Décio Pignatari

CALENDARIO PHILIPS 1980 [Enero-Febrero]

No sólo la cav
idad de la boca

Ni sólo la lengua

Ni sólo dientes
y labios

hacen la lengua

Oiga
las manos
tejiendo la lengua
y su lenguaje

Es la lengua
textil

El texto
que sale de las
manos
sin palabras

Décio Pignatari




CALENDARIO PHILIPS 1980 [Marzo-Abril]

El pequeño pulgar
en oposición
a los dedos grandes
creó
la mano humana

Ella en el cráneo
hizo al hombre

Mano cerebral

Palpando los sig
nos de aire y barro
el homo faber
habló y supo:

vasija

Décio Pignatari



El juglar y la prostituta negra

Donde eras la mujer acostada, tras
los oficios de la penumbra, ahora
eres un poema:

Cansada cornucopia entre guirnaldas de rosas mustias.

Es a la hora carbóni-
ca y el sol en bochorno
entre soñando e insomne.

La legión de los ofendidos solicita
tus piernas en M,
silenciosa molienda del crepúsculo.

Es la hora del río, el grueso río que lento fluye
fluye por las navajas de las persianas,
río oscuro. Espejos y ataúdes
en mudo destierro navegan:
Miraste en el féretro y mueres en el espejo.
Mueres. Intermueres.
Inter —ataúd y espejo— mueres.

Tu lámpara en volutas —polvo
barroco sopesando siete
naranjas podridas— y tu lecho de plomo
tienen las galas del cortejo:

Todo pasa en este río menos el río.

Minerales, flora y cartílago
acuden con dos moluscos
mustios y cansados
para que yo te componga, recomponiendo:

Cansada cornucopia entre guirnaldas de rosas mustias.

(Modelo en reposo. Se mueven las mortajas de las
persianas. Guillotinas de luz lapidan tu dorso en rosa:
tienes un puño cercenado y un seno bebiendo en la
sombra. Inicias el ciclo de los cristales y ya escintilas.)

Tu al(gema negra)coba así deletreada a cáma-
ra lenta, levantas la frente y propalas:
«Hay una estatua ahogada…» —¡A cámara lenta he dicho!—.
«Existe una esta-
tu-a-hogada y un poeta feliz(mente
¡en laureles ardo!) ¡Cómo los lamento y
cómo los desconozco!
Lloremos por ambos».

Lloremos por todos. Sollozo, y entonandum
litúrgico improperio a dos voces
componemos un simbólico epicedio AAquella
que acostada era un poema y ya no lo es más.

En suspenso el aliento, inicias el gran ciclo
subterráneo del retorno
a las grandes amistades sin memoria
y te empodreces:

Cansada cornucopia entre guirnaldas de rosas mustias.

Décio Pignatari
Traducción de Enrique Gutiérrez Miranda



Epitafio

Decio Pignatari niño inmenso y castaño con temblores
nacido bajo el signo más sincero y para y per y por y sin ternura
quién te dirá del dominio sobre tus cabellos de los amigos rápidos
y las veloces mujeres
y los que comen de tu plato
Estás cansado Pignatari y tu desprecio se hinchó como un árbol tremendo
Estás cansado como avasallada enorme puerta abierta y al abrir
de tus brazos reposas los hombros en amplios arcos de pájaros vagarosos
Lento y hondo es el aire de tus tardes en tus poros
y en él se desenredan hondos y atentos hasta los esfuerzos más asiduos
y si sumerges en tu mano en el agua tranquila al agua añadirás la mano
y el agua
Decio Pignatari niño castaño y mío como un perro grande
que cruza el portón sereno a pocos floreciendo en el jardín su garbo
con la calma grandiosa de las nubes que en la tarde se abren lentas para envolver el aire
despacio tu cabeza desea despacio la superficie sin temores
y tus párpados se inclinan al efluvio de la siesta mundial de inmensos paquidermos que
abultan
en la sombra como grandes bulbos insonoros en cavernas dormidas
Mansa dinastía de gestos en las minas dulcificando las intemperies
de la memoria descansa cual cortejo de crepúsculos antiguos en la turbia cordillera de
la semana
Creciente como el cielo de marzo en las almenas de las torres elevadas y
redondas
y a tu propia sombra en el mundo que perdiste descansa Pignatari. "

Décio Pignatari



Rumbo a Nausicaa

Llamar suave al tiempo, Lila,
es consentir que es tarde. Mi nuca
mi brazo derecho y el pulso de platina, nunca
las llamó así la tierra, como en diciembre-no
la tierra
que invade las entrañas indefensas, sino
aquella
cuyo destierro es el flujo de la sangre
¡tan floja! allende los poros, en pos
de algún surco más férreo-vivos
por sortilegio de lo insensible, sin más
imperio que pasar los dedos
por ladrillos blancos, como
un hilo de barba o menguante de uña
disueltos en un vaso: alquimia de llanto.
El soplo y la sangre crean, no
resucitan. Los muertos
aborrecen las llamadas de esperanza. Los niños
turban el orden. Los poetas
conmueven el caos, afligen
el vientre de las mujeres. Y decir
suave al sueño, es consentir: Tarde tus senos, Lila,
son muy tarde ahora los senos. 

Décio Pignatari













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