José Alejandro Castaño

"Desde el aire eso es sumamente tupido, sumamente cerrado. La pregunta qué se hace es: ¿Quién puede ubicar algo aquí? Los satélites que están rastreando con precisión lo único que identifica son copas y copas de árboles. La sensación es que era imposible, que, si alguien había en esa selva, era imposible ubicarlos.

Un impacto de avión siempre es doloroso e impactante, sobre todo el hedor a muerte. Murieron tres personas incluida la madre de los niños. La avioneta fue encontrada 15 días después del accidente. Para entonces los cuerpos ya estaban muy descompuestos, sobre todo el de la madre. En el impacto, un indígena que viajaba en el avión quedó decapitado. Cuando llegamos no había nada de eso, pero si estaba el olor. Tocar la avioneta era tocar el vestigio más cercano a los niños.

Los indígenas pedían aguardiente y whisky para que los espíritus de la selva soltaran a los niños. Algunos de ellos sentían mucha zozobra y miedo, y eso que son soldados. Hable con dos de ellos que descubrieron que tenían los cordones de las botas desatados, algo que era imposible que ocurriera, porque esas botas están hechas para que no se puedan desatar. No tiene explicación.

Por una parte, se dice que no encontraban a los niños porque la selva es muy tupida. A pocos metros es igual, es imposible diferenciar un árbol de otro, o una hija de todo. Los niños estuvieron quietos, querían permanecer impasibles. La mayor ha explicado que tapaba la boca del bebé para que no llorase.

Para los indígenas habían entrado en otra dimensión, incorpórea, vinculada con los animales y las plantas. Todos coinciden con que es una selva muy silenciosa. Por esto todas las mañanas fumaban tabaco para comunicarse con el bosque y pedirle que devolvieran a la niña. La mayor tiene 13 años y se encuentra en la etapa de maduración sexual, por lo que dicen que resultaba mucho más atractiva para los espíritus de los bosques."

José Alejandro Castaño














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