana de domingo,
…………………………………………sin ser tocado por los cielos,
Con un poco de cabello, sin dientes, las sombras del ocaso en mi corazón
Y bastante alejado del camino.
Shiloh, el campo de batalla de la Guerra Civil, estaba justo al lado,
El río Tennessee era una suave tela en mi cabeza y mis pies.
El búfalo de color pardo, las arenas del desierto,
Portero y personajes,
………………………….llegarían muchos años dragón más tarde.

Como Dionisos, nací una segunda vez.
Surgí un enero de la carne del muslo izquierdo de Italia
Y llegué a un mundo diferente.
………………………………………Tenía mucho sentido,
Escondido, como había estado yo, casi una vida entera.
Y entré con los ojos abiertos, el viento en mis oídos,
Despierta en mi lengua saciedad de la miel y el vino lento.
Tres años monté guardia ante las puertas de San Zenón
………………………………………….y tomé, más romano que Roma,
Todo lo que me fue ofrecido.
Las nieves de las Dolomitas se dirigían hacia mis pisadas.
Los limones del Lago di Garda caían en mis manos.

Adelantemos unos cuarenta y cinco años
……………………………………………….y una tercera depresión posparto.
Pero, como preguntó el poeta refiriéndose a otra cosa,
¿Dónde lo hallarás en la historia?
En ningún otro lugar sino este, el único mío, solamente aquí.
Mis oídos y mis sentidos enfermos parecen purificados por el sonido del agua.
Estoy de regreso, es época de lilas,
Los riachuelos corren invisibles hacia el este, cruzando la mañana húmeda,
Principios de junio. Ni una luz sobre las hojas,
Ningún viento en las siemprevivas, ninguna reverencia en la maleza aún rubia.
El mundo en toda su gracia oscura.
…………………………………………..He intentado registrarlo.

Charles Wright



Infancia

Encogida y drenada hasta quedar seca, volviéndote transparente,
Me has seguido como un perro
A través del cual veo, por fin, una ventana hacia Lejos-De-Aquí, un lugar
Al que me dirijo, mi lengua desanudada, huellas
Aparentes, tus piojos de mendigo
Destiñéndose hasta el cristal a lo largo de la pierna de mi calzón:

Ahora me voy, adiós.
Adiós al caparazón de langosta y las sillas,
Adiós a las genuflexiones. Adiós a las ropas
Que circulan bajo la tierra, los nombres
Cayendo en la oscuridad, rostro
Tras rostro, como cuentas de un rosario roto.

Charles Wright



 “La restauración de la naturaleza de los que son buenos, ocurre en un tiempo sin principio… Y lo que queda es siempre con lo que comienzas…Ya que lo bueno en uno suele ser lo más antiguo…Y muda es toda acción importante: desviarse del rumbo, aun fracasar, tiene algún sentido.”

Charles Wright





Mañana 

La metafísica de lo cotidiano era lo que buscaba:
Un pequeño rocío en la hierba del amanecer,
Una gota de sangre en los árboles de la tarde,
                                                     una gota de fuego.

Si no brillas, eres tiniebla.
El futuro es despiadado,
                                    todos los nombres inscritos
En la solapa del Libro de la Nieve.

Charles Wright




Primogénito

–Omnia quae sunt, lumina sunt–

1.
El azúcar goteando en tu vena;
La ictericia ascendiendo por tu rostro como un rubor;
La caja de vidrio donde te tienen–

La venda sobre tus ojos;
La leche cuajada en tus labios;
El tubo de plástico en tu garganta–

Las manos inadvertidas que se detienen sobre tu piel;
El nombre, como una nueva cicatriz, en tu muñeca;
La caja de vidrio donde te tienen–

Traemos lo que debemos traer;
Entregamos lo que debemos entregar;
Bienvenido, dulce Luke, a tu vida.

2.
La retribución de la buganvilia
Palpita a lo largo del monte, su lenta
Trama de enredaderas

Mantiene unida la tierra, dándole aliento;
Más allá de la ventana, el hibisco y la aguileña
Atienden sus distintas necesidades;

El verano crece.
Tú también creces,
Volviéndote accesible,
Tus ciclos líquidos

Alargados y mal definidos,
Pero absolutos, después de todo, la nueva piel
Floreciendo rosada y clara.

3.
Estás acostado aquí conmigo, justo ahora,
Inefable, todavía en algún otro lugar.
¿Qué debería uno decirle a un hijo?

¿Emociones y puntos de vista, las grandes
Abstracciones por las cuales nos gusta
Creer que vivimos –o viviríamos, si

Las cosas fueran diferentes,
O lo fuéramos nosotros, o lo fueran los otros,
Si todo cambiara y fuera distinto?

¿O algo inmediato,
Descriptivo, el uso virtuoso de las palabras?
¿Qué puede uno decirle a un hijo?

4.
Si fuera posible, si se hubiera
Pasado por alto alguna manera
De sacar esa costilla de luz pura

De su caja torácica, esas pocas vocales afortunadas
Que todo expían.
Pero nada se ha dejado a un lado,

Nada ha sido ignorado
Las palabras permanecen en la oscuridad y
Continuarán resplandeciendo allí.

Ningún truco que inventemos,
Ninguna estrategia puede extraerlas ahora.
Y el polvo es polvo por un largo tiempo.

5.
Lo que intento decir
Es esto –te digo la única cosa
Que he llegado a creer:

Aférrate a la tierra;
Imagina que tocas sus bordes crudos
Bajo cualquier clima, una y otra vez;

Imagina sus colores; ensaya
Imitar, día a día,
El crecimiento de la mañana y el anochecer,

El movimiento de todas sus criaturas;
Ríndete y alégrate.
Esta es la ley que perdura.

6.
Las laderas de Tennessee,
Las montañas de Carolina del Norte,
Sus ríos y pueblos

–Hiwassee y Cherokee,
The Cumberland, Pisgah y Nantahala,
Unaka y Unicoi–

Tiñen tu sangre y cantan en ella.
Sus sonidos son los sonidos que escuchas,
Sus formas son las formas que miras

De todos modos, cada vez que te concentras
En la tierra recordada:
Todas las cosas que son luces.

Charles Wright


Sin vuelta a casa

Luego de cierta edad, no hay a quien acudir.
Tienes que encontrar a Eurídice por tu cuenta,
tienes
Que hallar por ti mismo la pequeña
grieta entre el aquí y todos los otros lugares.

¿Cómo podría ser de otra manera?
Todo el mundo se ha ido, las casas están vacías
Y las nubes grises empiezan a llenar el cielo como un sucio aislamiento.

Charles Wright



Soy el signo

2. 

Soy el signo, soy la letra.
Soy el lenguaje que el que no se puede hacer concesiones.
Iré a mi última morada
                            y no seré dado a luz otra vez.
Soy lo que se esparce y que no puede juntarse.
Soy pequeño, soy silencio.
                             Soy lo que no se encuentra.

Charles Wright


Transparencias

Nuestras vidas, al parecer, son la memoria
                                                           de lo que ya vivimos en otro lugar.
¿O son su metáfora?
Los árboles, si es que son árboles, parecen iguales,
                                                                       y los arroyos también.
La luz del sol suelta su claridad del mismo modo,
y las nubes, si es que son nubes,
                                                                       aun nos siguen,
una después de otra, como lo hacían en el viejo cielo, en el viejo lugar.

Quería que la metáfora, si es que es una metáfora, fuera
                                                                       siempre la misma.
Quería que las colinas fueran las mismas,
y también los ríos,
                                   en especial los viejos ríos,
el French Board y el Little Pigeon, el Holston y el Tennessee,
y yo a su lado, bajo las nubes suspendidas y las estrellas suspendidas.
Quería caminar en esa metáfora,
                                               sin ser tocado por la corrupción del tiempo.

Quería la memoria adamantina, inalterable,
quería la memoria ámbar,
                                               y yo en ella,
una figura entre los toques de luz translúcidos y los remolinos,
a medio andar en sus movimientos brillantes.
Quería la memoria aguda de la nube y brillante del río,
mi espacio en su interior transformándose, siempre en calma,
                                               sin viento y sin olas.

Pero la memoria no tiene memoria. Ni metáfora.
Se mueve como quiere,
                                               y nunca mide la distancia.
Algunos han muerto de sed al atravesar la memoria.
Nuestras vidas son algodón de verano, parece,
                                               y duran una temporada.
El viento sopla, el río fluye, y las olas se elevan.
El logo de la memoria es un abismo, y eso no es una metáfora.

Charles Wright














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