Francisco de Paula Canalejas

La poesía y la palabra

Llegamos al estudio de la palabra como órgano de la poesía, es decir, al instante en que los elementos eufónicos, como los espirituales; el sonido y la expresión espiritual se idealizan, aquél por el ritmo, ésta por la imagen, y constituyen un tercer y superior estado del lenguaje humano, que lo hace apto para servir de órgano a la inspiración, a la creación artística.
Si podemos, aun suponiendo la aptitud del lenguaje para expresar la inspiración poética, distinguir entre sus elementos internos o espirituales, y los externos, o acústicos, esta distinción es imposible en el momento en que la inspiración existe; porque por el mero hecho de existir funde los dos elementos en uno, armoniza los caracteres internos y externos en una expresión total y armónica, tan íntima, que es imposible distinguir y separar los elementos que concurrieron a constituirla.
Como siempre, y por motivos didácticos, estudiaremos analíticamente este tercer aspecto y carácter de la palabra, repitiendo las salvedades consignadas, cada vez que nos hemos visto forzados a estudiar analíticamente lo que por su esencia es uno y armónico.
Recordando doctrinas ya expuestas, consignaremos que la armonía en el arte musical es un estudio que podría colocarse entre la aritmética y la geometría, es decir, entre la ciencia de los números y la ciencia del espacio. El acorde o la concordancia se encuentra, la mayor parte de las veces, por un procedimiento, y nunca se produce espontáneamente en la fantasía del artista. Y al hablar así, claro es que nos referimos a esas combinaciones sabias y estudiadas de los grandes maestros, y no de esa armonía sencilla, no basada en las concordancias, y que es tan natural como la melodía; y sin embargo, después del más laborioso estudio y de la más escrupulosa observancia de las reglas del contrapunto en las combinaciones más rebuscadas, nuestro oído se erige en juez y falla sobre la legitimidad de los acordes o concordancias, como los demás sentidos pueden decidir respecto al color, respecto al sabor y a las formas conocidas por el tacto. Las mismas leyes que hemos observado en la tonalidad para la sucesión de los sonidos, se observan en la armonía para la sucesión de los grupos de sonidos, que se llaman acordes, en los cuales las notas emitidas simultáneamente, están sometidas a la más grave, que es la fundamental, la tónica. Así, en tanto que la melodía nos presenta la sucesión de los sonidos, la armonía nos presenta simultáneamente los armónicos de aquellos sonidos, sirviéndole a la melodía de resonancia y de sombra, en la cual se destacan las sucesiones melódicas. Si en esta unión de la armonía y de la melodía y a su encadenamiento se unen las leyes de la tonalidad, y el conjunto se sujeta al ritmo, se comprenderá el cuadro general armónico del lenguaje articulado y el conjunto de medios que, como sonido, ofrece a la expresión de la vida del espíritu. La diferencia entre la poesía y la música nacerá de que las leyes de la armonía que en la música son principales y absolutas, se subordinan en la poesía a lo que el espíritu expresa; que el ritmo que en la música obedece a la variedad necesaria en la prolongación de las vibraciones de los sonidos, se somete en la poesía a la agitación o tranquilidad del estado del espíritu que expresa y la tonalidad musical que puede recorrer las gamas que hemos reconocido en la voz humana, se circunscribe en la poesía a una gama pasional o afectiva, que marca la acentuación de la voz al expresar los puntos culminantes o las ideas principales de lo que expresan.

Francisco de Paula Canalejas
Curso de literatura general



Las doctrinas del doctor iluminado Raimundo Lulio

Los tratados de R. Lulio y las diferentes ciencias particulares que fueron objeto de sus libros, no son otra cosa que ampliaciones de los principios consignados en el Arte. No existe en Lulio el orden y la gradación de tratados que aparecen en los filósofos escolásticos, ni las cuestiones se tratan de la manera y en el orden con que se dilucidan muy en particular en la escuela Aristotélica seguida por Santo Tomás de Aquino y por Duns Scoto. De aquí la dificultad de la inteligencia de la doctrina luliana, que advirtieron los críticos del siglo pasado. No se comprendió el plan general; la arquitectónica de la ciencia luliana no se sospechó; no se siguió el enlace y trabazón de la ciencia universal con las ciencias particulares, y faltos de este punto de vista los numerosísimos opúsculos del doctor Iluminado, no fueron otra cosa que una confusa y laberíntica masa de disertaciones particulares, de difícil comprensión y por lo tanto de dificilísimo juicio.
Pero aun hoy que se comprende el pensamiento histórico, la concepción de la ciencia en toda su universalidad y realidad, que sirvió de punto de partida a Lulio, no es hacedero, el exponer bajo esta idea la doctrina dispersa en sus obras, porque muchas de ellas nos son desconocidas, puesto que como indicaba Salzinguer otros diez infolios a más de los publicados, no bastaban para formar una edición completa de los escritos de R. Lulio. Sin embargo, al paso que se manejen las obras del ilustre pensador, se comprende que la base y fundamento de todos sus escritos, la obra que declara su original concepción es el Arte compendioso de hallar la verdad. (Ars magna et maior seu ars compendiosa inveniendi veritatem). La ciencia universal y general, la que comprende los términos todos, que son los principios generales, la que contiene las leyes y los principios de las ciencias particulares, se encuentra expuesta en este libro, que es comentado y declarado por el que intitula: "Lectura o Arte Universal" (Ars universalis seu lectura super artem compendiosam inveniendi veritatem). Expuesta la doctrina general en los libros citados, síguese en Lulio el Arte demostrativo, con su Introductorio, su lectura y sus compendios, que presentan los medios y manera de las reglas de contraer, o aplican los principios y las leyes o sea las definiciones y las condiciones, y que pudiéramos llamar lógicas particulares, y a cuyo encarecimiento sirve el Arte de encontrar los particulares en los generales y el Arte inventivo con su Lectura y Tabla general del Arte. Del estudio de estas artes de desprenden las reglas del Arte general último, y del Arte cabalístico. Si se altera el orden de estudio de estas partes del Arte de Raimundo Lulio, será sumamente difícil comprender su pensamiento, puesto que aparecerá como puras combinaciones de palabras, lo que en el Ars magna aparece como relación y compenetración de los atributos reales de Dios.

Francisco de Paula Canalejas
Las doctrinas de Raimundo Lulio



"No hay raciocinio ni operación alguna de nuestras facultades mentales que no tenga origen en el sentimiento. El sentimiento de la curiosidad..., es el principal estímulo que nos conduce al descubrimiento de las ciencias: el sentimiento de lo justo es nuestro norte  en las operaciones de la razón que se rozan con todos aquellos hechos que queremos esclarecer con intención pura y recta: el sentimiento de lo honesto nos guía en aquellas producciones con que se recrea el entendimiento cuando tiene por fin no faltar a las reglas establecidas en una sociedad ilustrada: estos son los trabajos llamados de conciencia. En suma, no hay movimiento alguno del alma que no tenga su origen en el sentimiento."

Francisco de Paula Canalejas
Op. cit., "De las facultades intelectuales", pg. 187




“Una sola gramática y un solo léxico existe y ha existido, crece y se desarrolla en la historia de las razas indoeuropeas o jaféticas hasta la Edad Moderna.”

Francisco de Paula Canalejas y Casas




















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